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Dormir le había ayudado a aclarar su mente.

Jungkook sabía que su fiesta había sido un fiasco, sí, pero no significaba que no tendría otra oportunidad. Sólo tenía que esforzarse un poco más de lo que pensó en un principio. Además, debía disculparse con Taehyung por su comportamiento del día anterior. Quizás podría comprarle algo en la cafetería, como ese pudín de chocolate que tanto le gustaba, si es que convencía a sus padres de darle un poco de dinero extra para el almuerzo.

Escuchó el fuerte sonido de la alarma retumbarle en los oídos, y perezosamente se estiró hasta que su mano izquierda tanteó la mesita para darle un golpe y callar el molesto aparato, pero no pudo medir correctamente la distancia, ni su fuerza, porque de pronto se fue al suelo con todo y sus sábanas.

Jungkook gruñó, aun tendido en el suelo.

Pasaron algunos segundos antes de que comenzara a incorporarse ligeramente, sintiendo como la luz del día entraba por la ventana, y frotó sus ojos con pereza, hasta que finalmente los abrió, mirando a su alrededor, y sintió el mundo congelarse, en tanto se sentaba en su sitio con la velocidad de un rayo.

Esa definitivamente no era su habitación.

— ¿Mamá? — llamó confundido, sin obtener respuesta, pero llevó una mano hacia su garganta al escuchar salir una voz algo más grave que la suya, y pudo percatarse de que la ropa que llevaba tampoco era ropa suya.

¿Qué estaba pasando?

Bastante asustado, pateó sus sábanas y se apresuró hacia el enorme espejo que había en una esquina de su habitación, ahogando un grito y observando su reflejo en el espejo con los ojos bien abiertos.

Él no era el mismo.

Su reflejo no era el del mismo niño bajito y delgado del día anterior. Ahora era alto, considerablemente más alto. Su rostro era más marcado, su piel se veía mejor cuidada y su cabello... ¡Su cabello estaba más largo! ¡Lo bastante para que comenzara a ondularse un poco!

Aun confundido, palpó con sus manos el resto de su cuerpo por encima de aquel pijama extremadamente suave, notando que sus brazos ya no eran muy delgados. Sus hombros eran un poco más anchos, ya no sentía su pancita ser suave. Levantó la parte superior de su pijama para verse. No tenía el abdomen marcado, pero era claro que hacía ejercicio.

Estaba muy en forma, como siempre había querido, incluso si cintura seguía siendo un tanto delgada, pero se veía bien y se sentía diferente en todos los sentidos en los que una persona podía sentirse.

— No puede ser...

Era un adulto.

Tal y como lo había deseado.

Con una mezcla extraña de miedo y fascinación, se apartó del espejo como si quemara, avanzando torpemente hacia la puerta de la habitación para salir de allí y buscar a sus padres.

Estaba en un departamento. Uno enorme y sin una sola fotografía en las paredes a diferencia de las que había en su casa.

— ¿Papá? — llamó otra vez, pero no hubo respuesta. — ¿No hay nadie?

Jungkook avanzó cuidadosamente por el pasillo hasta dar con una enorme sala, con una aún más enorme televisión y un gigantesco sofá, lo cual lo dejó perplejo, especialmente por la decoración tan... lujosa. Era como la casa de una celebridad.

Vio algunas cartas sobre la mesa de la sala y avanzó, tomándolas entre sus manos para pasarlas, leyendo velozmente. El remitente era casi siempre diferente, pero todas iban dirigidas a su nombre.

"Jeon Jungkook."

Entonces esa era su casa. Su departamento. Tenía su propio departamento, su propia televisión, su propio sofá enorme y su propia sala gigantesca. Un departamento como de persona famosa.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Where stories live. Discover now