Capítulo 41: Luchar.

15 1 0
                                    

Recorremos la playa a medida que el sol se va poniendo. Es una escena muy bonita, pues el agua del mar se ve en un tono anaranjado por el reflejo del cielo. Pero entonces, siento un fuerte dolor en el brazo, como si algo me lo acabara de atravesar. Detengo a Spot en seco y mi mirada se fija en mi brazo herido. Es una flecha con algún tipo de sustancia venenosa. La saco con ayuda de mis dos manos, algo que me provoca un dolor tan intenso que me marea. Antes de caerme, me bajo del caballo débilmente para dejar que mi cuerpo se tumbe sobre la arena.

La vista se me empieza a nublar, veo a Josh doble y no soy capaz de entender lo que me está diciendo. Es en ese momento, justo antes de desmayarme, cuando aparece uno de ellos y le da un golpe en la cabeza con la culata de una pistola a mi compañero, haciendo que también pierda el conocimiento.

Y todo se vuelve negro otra vez.

Me despierto. Tengo el corazón muy acelerado. Sigo viendo algo borroso y me siento débil. Trato de enfocar mi visión hasta que soy capaz de distinguir la silueta de una mujer en una esquina del lugar en el que me encuentro. Es una especie de camarote. Creo que estoy en un barco.

Ella no lleva pasamontañas. Su pelo rubio y lacio cae sobre sus hombros; sus ojos son oscuros y profundos como la noche. Calculo que tendrá aproximadamente mi edad.

–Menos mal que hicimos una patrulla por la playa y os vimos de nuevo. Cambiar de apariencia solo os sirvió para un rato.

–¿Dónde está? –la desafío con la mirada.

–Es fácil seguiros el rastro, ¿sabes?

–Dime dónde está –pronuncio cada palabra lentamente.

–No tienes que preocuparte más por eso. Ya se estarán ocupando de él.

–¿Y a qué estás esperando para matarme a mí también?

–Quisiera tener una charla contigo primero –da unos pasos hacia mí.

La miro por unos segundos con ojos de desprecio, para después usar la pared como apoyo para levantarme. Pero entonces ella, aprovechando que aún estoy algo débil, me da un empujón. Pierdo el equilibrio y termino sentada en el suelo de nuevo. Se agacha en cuclillas delante de mí, quedando la una frente la otra a escasos centímetros. Mis ojos marrones se clavan en los suyos, haciendo un contacto visual verdaderamente intenso.

–Nosotros nunca quisimos esto –le digo casi susurrando.

–Nosotros tampoco –me responde.

–¿Entonces?

–Simplemente recibimos órdenes y las ejecutamos.

–¿Acabar con nosotros es una orden de Scott? –le pregunto con el ceño fruncido.

–Sí, y ya estáis acabados.

–Te equivocas.

Y es ahí cuando yo tomo el control de la situación. De las pocas fuerzas que tengo en estos momentos, soy capaz de poner las manos en su pecho y empujarla. Ella, al no tener mucha estabilidad en esa posición, cae hacia atrás. Su espalda entra en contacto con el suelo, a lo que yo reacciono rápidamente. Me subo a horcajadas encima de ella y levanto sus brazos por encima de la cabeza, sujetándolos con fuerza para bloquearlos.

–Nadie más tiene que salir mal de todo esto –clavo mi mirada en la profundidad de la suya–. Solo dime dónde está mi compañero.

–No lo vas a conseguir.

Un sentimiento de impotencia me domina por dentro, y aunque no quería hacerlo, finalmente mi puño acaba impactando contra su mandíbula. Ella realiza una mueca de dolor, pero no se inmuta mucho más.

–Pegas como una niña –dice en un tono provocativo.

A continuación, todo sucede tan rápido que no me da tiempo ni a reaccionar. Cuando quiero darme cuenta, se ha soltado de mi agarre y ahora es ella la que está encima de mí. Siento un par de puñetazos impactar con fuerza contra mis mejillas. El dolor empieza a extenderse por toda mi cara, sin embargo eso solo hace que me hierva la sangre aún más.

La pelea se pone mucho más intensa cuando agarro su pelo y tiro de él con fuerza para quitármela de encima. Se le escapa un gemido de dolor, para después tratar de agarrarme a mí por el cuello. Ante eso, yo tiro con más fuerza de su pelo hasta que consigo tumbarla a mi lado.

–¿Quieres seguir peleando o ya tuviste suficiente? –le pregunto al tiempo que me pongo de pie.

–Una de las dos tiene que ganar aquí –me responde levantándose también.

Entonces saca algo que se estaba guardando para rematarme: una navaja. Mis ojos se abren en sorpresa y mi instinto me grita que me aleje de ella porque la más vulnerable ahora mismo aquí soy yo.

–Podrías haberla sacado antes –le digo mientras empiezo a retroceder sobre mis pasos.

–Me apetecía un poco de acción –una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios a la vez que se aproxima hacia mí.

Me siento como una pequeña presa apunto de ser capturada por un gran depredador. Mi respiración es un desastre, me duele toda la cara y me está agobiando el hecho de no tener escapatoria.

Pero no, no puedo rendirme.

Mi espalda choca contra la pared en el momento en el que ya casi estoy acorralada. Sin embargo, con un gesto veloz e inesperado, consigo tomar su brazo con fuerza e impedir que se acerque a mí con el arma. Empezamos a forcejear por toda la habitación hasta que acabamos en la pared de enfrente, con la diferencia de que ahora es ella la que está acorralada. El filo de la navaja me roza el cuello una de las veces, pero con un reflejo de última hora, logro apartarlo y quitarle el peligroso objeto de las manos.

Ahora es mío y el poder lo tengo yo.

Así que, cansada de luchar, se lo clavo profundamente en uno de los costados de su estómago. Le tapo la boca con la mano para que no grite, aunque la intensa profundidad de su mirada habla por sí sola. Sus ojos se abren como platos y lágrimas se forman automáticamente en ellos. Intenta sujetarse a mis hombros, en cambio yo retiro la navaja de su interior y me aparto lentamente para dejarla caer. Mientras hace presión en la puñalada con las dos manos, se resbala por la pared hasta que su cuerpo entra en contacto con el suelo.

Primero me mira a mí sin decir nada, luego se mira las manos ensangrentadas. Sus ojos empiezan a cerrarse y su cuerpo a tambalearse.

–Hannah –pronuncia mi nombre con la voz ronca–. Así escuché que te llamaban.

–¿Cuál es tu nombre?

–Brooke.

Y tras contestarme, su cuerpo queda tendido en el suelo. No sé si está inconsciente, pero en cualquier caso tengo que salir de aquí.

Tengo que encontrar a Josh.

Los Supervivientes De La TraiciónWhere stories live. Discover now