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Seokjin suspiró profundamente mientras observaba la fiesta desde un balcón del piso superior.

La cantidad de personas presentes era bastante aceptable. Había entablado buenas conversaciones con algunos invitados importantes y asegurado algunas reuniones para las próximas semanas, pero todo eso se veía opacado en el momento en que su padre (que estaba presente en la fiesta) ponía un pie frente y él y empezaba a llamar la atención como sólo él podía hacerlo, al punto de que fue demasiado exhaustivo y prefirió apartarse de todo.

En el piso superior había algunas pocas personas compartiendo copas, pero el balcón en el que él estaba se encontraba totalmente vacío, por lo cual pudo reposar sus manos con tranquilidad y mirarlo todo desde arriba, dándole una sensación extraña, como... superior.

Se preguntó si realmente esa era la vida que le esperaba. Ser un gran jefe en un puesto tan alto que haría a los demás verse pequeños. Obtener todas las acciones de LY, heredar mucho dinero y pasar los días en la misma oficina, en la misma silla en la que su padre se sentaba actualmente.

Cualquiera pensaría que era bueno tener una vida resuelta de ese modo. Seokjin sólo lo veía como una prisión perpetua en una bonita silla de cuero.

Pudo ver a Hoseok pasearse de aquí allá entre los invitados, siendo tan brillante como sólo él podía. Había visto a Yoomi rondando por ahí, aunque no le prestó demasiada atención, y también vagamente a Jungkook junto a un chico castaño que no reconocía de ninguna parte, pero supuso que debía ser otra de sus muchas citas, o algo así. No recordaba la última vez que lo había visto con una cita.

Seokjin suspiró profundamente, recargando sus brazos en el barandal en una posición quizás algo infantil, pero considerando que estaba cansado y aquel traje era incómodo, no le importaba demasiado. Quería dejar la imagen de perfecto editor en jefe que tanto se veía obligado a mostrar.

También quería enviar a todo y todos al diablo, pero sus empleados no lo merecían... O bueno, no todos ellos. Eran gente buena (de nuevo, no todos ellos) y ajena al hecho de que él estuviera atrapado en camino a un empleo que se suponía que debería hacerlo sentir completo.

— ¿Señor Kim? ¿Se encuentra bien?

Seokjin salió de su ensoñación (¿o pesadilla?) y se incorporó a la vez que giraba suavemente la cabeza, topándose nuevamente con Kim Namjoon, quien lo observaba con algo de curiosidad, y llevaba una caja mediana de color blanco entre sus manos.

Incluso si ese chico era un poco más alto que él, Seokjin no pudo evitar pensar que, con uniforme, el pequeño moño negro, y la caja, lucía algo lindo, de una manera adorable.

Quizás le recordaba un poco a un pingüino, pero uno bastante adorable.

— ¿Es necesario tratarme de usted otra vez? — preguntó con gracia, viéndolo observar alrededor un momento, como si esperara ver a alguno de sus compañeros o a su jefa rondando por allí.

— Supongo que no. — murmuró, incluso llegando a sonreír. — Lo siento. No quería interrumpir su... Tu tren del pensamiento, — se corrigió de inmediato. — pero te he estado buscando desde hace diez minutos.

— ¿De verdad? En este sitio diría que estoy a la vista de todo el mundo. — incluso alguien con problemas de vista podría verlo allí. — ¿Hay algún problema?

— No, pero la verdad es que no se me ocurrió mirar hacia el piso de arriba hasta hace un minuto. — explicó suavemente. — Espero no molestar.

— No te preocupes por eso. — sacudió la cabeza suavemente. — ¿Necesitas algo?

— Sólo traigo esto para usted. Para ti. — corrigió rápido, haciendo alusión a la caja. — De agradecimiento por el trabajo, y también porque lo prometí, ya sabes.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Where stories live. Discover now