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Adaptarse nuevamente al mundo como adolescente era una tarea complicada.

Los primeros días, Jungkook notó que muchas cosas que Taehyung había señalado en él eran ciertas: se encontró a sí mismo usando algunas palabras con un acento de la capital, se sentaba mucho más recto que antes, su vocabulario era mucho más extenso y, lo que básicamente deslumbró a la escuela, fue el cambio en su comportamiento con el que pasó por alto de Hyerim y los Seis.

Luego de experimentar tantas cosas importantes, y aprender tantas lecciones sobre la vida en sí, las situaciones de la escuela, la popularidad y las escalas sociales escolares eran francamente ridículas. Ahora prefería pasar su día a día disfrutando de las cosas pequeñas, como los waffles hechos con formas, las películas de ciencia ficción y superhéroes, las historietas, los videojuegos y un montón de otras cosas que antes le habrían señalado como algo tonto y vergonzoso, pero ahora no podría importarle menos.

Lo mejor de todo, es que podía disfrutar de todo eso junto a su persona favorita en todo el mundo, que jamás se había dejado llevar por los complejos de la adolescencia, y al igual que él, entendía que siempre que amara algo, ese algo jamás sería lo suficientemente vergonzoso para privarlo de hacerlo.

Aunque Jungkook se permitió a sí mismo disfrutar todo ese tiempo, viviendo puramente del presente, sabía que llegaría el momento en que tendría que entrar en acción, y comenzar a mover los hilos para cambiar un futuro.

Los días pasaron de esa manera, luego las semanas, y luego los meses, y casi como un parpadeo, el primer día de su segundo año de secundaria llegó por fin, y con él, el inicio de la Operación Siete.

Ignorante de todo lo que había sucedido con su amigo, y de sus extraños y futuristas planes, Taehyung dormitaba esa especial mañana de lunes, abrazado a su almohada con la boca ligeramente abierta, y mechones de su cabello disparándose en diferentes direcciones, porque siempre se despeinaba un poco al dormir, cuando fue interrumpido por el sonido de su ventana, a la que apenas le puso atención porque estaba demasiado cómodo en su cama.

— ¡Buenos días! — pero tuvo que obligarse a girar apenas la cabeza cuando vio a Jungkook, ingresando desde la misma como un rufián. — Cielos, tengo que comenzar a hacer más ejercicio. Últimamente trepar la enredadera se siente más difícil.

— Sabes que tenemos puerta, ¿verdad? — musitó, regresando a su posición para hundir la cara en su almohada.

— Sí, pero es demasiado temprano para despertar a tus padres.

— Claro, pero a mí no. — repuso, cubriéndose con las sábanas hasta la cabeza. — ¿Sabes de la nueva vecina de enfrente? ¿La Señora Choi? Ayer habló con mi padre porque creyó que secretamente metí a un chico por mi ventana durante la noche del viernes.

— Wow, qué escándalo. — Jungkook sonrió, quitándose su mochila de la espalda para dejarla sobre la alfombra: — ¿Y tu papá que dijo?

— Que pasa todo el tiempo, lo cual me deja en una luz nada favorecedora, — repuso, y el menor se rio, antes de lanzarse sobre él. Taehyung gruñó, aun adormilado. — y que te dará una llave antes de que alguien llame a la policía.

— Me gustaría una llave. Tú tienes una. — repuso, acomodándose hasta cruzar sus brazos sobre él, y reposando el mentón en los mismos. — Oye, en serio, es hora de levantarse.

Taehyung quitó las sábanas de su cabeza, y tanteó su teléfono sobre la mesita junto a la cama, encendiéndolo durante un segundo para revisar la hora, apenas abriendo los ojos, antes de gruñir.

— Falta más de una hora para entrar...

— Pero tenemos que llegar temprano.

— Siempre llegamos a tiempo.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora