Capítulo 4: Sándwiches de jamón y queso.

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Llegamos a la base y dejamos las provisiones en el comedor. Luego nos encontramos a Spencer en uno de los pasillos justo cuando le buscábamos.

–Spencer, ¿podemos hablar contigo un momento? –le pregunto con educación.

–Sí, claro –me contesta–. Iba de camino a mi despacho, venid conmigo y hablamos allí.

Le seguimos y cuando llegamos, Josh y yo nos sentamos en las dos sillas que tiene frente a su escritorio.

–¿Ha pasado algo? –nos pregunta mientras toma asiento él también en su silla.

–Nos hemos encontrado esto por la zona del almacén –Josh saca el cuaderno de su mochila y se lo entrega.

–Es un cuaderno –frunce el ceño–. ¿Qué tiene de especial?

–Ábrelo y mira lo que hay dentro –le pide. Spencer le hace caso y se detiene unos instantes para leer las páginas que contiene.

–Oh... es un cuaderno de notas de los Encapuchados –dice después de echarle un vistazo general.

–Así es.

–¿Y dónde decís que lo habéis encontrado? –nos mira.

–Estaba tirado entre los arbustos que rodean el almacén –le especifica Josh.

–Me lo voy a quedar si no os importa. Quiero verlo detalladamente por si encuentro algo sospechoso. Os llamaré si descubro cualquier cosa.

–De acuerdo –decimos los dos al mismo tiempo, para después levantarnos y abandonar el despacho de Spencer.

Un rato más tarde, vamos al comedor de nuevo a comer para reponer fuerzas. El lugar está vacío, así que los dos nos servimos un sándwich de jamón y queso: mi sándwich favorito.

–Es genial que te hayas reencontrado con tu hermano –le digo mientras comemos sentados en una de las mesas.

–Bueno, la verdad es que era lo último que esperaba encontrar en la otra base –me dice en un tono indiferente y frío. Josh es una persona fría. Siempre lo ha sido desde que lo conozco.

–Ha sido una gran casualidad –añado, dándole después un mordisco a mi sándwich.

–Después de estar tantos años sin saber nada de él, yo ya le había dado por muerto.

De pronto escuchamos los pasos de alguien que se acerca a toda prisa al comedor. Es Spencer otra vez. En la expresión de su cara se puede ver reflejada cierta inquietud.

–Chicos, he encontrado una cosa en el cuaderno que me habéis entregado. Tenéis que venir a verla –las palabras salen de su boca apresuradamente.

Sin pensarlo dos veces, nos levantamos de la mesa para ir con él. Le seguimos de nuevo hasta su despacho y vemos que en su mesa, además de tener el cuaderno, tiene un mapa.

–He encontrado estas coordenadas tan extrañas. Las he comprobado en el mapa y me han llevado hasta un laboratorio abandonado... un laboratorio muy sospechoso –nos explica mientras señala la zona en el mapa con su dedo índice.

–En ese laboratorio trabajaban unos científicos antes de que ocurriera lo del virus, ¿no? –le pregunto.

–Sí. Esos científicos trabajan ahí investigando nuevas enfermedades para estudiarlas.

–Siempre se sospechó de ellos porque se cree que fueron los responsables de causar el virus –añade Josh.

–Por ese motivo debemos ir hasta allí y buscar alguna prueba, algo que pueda llamar nuestra atención.

–Necesitaremos que más gente nos acompañe –le recuerdo–. No podemos ir solos, es peligroso.

–Marcus y Layla pueden venir con nosotros.

–¿Y cuándo iríamos? –pregunta Josh.

–Mañana por la mañana mismo. El laboratorio está un poco escondido en el bosque, pero yo sé cómo llegar.

–Perfecto, pues quedamos en el portón como siempre –concluye Josh.

–Nos vemos ahí a las ocho. Sed puntuales.

A la mañana siguiente me levanto una hora antes de reunirme con mis compañeros. Paso por el comedor para desayunar algo y luego preparo mis armas con la munición necesaria como siempre. Cuando termino de prepararme, salgo al portón tal y como indicó Spencer. Allí me los encuentro a todos esperándome.

–Buenos días, Hannah –me saludan.

–Buenos días –les devuelvo el saludo con una pequeña sonrisa.

–Bien, ahora que ya estamos todos podemos marcharnos –dice Spencer–. Vamos a ir a pie por el sendero que se adentra en el bosque y luego continuaremos por un camino secundario por el que llegaremos antes –comienza explicando–. No creo que haya muchos enemigos por esa zona, pero estad atentos por si acaso.

Abandonamos la base después de las explicaciones de nuestro líder. Spencer va delante junto a Josh y Marcus en el camino; Layla y yo vamos detrás de ellos.

–¿Llevas mucho tiempo ofreciendo tus servicios en la base? –me pregunta.

–Empecé a formarme en una escuela militar a los 16 años. Cuando cumplí los 18 conseguí acceder a la base... y bueno, ahí he estado hasta día de hoy.

–Eres bastante joven entonces –desvía su mirada hacia mí.

–Tengo 22 años –especifico para ser más exacta–. Soy de las más jóvenes, sí.

–Bueno, a veces la edad no determina la experiencia –hace una breve pausa–. Yo tengo 26.

–¿Cuánto tiempo llevas dedicándote a esto? –le pregunto con el fin de saber más cosas de ella.

–Desde los 20. Llevo seis años enfrentándome a muchos peligros, pero también conociendo a alguna que otra persona agradable por el camino...

–Como por ejemplo... ¿Marcus? –le doy una sonrisa pillina.

–Sí, como él –sus mejillas se sonrojan al mismo tiempo que una sonrisilla se dibuja en sus labios. Marcus, sin dejar de caminar, se gira para mirarnos al escuchar su nombre.

–¿Qué estáis diciendo de mí? –levanta una ceja.

–Oh, solo estábamos hablando de los buenos sándwiches de jamón y queso que preparan en el comedor de la base, ¿verdad, Hannah?

–Ah, sí... buenísimos –contesto en un tono burlón.

–Sabes que yo estoy mucho mejor –Marcus le guiña un ojo a Layla, luego vuelve a mirar al frente.

–No se lo discuto –me susurra por lo bajo–. En general los hermanos Taylor están bastante bien.

–Yo me quedo con los sándwiches de jamón y queso.

De pronto, Spencer se detiene en seco y se queda contemplando un edificio con fachada de ladrillos cubierta por la hiedra salvaje del bosque.

–Hemos llegado –dice al fin.

Layla y yo dejamos la conversación y nos ponemos serias ahora que hemos llegado al laboratorio. Josh no ha dicho mucho en todo el trayecto, ha estado bastante callado. Quizá simplemente está centrado en su trabajo, o quizá es solo su manera de ser. No sé, físicamente es atractivo, pero interiormente es... bueno, es muy él.

–El laboratorio tiene dos plantas, en la de abajo hay varias salas en las cuales se realizaban los experimentos y en la de arriba se encuentra el viejo almacén –explica Spencer.

–¿Cómo conoces este sitio tan bien? –le pregunta Josh sorprendido.

–No es mi primera vez aquí –le responde con seriedad, para después empezar a caminar hacia su interior.

Los Supervivientes De La TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora