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Yoongi tenía la costumbre de ir a la misma cafetería cerca de su edificio cada mañana. No estaba seguro de si lo hacía porque el café era realmente bueno o si era por una fuerza de costumbre, pero ya sea esto o aquello, seguía siendo un cliente regular.

Siempre iba a la misma ahora, a eso de las ocho. Veía siempre a los dos mismos baristas, una parejita de ancianos y a un hombre de traje que siempre estaba con un portátil. En ocasiones charlaba muy brevemente con ellos, y los baristas ni siquiera tenían que preguntar por su orden porque él era la clase de persona que siempre pedía el mismo cappuccino con espuma y una dona enorme de chocolate porque, bien, sí, quizás tenía una pequeña adicción con los dulces.

Hablar con el hombre de traje se limitaba a charlar un poco sobre el clima o alguna noticia que hubieran pasado en televisión y valiera la pena discutir un poco, pero la pareja de ancianitos era... realmente sociable. Preguntaban frecuentemente por su trabajo y por su día, y si había algo interesante que contarles, aunque Yoongi jamás tenía algo interesante que contar, excepto a cuando comenzó a ser amigo de Jungkook, lo cual era interesante para ellos porque aparentemente que hiciera un amigo era toda una hazaña.

Y sí, gracias, él ya había notado que era un poco patético tener veintiocho y no tener amigos.

A Yoongi no le gustaba ser el estereotipo de persona sin amigos y sin interés real por entablar amistades (al menos, hasta que llegó Jungkook) pero eso era exactamente lo que era... O... había sido. En sus años de escuela, se limitaba a relacionarse con otros lo suficiente como para no volverse loco por la soledad, en la universidad compartió departamento un par de años con unos chicos con los que se llevaba bien, aunque no tenían mucho en común, pero con los que solía salir a beber algunos fines de semana.

Desde entonces su mayor interacción con otros era quizás... besar desconocidos en clubes luego de invitarles un trago, o que le invitaran un trago. Lo que pasara primero. Quizás en alguna ocasión podría ocurrir algo más que eso, pero había pasado bastante tiempo desde que se había enredado con alguien que, al igual que él, sólo quería pasar un buen momento y pasar la página al otro día.

Luego pasó lo del chico de la barra.

Yoongi ya estaba alejado de los bares y su último encuentro fugaz con alguien había sido quizás hacia algunos meses, desde el momento en que decidió comenzar a acortar su consumo de alcohol. No es que tuviera problemas con la bebida, lo que en realidad quería era cortar su consumo de cigarrillos, y lo del alcohol se sumó de manera casi imprevista, porque los cigarrillos...

Sí, con esos tenía un problema.

Jungkook solía preguntar frecuentemente si le gustaban mucho las paletas por la enorme cantidad que tenía en una cajita en la sala de su casa, y Yoongi realmente no quería tener que explicarlo, mucho menos con alguien con quien apenas estaba entablando amistad y que, descubrió, era muy preguntón.

A pesar de eso, Yoongi adoraba a Jungkook.

Cuando sólo era el vecino gritón de al lado, no le agradaba mucho, aunque no le reclamaba por cualquier cosa que fuera a escuchar, pero desde que apareció en su puerta, parecía francamente haber sido reemplazado por un clon. Era bastante torpe, un poco ingenuo (más de lo que creyó) muy curioso, pero también divertido y amable. Se sentía como tener repentinamente al hermano menor que jamás pidió.

Pero era realmente un parlanchín sin un botón de volumen, y si le hubiera dicho que estaba intentado dejar su adicción a la nicotina, era probable que Jungkook comenzara a hacer preguntas que saltaban una a otra de manera impresionante, y en ese momento él no había querido encender esa máquina de preguntas, porque ya era tarde.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Where stories live. Discover now