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Había música sonando afuera.

Esa música, opacada por la puerta cerrada del armario, fue lo primero que Jungkook escuchó al despertar y, luego de un par de segundos, frunció ligeramente el entrecejo, reconociendo la melodía de alguna boba canción de pop.

Frotó sus ojos con algo de confusión, sin recordar haberse sentido cansado, en primer lugar, pero al parecer, se había quedado dormido en algún punto que no logró recordar.

Casi rascando su mejilla, aún algo somnoliento, se incorporó en su sitio, oyendo un sonido seco contra el suelo, y bajó la vista para notar el diario del tiempo a sus pies, de manera que se apresuró a tomarlo, pero, cuando sus dedos rozaron la tapa, notó algo extraño.

Sus manos.

Sus manos estaban distintas. Eran más pequeñas, y delgadas.

Notó también que la puerta del armario parecía más grande. Todo se veía más alto, y tenía una sensación extraña, por lo cual bajó la mirada, confundido, y sintió el aire atorarse en su garganta.

... Su ropa era diferente. No era su ropa.

Bueno, ¡lo era! ¡Era su ropa! ¡Pero no su ropa de adulto, era...!

Frenéticamente, comenzó a rebuscar entre las cajas de abajo hasta dar con un viejo espejo de mano, y limpió torpemente el vidrio, antes de alzarlo a la altura de su rostro, jadeando con sorpresa al notar que todos y cada uno de sus rasgos de adulto joven se habían ido.

Era pequeño otra vez.

Era un niño.

Un niño de trece años.

... ¡Aaaaah! ¡No, no, no! ¡Tranquilo, tranquilo!

Quizás... Tal vez sólo estaba soñando. Sí, era probable que eso fuera, que su subconsciente estuviera tan cargado de cosas que decidiera huir por medio de un sueño demasiado bueno para ser cierto, porque hace un momento, él estaba bastante seguro de que había sido un adulto.

Un alto, exitoso, torpe, un tanto egoísta y con una gran lista de errores a su espalda, como todo adulto, pero, aun así, ¡había sido uno!

Jungkook pellizcó su brazo con fuerza. Nada.

Uhm... ¿Acaso había tenido un mal sueño y ya? Esa respuesta era la más lógica, pero a la vez no tenía mucho sentido y, sinceramente, como siempre le sucedía al despertar de un sueño loco, estaba comenzando a olvidar detalles.

Tomando una respiración profunda, decidió abrir la puerta y salir, encontrándose con la melodía sonando más fuerte, desde el viejo reproductor. El sótano estaba decorado en su mayoría, y la mesa larga tenía un mantel, y estaba repleta de aperitivos, y el lugar ordenado y decorado de una manera que recordaba perfectamente.

— Mi cumpleaños... — murmuró, reconociendo el lugar. Era su fiesta de cumpleaños.

Todo estaba allí, como si él jamás...

Con los nervios a flor de piel, comenzó a subir velozmente las escaleras, casi a tropezones, hasta que finalmente logró llegar a la puerta de entrada, y respiró agitadamente al ver la sala vacía, sin señales de que hubiera alguien más.

— ¿Mamá? — llamó entonces, lo bastante alto, aunque algo vacilante, porque ya había pasado por la exacta misma situación antes, y no había obtenido respuesta. —... Papá, ¿están en casa?

Los segundos que pasaron fueron casi tortuosos, y comenzó a pensar que quizás no estaban realmente en casa, pero entonces, ¿dónde estarían? ¿Y dónde estaba él? ¿Estaba soñando? ¿Una pesadilla extraña e interminable en la que ellos no...?

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Where stories live. Discover now