Capítulo 28: Marcus ha hecho un nuevo amigo.

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Amie, además de ser físicamente muy parecida a su hermana, es igual de agradable también. Y la verdad es que es todo un alivio poder cruzarte de vez en cuando con gente tan amable. Te hace ver que todavía queda gente buena en este mundo, y eso se agradece enormemente.

El exterior de la casa no tenía mucho en especial. De hecho, cualquiera habría pensado que es una casa más entre muchas. Sin embargo, el interior es completamente diferente. Aunque la pintura de algunas paredes está algo levantada y hay pequeñas manchas de humedad en el techo, la casa está bastante limpia. Gran parte de los muebles son de madera y están bien cuidados. La casa en general es muy acogedora.

–Encontramos esta zona y nos gustó por la tranquilidad que hay en ella. Muy pocas veces hemos visto a infectados rondando por aquí –nos cuenta mientras nos sirve una taza de chocolate en la mesa redonda de su comedor. El niño también está sentando a la mesa como si fuera un adulto más–. Jacob y yo decidimos quedarnos y establecer esta casa como nuestra. Estaba abandonada y ya nadie la iba a reclamar como suya, así que empezamos a reformarla cuando yo me quedé embarazada. Jacob construyó casi todo el mobiliario que veis. Luego nació Noah, y bueno, somos muy felices desde entonces.

–Jacob hizo un gran trabajo, la verdad –dice Victoria admirando la casa.

–La carpintería y todo lo relacionado siempre ha sido lo suyo. Quién nos iba a decir que esa habilidad sería tan necesaria en el apocalipsis –añade, y todos nos reímos.

–¿Puedo preguntarte algo, Amie? –le digo.

–Sí, claro –fija su mirada en mí–. Adelante, Hannah.

–Lo mismo te parece una pregunta un poco descarada, pero siento curiosidad… –me aclaro la garganta–. ¿Cómo os conocísteis Jacob y tú?

–Oh, tranquila, no me parece en absoluto una pregunta descarada –se sienta a la mesa con nosotros–. De hecho, hasta me agrada que me hayas preguntado eso. Me gusta mucho hablar, y más de ese tipo de cosas.

Yo le sonrío, y me llevo la taza a los labios. El chocolate está algo amargo pero no me importa. Hacía tanto tiempo que no tomaba una buena taza de chocolate caliente que ya ni recordaba su sabor.

–Pues verás –se aclara la garganta–, yo nunca he creído en las casualidades, sin embargo todo cambió el día que nos reencontramos. Yo ya conocía a Jacob de antes, mucho antes. Estudiamos en el instituto juntos, y hasta recuerdo que me invitó al baile de nuestra graduación –sus mejillas adquieren un tono rosado, y a continuación le da un sorbo a su chocolate para tratar de ocultarlo–. Después de eso, no volví a saber nada de él. Pero un día, caminando por el bosque, me lo volví a encontrar. Él no estaba solo, un pequeño grupo de supervivientes le acompañaba –hace una pausa, como si estuviera recordando cada detalle–. Había mujeres y niños, así que no dudé en unirme. Ahora vivimos todos por la zona, cada familia en una casa. Y es increíble cómo le hemos devuelto la vida al que antes solía ser un pueblo fantasma.

–Eso es muy bonito –se me dibuja una sonrisa sincera en la comisura de los labios.

De repente, escuchamos un sollozo de Marcus. Todas las miradas se fijan en él y se hace el silencio. Está llorando. Seguramente porque sus pensamientos se han ido a Layla.

–Disculpad –se levanta de la mesa para dirigirse al porche. El pequeño Noah le sigue con la mirada, como si también supiera que algo le pasa.

–Ve con él –le pido a Josh, y él sale a paso rápido detrás de su hermano.

–¿Ha perdido a alguien recientemente? –la constante expresión de felicidad en la cara de Amie se ha borrado, ahora parece preocupada.

–Sí –se me eriza el vello de los brazos al recordar lo que pasó en aquel callejón de la ciudad–. Contábamos con una chica más. Se llamaba Layla, era su pareja.

–Lo siento muchísimo, de verdad.

–No te disculpes. No es culpa de nadie. Es una consecuencia de realizar misiones así.

–¿Y puedo saber cuál es el motivo de esta misión?

–Sabemos de un tipo que conoce una vacuna que podría ser funcional. Estamos intentando llegar hasta su posición para dar con él y con esa supuesta vacuna –le explico detenidamente para que entienda la seriedad que conlleva–. Estamos yendo un poco a ciegas. Ni siquiera sabemos si esto saldrá bien.

–Siempre he admirado a los militares y su labor en las misiones –me dice en un tono que suena bastante gratificante. Me gusta que la gente piense así de nosotros, que nos valoren.

–Yo también –añade Victoria.

–Más que una misión, es un sacrificio todo lo que estamos haciendo.

–Sé que es lo que cualquiera te diría, pero merecerá la pena. Solamente vosotros tenéis la oportunidad y el suficiente poder como para salvarnos.

Victoria asiente con la cabeza mostrándose de acuerdo con lo que dice su hermana. Sus palabras me llenan y me motivan aún más. Realmente era lo que necesitaba oír. A veces necesitamos que nos digan unas simples palabras que se sienten como un empujoncito para continuar realizando algo.

En ese momento aparece Marcus seguido de Josh por la puerta. Noah se levanta de su silla y se acerca despacio a Marcus.

–¿Puedo abrazarte? –dice con una voz adorable.

El corazón se me derrite.

–Claro –Marcus se agacha y le recibe con los brazos abiertos.

El niño, como si de toda la vida conociera a Marcus, le abraza con fuerza. Sus grandes brazos rodean el pequeño cuerpecito de Noah. Es una imagen tan bonita que a todos nos provoca una sonrisa.

El abrazo de un niño siempre será un gesto real y sincero. Y esa es la magia que tienen. Todo lo que hacen o dicen lo hacen de verdad, de corazón. No hay nada de maldad en ellos.

–Noah es muy listo para su edad. Te ha visto mal y ha sabido lo que tenía que hacer –dice Amie.

–Sin duda es muy buen niño –añade Marcus, separándose de Noah.

–Creo que os llevaréis bien.

–Yo también lo creo –dice al tiempo que choca los cinco con su nuevo mini colega.

Los Supervivientes De La TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora