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Seokjin pensó seriamente en dar media vuelta y salir de esa oficina, incluso cuando no habían pasado siquiera diez minutos desde que entró, porque su padre tenía una facilidad para hacerle perder la paciencia a tiempo récord.

A pesar de eso, se mantuvo cruzado de brazos, de pie, y viéndolo acomodarse en su silla tras su enorme escritorio, con el porte de un rey, mientras hojeaba con aparente desinterés los papales frente a él, antes de mirarlo de una manera que reconocía muy bien.

Decepción.

Seokjin no se quedó atrás y lo miró del mismo modo en que lo había mirado en los últimos años: con resignada antipatía.

Jamás llegaría al extremo de decir que odiaba a sus padres, ni viceversa, pero la relación que tenía con ambos era... complicada, tanto la de ellos con él, como la de ellos entre sí, y, de hecho, estaba seguro de que jamás entendería si quiera como esos dos habían llegado a estar casados en primer lugar.

Su padre era un hombre muy centrado, estricto, ambicioso y muy exitoso. Era una combinación realmente imbatible, con su mente la mayor parte del tiempo en negocios, siendo el tipo de persona que sólo la mirada haría temblar a un ejército entero, mientras que Seokjin...

Seokjin no se parecía nada a él. En ningún sentido.

Él se parecía, físicamente, a su madre, y ella era una mujer realmente hermosa, del tipo que creerías que contaba acceso a alguna fuente de la juventud para mantenerse tan bien a la edad que tenía, pero en lo demás... bueno, no podía estar seguro de si se parecía en otro aspecto, porque en realidad ni siquiera la conocía tan bien.

Seokjin no sabía nada del inicio o el transcurso de la historia de sus padres, tampoco demasiado del final, que se resumía a... un profundo odio. Ellos se separaron antes de que él pudiera recordarlo, odiándose, y su madre se fue, haciendo su vida en menos de tres años, contrayendo nupcias con un hombre que debía hacerla realmente feliz, porque al día de la fecha seguían juntos, y teniendo un segundo hijo.

Ella jamás lo llamó. Jamás le envió regalos en su cumpleaños o siquiera un mensaje, y si lo había hecho, estaba seguro que su padre los habría interceptado, pero no era el caso. Seokjin sabía que simplemente se había centrado en su vida, pasando por alto lo que dejó atrás.

De hecho, la relación con su madre ni siquiera existiría de no ser porque, cuando tenía catorce años, Seokjin recibió un mensaje de Jung Hoseok.

Siempre supo de acerca de Hoseok, porque su padre realmente tenía una extraña obsesión con todo lo que relacionaba a su madre, diciéndole todo el tiempo que incluso se había olvidado de él teniendo otro hijo al que no había abandonado, pero Seokjin nunca sintió nada negativo hacia Hoseok.

No sabía nada sobre él, jamás había visto una foto suya ni lo había conocido, pero cuando lo hizo, lo único que pudo percibir era que el menor era una bola de pura energía.

Le tomó una semana no sentirse incómodo al intercambiar mensajes con él, un mes para comenzar a llamarlo hermano, porque eso eran o, al menos... a medias, como sea.

Luego tomó dos meses hacer su primera de muchas video llamadas a escondidas, seis meses para plantear la idea conocerse en persona, y ocho para finalmente hacerlo.

Para ese punto, Seokjin sentía que Hoseok era la única cosa buena que su madre podría haberle dado (de entre tantas que no lo había dado) porque luego de encontrarse en enorme parque y pasar toda una tarde juntos, no le tomó ni diez minutos quererlo aún más de lo que creyó, y sentir por primera vez lo que realmente era una familia.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Where stories live. Discover now