Capítulo 32: La bala que se podría haber esquivado.

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Abandonamos la habitación, y en efecto, tenemos un enfrentamiento con ellos tal y como me temía. Ya había presenciado alguna vez un tiroteo, por lo que no me asusta. De hecho, me las arreglo bastante bien para abatir a los hombres que se me echan encima.

Todo es cuestión de saber cubrirse bien y disparar en el momento exacto.

–Vale. ¡Todo despejado! –asegura Marcus desde detrás de la mesa que ha usado como cobertura.

Salimos de nuestras posiciones de defensa y nos dirigimos hacia la salida del bar, o eso es lo que me parece este sitio al que nos han traído. Marcus sujeta la puerta para que Josh y yo salgamos primero.

Nosotros ya estamos fuera cuando escuchamos un disparo que proviene de dentro. Reacciono lo suficientemente rápido como para abatir al último hombre que había quedado con vida, el cual no sé ni de dónde ha salido. Pero entonces, veo que Josh está echado en el suelo junto a su hermano.

A Marcus le pasa algo.

Mierda.

Marcus está herido.

Herido gravemente.

–Oh, Dios mío –me llevo la mano a la boca para cubrirla por la conmoción de ver una herida de bala en un costado de su estómago. Luego me agacho, quedando al lado de Josh.

–¡Tenemos que hacer algo! ¡Está perdiendo mucha sangre! –me grita muy nervioso mientras me fijo en la herida, comprobando que, efectivamente, se está desangrando.

Marcus se nos va.

Pero no puede irse.

No podemos perder a nadie más.

–Haz presión sobre la herida para cortar la hemorragia –le indico, él me obedece. Yo empiezo a buscar rápidamente vendas y cosas de primeros auxilios en mi mochila.

Entonces Marcus empieza a expulsar sangre por la boca. Josh y yo nos quedamos helados. Esto es mucho más grave de lo que pensamos.

–Me voy a reencontrar con Layla en muy poco –empieza a decir con una sonrisa ensangrentada.

–No, no digas eso, por favor –Josh suena suplicante y angustiado–. No puedes dejarme.

–Ella y el bebé me esperan.

–Marcus, no... –a Josh se le quiebra la voz. Yo estoy en estado de shock presenciando la escena a su lado.

–Has sido un buen hermano, amigo y compañero. Cuídate mucho, y cuida también de esa chica –me da una mirada rápida–. Lo vais a conseguir. Yo lo sé.

Y tras pronunciar esas emotivas y últimas palabras, Marcus cierra los ojos para siempre. Josh se aferra a la esperanza de que su hermano no se haya ido cuando coloca sus dedos en el cuello para medirle el pulso. Sin embargo, nuestro compañero ahora es una estrella más que brilla en el cielo.

Josh se lanza a abrazarle mientras llora desconsoladamente. A mí también se me hace imposible no llorar. Este momento está siendo demasiado duro. Siento punzadas continuadas en el pecho. Es como si pudiera sentir el propio dolor de mi compañero. Me descompone por dentro. Es una sensación horrible. Es un dolor semejante a cuando me tocó a mí pasar por lo mismo.

–¡Sois unos putos asesinos! –grita de la impotencia, lágrimas descendiendo por sus mejillas de manera descontrolada.

Sin dejar de llorar, me levanto y cojo un mantel de tela que me encuentro por el bar. Lo extiendo delicadamente sobre el cuerpo de Marcus para taparlo. No quiero que Josh lo vea más.

–¡Joder! –le da un puñetazo al suelo por la impotencia.

–Vámonos –mi voz sale tan débil que apenas es audible. No sé si Josh logró escucharme, pero en cualquier caso no se mueve–. Josh, vámonos, por favor –le repito al tiempo que tomo su brazo para levantarle del suelo.

–Hasta siempre, hermano. Cuídame desde ahí arriba.

Los Supervivientes De La TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora