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Fue apenas cuando Jungkook comenzó a reconocer los árboles y las tiendas de infancia en medio de su distracción, que indicaban que finalmente habían llegado a su vecindario, cuando la realidad lo golpeó con más fuerza.

No era como si no fuera consciente de que estaba yendo directo hacia una celebración a la que no estaba oficialmente invitado, y tal vez expresar unas palabras o un sentimiento nada apropiados hacia la persona que estaría contrayendo nupcias, pero... pero tenía que hablar con Taehyung.

Tenía que asegurarse de que Hyerim no le había dado ideas equivocadas. Después de todo, ella era una bruja, pero había estado a su lado desde la adolescencia, por lo cual debía ser la persona que más sabía acerca de lo horrible que Jungkook había sido durante esos años, seguramente más desagradable y mezquino de lo que él mismo podría llegar a imaginar.

— ¡Detente! — exclamó de pronto, causando que Hoseok clavara su pie en el freno por el susto, y causando que tuvieran un brusco envión hacia adelante que por fortuna no causó un accidente.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? — preguntó alarmado.

— Mi casa... La casa de Taehyung es en la siguiente calle. No podemos estacionarnos en la entrada como si nada. — dijo con obviedad, desabrochándose el cinturón. — Espérenme aquí.

— ¿Qué? ¡No! — reclamó Jaein. — Iremos contigo.

— No es necesario que hagan eso...

— Claro que lo es. Vinimos como apoyo, y eso vamos a hacer. — respondió el pelirrojo sin dudar. — Jaein, sostén al perro.

Sin que Jungkook pudiera detenerlos, los tres (cuatro contando a Gureum) salieron del auto, observando alrededor, seguros de no llamar la atención, como si los vecinos fueran a reconocer a Jungkook luego de una década entera sin aparecer.

— Oye, esto quedó en tu asiento. — dijo Jaein, entregándole una pequeña libreta que Jungkook había guardado en el bolsillo trasero de su pantalón.

Era su libreta de adaptación, aquella donde anotaba detalles de su vida cuando aún necesitaba ponerse al corriente, y también detalles de sus amigos, y amigos de sus amigos, para no olvidar nada. La verdad era que Jungkook no había tenido tiempo de escribir más cosas en la última semana, pero mientras se preparaba para salir, y al ver la libreta sobre uno de los muebles, simplemente sintió que debía llevarla consigo.

— Gracias... — la tomó y volvió a guardarla en su bolsillo.

Era un poco avergonzado de pensar que ellos podrían leer de allí cosas como "Jung Hoseok es mi compañero de trabajo, muy pelirrojo y muy sonriente. No conoce el espacio personal, pero es muy bueno y divertido" o "Yoon Jaein es mi asistente. Dijo que íbamos a la escuela juntos, aunque no puedo recordarla. Me gustan sus gafas, pero no me gusta como siempre parece asustada al verme. Voy a tratar de esforzarme en agradarle más."

Prefirió olvidar esa vergonzosa posibilidad, y los tres se pusieron en marcha.

Gureum era el que avanzaba más alegremente, sin tirar de su correa y con su colita meneándose mientras olfateaba todo el suelo, hasta finalmente quedar a unos pocos metros de la casa donde obviamente se estaba llevando a cabo una celebración.

Había algunas personas en el jardín delantero, la entrada de la casa estaba decorada con flores blancas formando una especie de arco, y un pequeño camión de transporte estaba estacionado en la zona de la cochera, con sus puertas abiertas de par en par mientras un par de personas de uniforme bajaban enormes ramos de flores.

Hoseok y Jaein estaban formulando alguna especie de estrategia para cruzar por allí sin llamar la atención por la informalidad de la ropa que llevaban, cuando Jungkook los tomó del brazo, pegándolos uno al otro y ocultándose detrás.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Where stories live. Discover now