Capítulo 35: Las cosas van de mal en peor.

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–Hannah, háblame. Dime algo.

–¿Qué os han hecho? –con voz temblorosa, es todo lo que soy capaz de decir mientras me acerco lentamente a su cama.

–Días antes sufrimos un ataque de infectados, tal y como pasó en la otra base. Algunas personas murieron y nos quedamos casi sin suministros. Luego vinieron ellos, sin avisar ni nada, e invadieron la base de la manera más violenta que te puedas imaginar. Estas quemaduras que ves –se sube la manga de su sudadera para mostrarme el brazo, y yo abro los ojos como platos–, me las hicieron ellos. Iban cargados con cócteles molotov. Perdimos a casi todos –se le quiebra la voz, por lo que tiene que hacer una pausa para respirar hondo–. Creo que solamente tres o cuatro personas contadas consiguieron salir con vida. La base ya no existe, Hannah –sus ojos color miel han perdido ese brillo que solían tener. Ahora puedo ver reflejados en ellos el dolor interno, el cual es mucho peor que el físico–. Nuestro grupo ya no existe. Se los han cargado como puñeteros animales salvajes.

Siento un vacío indescriptible dentro de mí. Un dolor tremendo me inunda el pecho. Quiero llorar, pero no me salen las lágrimas. Estoy en shock. Josh también lo está. Él se ha echado las manos a la cabeza, inmóvil a mi lado. Ryan está apoyado en el marco de la puerta cabizbajo, sin pronunciar palabra.

–¿A vosotros no os acompañaban dos personas más? –hace una mueca de dolor al sentarse en la cama–. Marcus y Layla… ¿dónde están?

–También han muerto –responde Josh siendo muy directo.

–Oh, Dios mío –susurra mientras se tapa la cara con las manos.

–¿Necesitas medicinas o algo? –le pregunto cambiando de tema.

–No me vendrían mal un par de vendas y analgésicos, la verdad.

Me pongo mi mochila a un lado para abrirla. Busco en ella lo que necesita y se lo dejo en la mesita de noche que tiene al lado de la cama.

–Aquí tienes.

–Gracias, Hannah. De verdad –me da una pequeña sonrisa–. ¿Seguiréis con esto?

Miro a Josh. Él me está mirando también. No sé muy bien qué decir porque tampoco sé qué vamos a hacer. Esto ha sido un golpe muy duro.

–Sabemos dónde se encuentra –afirmo, e inmediatamente después sus ojos se abren en sorpresa.

–¿Scott?

–Sí. Es una larga historia…

–Tenéis que seguir –nos dice sonando firme.

–Necesitamos algún medio de transporte que podamos usar para ir hasta Charleston –añade Josh–. Ahí es donde, supuestamente, nos vamos a ver con él.

–Yo tengo algo que creo que os puede ser de utilidad –salta Ryan. Josh y yo nos volteamos a la vez para mirarle.

–¿El qué? –le pregunto.

–Seguidme. Os lo enseñaré.

–Chicos –Kendall nos detiene antes de irnos–, tened muchísimo cuidado. No sois conscientes de lo que esa gente es capaz.

–Créeme, nosotros ya hemos visto demasiado ahí fuera –contesta Josh. Tras eso, nos disponemos a salir por la puerta. Sin embargo, me llama de nuevo.

–Ah, y Hannah…

–¿Sí? –me giro en su dirección.

–¿Volveremos a vernos?

–Volveremos a vernos –le aseguro.

–Cuídate.

–Tú también.

No hay ni rastro de sonrisas en nuestras caras. Realmente me duele verla pero sobre todo dejarla así. Es mi amiga. Lo hemos sido desde que llegué a la base. Quizá sea de las pocas amistades que conservo hasta la fecha, y no tenerla a mi lado en esta misión se ha notado.

Pero es mejor así, es mejor estar separadas y que no la involucre en esto. Josh y yo tenemos que terminarlo. Hasta entonces, tiene que recuperarse. Y sé que lo hará.

Ella es fuerte y saldrá adelante.

Los Supervivientes De La TraiciónWhere stories live. Discover now