LIII

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Ariana se negó a que la llevaran en camilla y caminó hacia la ambulancia en lugar de apoyarse en la espalda.

La pequeña procesión pasó junto a los policías y al Equipo de Especiales que esperaban fuera de la casa. Ariana no quiso subir en la ambulancia hasta ver a Lena en la otra camilla.

-Se pondrá bien, ¿verdad?

-Sí, cariño. Se pondrá bien -le aseguró Harry mientras la forzaba a montar en la ambulancia.

Lo último que Harry vio antes de que uno de los facultativos cerrara la puerta de golpe fue que obligaban a Abruzzi a meterse en un coche patrulla que estaba esperándolo.

El hospital regional de Jerusalem actuó con aplomo ante la avalancha de policías y ayudantes de la fiscalía que llegaron además de las dos pacientes. El personal de enfermería se deshizo de todo el mundo excepto de Harry, que se negó a abandonar a Ariana. El hecho de que ella no le soltara la mano también ayudó. En el hospital trataron a Ariana y a Lena como si fueran clientes VIP y las colocaron en espacios contiguos. El personal de urgencias se apresuró a limpiarles las heridas y los moratones a ambas con suma delicadeza. Lena había sido el chivo expiatorio del enfado de Abruzzi. Ariana explicó que la chica había tratado de ayudarla a escapar y que él, irritado por el motín, la había azotado sin piedad.

Harry se enfureció de nuevo al volver a ver las marcas en el cuerpo de Ariana. Se sentó junto a su cama y deseó poder ponerle las manos encima a aquel tipo. Ariana pareció recuperarse con rapidez de la confusión en que Harry la había encontrado.

Quería hablar, contarle todo lo que había ocurrido. Y él, consciente de que tendría que declarar más adelante de todas formas, solicitó la presencia de una taquígrafa para que tomara nota del relato.

Escuchó asombrado la historia del lanzamiento de la cortina por la ventana y del escondite en el bajo suelo.

-¡Eres increíble! -felicitó.

La doctora que examinó a Ariana insistió en que Harry abandonara la habitación durante el reconocimiento y él esperó con impaciencia a que acabaran. Cuando la doctora abrió la cortina para dejarlo entrar de nuevo, él le preguntó:

-¿Cómo está?

-Va a estar dolorida un par de días y luego le parecerá un arco iris que durará bastante más tiempo, pero está bien -la doctora sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro-. No deja de repetir que usted la ha salvado. Es usted su héroe.

Harry no pudo evitar que se le llenaran los ojos de lágrimas.

-No soy ningún héroe. Es ella quien merece todo el reconocimiento. -Se aclaró la garganta- ¿Cuándo puedo llevármela a casa?

-¿De vuelta a Dallas? Hoy no. Aún tiene la espalda y las nalgas mal. No quiero que monte en coche todavía. Deje que pase aquí la noche y podrá llevársela mañana al mediodía - Harry asintió-. Le he dado algo para aliviarle el dolor, de modo que puede que esté un poco ida el resto del día.

-Está bien, doctora. Gracias por su ayuda.

Estaba ya anocheciendo cuando trasladaron a Ariana a planta. Para entonces, los analgésicos ya la habían sumido en un profundo sueño. Uno de los ayudantes del sheriff le entregó el bolso de Ariana a Harry, que sacó la tarjeta del seguro médico y efectuó el registro correspondiente en el hospital. Después se sentó junto a su cama y empezó a hacer llamadas. Se puso en contacto con Leah para contarle lo que había ocurrido. Le explicó que aunque la policía haría todo lo posible por proteger la privacidad de Ariana, la historia aparecería en primera plana de todos los periódicos.

Al tratarse de una agresión sexual, los medios de comunicación no revelarían los nombres de Ariana y de Lena. Sin embargo, eso no los frenaría a la hora de tratar de entrevistar a todas las personas de su entorno. Él y Leah charlaron sobre si avisar a Victoria Austen. Leah prefería no hacerlo y Harry estuvo de acuerdo en seguir su recomendación.

Una chica mala ➡️ Harry Styles ✔Where stories live. Discover now