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Yoongi tenía la suerte de que la independencia en su trabajo, es decir, el hecho de ser su propio jefe, le diera la oportunidad de tomarse ciertos días libres sin demasiado problema.

Antes...

Antes de tener un amigo, de aumentar su interacción social y conocer a un chico lo bastante bonito para llamar su atención más allá de lo usual, habría pasado esos días libres encerrado en su casa, mirando televisión, trabajando en bocetos para diseños nuevos que presentar, o tal vez yendo de compras, o algo así.

La verdad era que Yoongi jamás había sido exactamente malo para hacer amigos, pero sí para mantenerlos. Un claro ejemplo eran aquellas personas, "su grupo" de la universidad. Una vez que esta terminó, y sin tener nada que realmente los mantuviera juntos, había acabado perdiendo contacto con ellos, y mentiría si dijera que eso le había afectado de algún modo, porque la verdad era que le había dado igual.

Él simplemente no tenía la voluntad ni la habilidad de iniciar activamente una conversación sin un motivo fijo, y siempre había sabido que jamás fue, o sería, lo suficientemente interesante como para que alguien quisiera mantener una amistad prolongada con él. Por esa razón, y desde que se había graduado, su estilo había sido más relacionarse con aquellos que tuvieran que ver con el trabajo, lo suficiente para no ser un completo ermitaño, y tener una cita nueva cada semana que jamás iba más allá de ser encuentro de una noche.

Sus años de inmenso estudio, y su trabajo de paisajista, que era básicamente tan intenso como el de un arquitecto (sólo que en exteriores) le había causado en sus primeros años el suficiente cúmulo de estrés como para ser la clase de persona que avocaba toda esa pesada energía en bares, el alcohol y el tabaco.

Jamás era deficiente o siquiera mediocre en cuestiones laborales, pero, ¿en su vida personal? Cielos, Yoongi había llegado al punto de ser un completo desastre como ser humano.

No estaba realmente seguro de cuál fue la clave para comprender que tenía que detenerse. Quizás fue cuando visitó a su madre en Daegu y ella, siendo la mujer fuerte en la que se había convertido luego de criar a sus dos hijos por sí sola, expresó su disgusto por la vida tan alborotada que Yoongi parecía estar llevando. O quizás fue su hermano, quien tuvo que arrastrarlo fuera de un bar cuando Yoongi comenzó a luchar salvajemente con un sujeto al punto de romper su nariz con un puñetazo y, que, por fortuna, no llegó con una denuncia incluida.

Lo único que tenía en claro era haber entendido que la persona que era en ese entonces, no era la persona que quería ser durante toda su vida, de manera que comenzó el enorme, exhaustivo y difícil proceso de dejar sus vicios y adicciones.

Las bebidas alcohólicas venían de mano con los bares a los que comenzó a recurrir con menor frecuencia. Los encuentros casuales de una noche se detuvieron también con eso, porque fuera de un establecimiento de personas tan echadas a perder como él, no había tenido activamente alguna relación lo bastante duradera como para conservar como un buen recuerdo.

Pero, ¿los cigarrillos? Mierda, esos sí habían sido un problema inmenso. Los cigarrillos fueron, y aun eran, la parte más difícil, en realidad. Yoongi solía fumar con tanta frecuencia que le sorprendía no haber adquirido hasta el momento alguna condición pulmonar. Era un imbécil con mucha suerte.

Había días donde el asunto de la abstinencia se le hacía especialmente difícil incluso en el presente, más que nada cuando debía enfrentarse a situaciones que lo sacaban fuera de su zona de confort, o aumentaban su nivel de estrés, porque era una persona bastante ansiosa.

Un día en particular, estaba especialmente ansioso por la exigencia de un cliente en el trabajo, sumado a un retraso en la entrega de materiales esenciales para seguir trabajando, el que las cañerías de su baño estuvieran comenzando a averiarse y no encontrar el control remoto por ninguna parte.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora