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Jungkook estaba realmente cansado de llorar.

No sólo cansado en el sentido de las secuelas que el llanto causaba, como los ojos rojos, la nariz constipada, y el dolor de cabeza y garganta, sino también el cansancio emocional que aquello le causaba: ese extraño vacío de amargura en su pecho, los pensamientos incesantes que más que aliviarlo, lo convertían en el centro de las culpas y lo hacían sentir miserable a cada segundo.

Además, para él, llorar era similar a lo que una borrachera debía ser para un adulto. Todos sus sentidos se sentían un tanto nublados, pero punzantemente dolorosos, y luego comenzaba a olvidar detalles del momento: Podía recordar el calor de Yoongi al abrazarlo, el cómo lo condujo a la sala, donde intercambió un par de palabras con Jimin (¿Por qué Jimin siempre estaba ahí?) antes de que este se alistara para irse y dejarlos solos.

Le tomó unos cuantos minutos tranquilizar el nudo en su pecho, hasta que dejó de apretarle lo suficiente para permitirle hablar y darle explicaciones al mayor, quien lo oyó atentamente, con un vaso de agua en mano para atenderlo, y siendo testigo de su expresión ofuscada a medida que la explicación avanzada, con un par de murmullos por lo bajo que, si Jungkook entendía bien, eran sobre ir a patearle el trasero a Taehyung.

Jungkook no estaba de ánimo para consejos, ni tampoco para recibir un "te lo dije" o algo similar, aunque en sí, lo único que Yoongi le había dicho había sido un "Espero que sepas lo que haces" y sí, en su momento él creyó que sería una buena idea. La mejor idea, en realidad.

Después de todo, jamás realizó ese viaje con un malévolo plan tras bambalinas para seducir a Taehyung y que cayeran en brazos del otro, arruinando su relación de años. Las cosas simplemente se habían salido de control de imprevisto, de un modo exasperante, confuso y aterrador.

Yoongi comprendió que Jungkook no estaba en el mejor estado para recibir reprimendas o cualquier cosa que él quisiera decir (sumado a que ya parecía estar castigándose bastante a sí mismo) de manera que simplemente le cedió su ducha, una muda de ropa, ya que no tenía ni energía para ir a su propio departamento, y un lugar en su cama, donde el menor se hizo bolita entre las sábanas.

— Tu cama huele a Jimin. — comentó Jungkook un momento, pero entonces alguna especie de epifanía cayó sobre él, porque se incorporó de inmediato, y Yoongi supo que sus neuronas se estaban conectando en una idea equivocada. — ¿Al menos cambiaste las sábanas? Sé que eso es importante e higiénico.

Yoongi lo golpeó con una almohada.

— Cállate. No hicimos nada de eso, llorón. — respondió, antes de acomodar la misma almohada tras su cabeza. — En todo caso, ¿cómo demonios sabes a qué huele Jimin?

— Usa el mismo tipo de perfume que mi papá cuando sale. — musitó entonces. — No muy fuerte, pero dulce. Me gusta. ¿Se quedó contigo otra vez?

— Sí.

— Genial. Mientras mi amistad y amor de la infancia se derrumbaba, tú estabas aquí enredándote con su mejor amigo. — resopló, dándose vuelta para aferrarse a la almohada. — Al menos me consuela saber que algo bueno salió de todo esto.

Yoongi suspiró, sentándose a su lado: — ¿Quieres que me quede contigo? ¿Golpear algo, tal vez?

— Quiero estar solo un rato. Descansar los ojos. — murmuró, sin mirarlo.

— ¿Pañuelos?

— No, estoy cansado de llorar. Sólo voy a descansar. — y Yoongi no dijo mucho más, sólo se aseguró de dejar la puerta entreabierta para poder escuchar si lo llamaba.

Parecía que Gureum entendía que Jungkook no estaba realmente de humor para tener compañía, porque se echó junto a la puerta, con la cabeza baja, mientras Yoongi tomaba su teléfono y le enviaba un mensaje rápido a Jimin que, en resumen, lo ponía al tanto de la situación y le pedía algo de ayuda investigando si Taehyung se encontraba en el mismo estado deplorable.

𝐕𝐈𝐄𝐍𝐍𝐀 ➻ «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ»Where stories live. Discover now