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A Jungkook le gustaba mucho su salón de cinta morada.

Primero, cuando era un bebé, iba al salón de cinta verde, luego fue al de cinta roja, ¡y ahora era cinta morada! Su mamá decía que esa era la última cinta, y que luego Jungkook ya no podría ir al prescolar, sino que debía ir pri-ma-ria.

La idea no le gustó en nada, pero se volvió una idea menos mala cuando supo que TaeTae también iría a la primaria, ¡e incluso irían juntos!

— ¿Para qué es esto? — preguntó Taehyung un día en la hora de juego libre cuando, sentados en una banca del patio, Jungkook tomó su brazo para intentar atarle una cinta morada (que había tomado de su casa) en la muñeca.

— No nos van a dar cintas en primaria. — su papá había dicho eso luego de que Jungkook preguntara que color iba a usar allá. La respuesta fue "ninguno" y él no iba a permitir eso. — Así que yo te doy una ahora, así la tienes siempre.

— ¿Es un regalo?

— Sí, mi regalo. — asintió, terminando de atarla, muy satisfecho.

Taehyung alzó su muñeca para observar la cinta más de cerca, y una sonrisa adornó su rostro, sintiendo que ya era ultra especial simplemente porque era de parte de su mejor amigo en todo el mundo entero.

— Yo también quiero darte una.

Jungkook lo miró, y también sonrió, antes de meter las manos en sus bolsillos, y entonces sacar de allí una cinta color verde.

— ¡Mira! — exclamó feliz.

Taehyung no perdió el tiempo y rápidamente tomó la cinta en tanto Jungkook extendía su muñeca, y con cuidado comenzó a hacer un nudo seguro, y no demasiado apretado, para que no le lastimara.

— Ahora estamos iguales. — y Jungkook le sonrió.

— Es más bonito porque tengo tu color favorito, y tú tienes mi color favorito, — apuntó con entusiasmo. — y eres mi persona favorita, TaeTae. Lo hace ultra-súper especial.

— Tú también eres mi persona favorita, Kookie. — afirmó Taehyung, abrazándose a él hasta que sus mejillas estuvieron pegadas por estar sentados lado a lado. — Eres mi persona favorita en todo el mundo.

Jungkook se apartó un poco, y besó la mejilla de Taehyung con un ruidito sonoro. Estaba acostumbrado a que su madre besara sus mejillas todo el tiempo, al saludar, al despedirse, al estar feliz o triste. Jungkook por ende creció también con el hábito de besar las mejillas de su mamá, de su papá, y ahora de Taehyung, porque eran la mejor forma de demostrar cuanto lo quería.

— Eso hace cosquillas. — dijo Taehyung cuándo se separaron, y Jungkook alzó su mano para limpiarlo con la manga de su ropa. — No, no cosquillas ahí. — negó con la cabeza, y llevó una mano hacia su estómago. — Aquí.

— ¿En tu pancita?

— Sí, y acá. — asintió, ahora subiendo la mano hasta su pecho. — Es raro. Como magia.

— ¡Tal vez tenga magia! Vi una película de un niño que iba a una escuela de magia con mi papá. — sonrió el menor. — Si me llega una carta, les diré que tienes que venir conmigo.

— Pero, ¿y si no puedo?

— Entonces no iré. — resolvió con facilidad, y sin estar dispuesto a ir a ninguna parte sin su mejor amigo.

Taehyung estuvo a punto de decir que quizás Jungkook podría llevarlo a escondida tras recibir su carta para una escuela de magia, pero no pudo hacerlo cuando notó que de pronto una niña se acercó hasta quedar frente a ambos.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Where stories live. Discover now