Capítulo 22: Labios rosados.

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Cuando estoy justo delante de la puerta de la habitación para entrar, hay algo que me detiene. Oigo las voces de Josh y Marcus justo al otro lado. Están hablando de mí.

–De verdad que me ha preocupado verla como la he visto.

–Josh, todo el mundo tiene pesadillas. No le des tanta importancia.

–Tú no viste la expresión de su cara cuando se despertó. Estaba asustada, traumatizada... –interrumpo la conversación abriendo la puerta. Los dos hermanos se giran en la dirección de la puerta y se hace el silencio al verme.

–¿Dónde has estado? –es todo lo que me pregunta Josh.

Antes de contestarle, cierro la puerta cuidadosamente y me acerco hasta mi cama. Ambos me siguen con la mirada.

–He estado con Derek –le digo una vez estoy sentada en mi cama.

–¿Que has estado con quién? –los ojos de Josh se abren en sorpresa.

–Con Derek –le repito, mirándole directamente.

–Y lo dices como si nada –emite una risita–. ¡¿Se puede saber qué hacías con ese hombre?! –levanta la voz, haciendo que mi poca paciencia por esta noche empiece a consumirse.

–No me grites –le pido en un tono calmado–. Déjame explicar...

–Hannah –me interrumpe, su mirada fijándose en la mía–, te has despertado a las tres de la mañana aterrorizada por una pesadilla. Has empezado a preguntarme por una tal Ashley –se me hace un nudo en el estómago cuando pronuncia ese nombre–, y luego has salido corriendo a potar.

–Josh…

–Quería ayudarte, pero te has ido dejándome con la palabra en la boca. Y ahora vienes diciendo que...

–¡Joder, Josh! –me levanto de la cama de un salto por la adrenalina de la discusión–. Estaba llevando a cabo mi plan ¿sabes? No he estado con ese tío por gusto, si es lo que piensas.

–¿Qué plan? ¿De qué hablas? –me mira con el ceño fruncido.

–Sé dónde está Scott.

–¿Cómo has dicho? –Marcus, que se había sentado en su cama mientras discutíamos, se levanta de golpe.

–Si me dejasen hablar, os lo hubiera contado desde el principio –le digo.

A continuación, nos sentamos los tres en una de las camas y les explico que Derek ha caído de lleno en mi trampa. Les cuento también todo lo que sé sobre Scott y el grupo. Y tras terminar de hablar, sus mandíbulas casi pueden tocar el suelo. Están muy sorprendidos.

–Es impresionante hasta qué punto le ha manipulado para conseguir lo que querías –le dice Marcus a su hermano. Él simplemente asiente con la cabeza, sin dejar de mirarme.

–No me lo ha puesto muy difícil. He aprovechado también el hecho de que… bueno, parece interesado en mí.

–¿Interesado? –a Marcus se le escapa una carcajada.

–Oh, vamos. Solo tienes que fijarte en la manera en la que me mira.

–Qué asco de ser –dice Josh por lo bajo.

–¿Y tú no tienes nada que decirme? –le pregunto, cruzando mis brazos sobre el pecho.

–No –su contestación es más fría que un cubito de hielo. Yo pongo los ojos en blanco.

–¿Seguro? –insisto.

–No tengo que pedir disculpas por preocuparme por ti.

Permanecemos durante unos segundos mirándonos a los ojos. Me ha pillado un poco por sorpresa su contestación y ahora no sé qué decirle. Haberme dejado sin respuesta parece agradarle, pues una pequeña sonrisa de victoria se dibuja en sus labios, en los cuales no me había fijado hasta ahora.

Su labio inferior es más grueso que el superior y tienen un tono rosado...

–Hola, sigo aquí –salta Marcus, sacándome por completo de ese trance tan raro.

Entonces recuerdo que no le he preguntado cómo le ha ido. Con tanta tensión y miradas extrañas se me ha olvidado por completo.

–¿Cómo te ha ido a ti? –le pregunto.

–Todo ha salido bien. Aquí no se enteran ni del clima. Ya tengo nuestra munición... incluso les he birlado un poco –dice con una sonrisa traviesa.

–¿Quién te enseñó a robar? –salta Josh con una expresión de sorpresa en su cara.

–Tranquilo, no se darán cuenta… o tal vez sí.

–Robar está feo.

–Y estar discutiendo siempre también.

–Yo no estoy discutiendo siempre. Simplemente tengo carácter –Josh se encoge de hombros.

–Tu hermano podría originar una guerra si se lo propusiera, pero él no está listo para tener esa conversación –le digo a Marcus por lo bajo, y él no puede contener la risa.

Qué bien le queda a Marcus sonreír después de todo.

Los Supervivientes De La TraiciónWhere stories live. Discover now