Guardian Of Your Heart [ Markson | Omegaverse ]

XLIII

Capítulo 43

Desde que Mark había llegado a su propio palacio, lo único que quería hacer era permanecer en su cama todo el día, una lástima que su padre no tuviera interés en dejarlo descansar.

Lo tuvieron durante todo un mes tratando de escoger un maldito candidato para casarse, de los cuales Mark aceptó exactamente a ninguno. El simple hecho de pensar en entregarse o besar a otra persona que no fuera Jackson lo asqueaba. Ésto tenía muy enojado a su padre quién aprovechaba cualquier momento para gritarle y reclamarle.

Era de noche, el invierno ya estaba totalmente presente, hacía frío y el vapor se acumulaba en las ventanas. Mark sintió como alguien abría lentamente su puerta mientras él estaba recostado en su cama mirando a la nada.

— ¿Mark? — Entró cuidadosamente su hermana mayor sonriendole. No obtuvo respuesta — Mamá y papá quieren que vengas a cenar con nosotros.

— No... No tengo hambre... — Dijo con voz ronca del poco uso que le había dado a esta durante todo ese mes.

— Markie, tienes que comer, solo probaste un poco de tu almuerzo... —Kath también había pasado por un proceso parecido por lo que entendía que su hermano estuviera sin apetito.

— Quiero estar solo Kath — Dijo el chico, su cabello ya había vuelto del tono plateado que llevaba de nacimiento.

— A penas comes y estás pálido... Puedes enfermarte

— Por favor... Déjame solo — Insistió. El ojiazul no quería ser malo con su hermana, pero realmente quería estar solo. Kathleen suspiró

— Mark... ¿Sucedió algo mientras estabas fuera? Acaso... Tal vez tu... ¿Te enamoraste de alguien? — Mark la miró, Kath al igual que Emma, siempre veían a través de él, quería contarle pero dudaba que entendiera, su mirada se veía tan perdida, ella estaba muy preocupada.

— No quiero hablar de eso... — Dijo dándole la espalda. Ella suspiró, Mark era terco y si ya había decidido no decirlo, él no le contaría nada. Se puso de pie alborotando los plateados cabellos con suavidad y salió de la habitación. El semblante de su hermano no era como ella lo recordaba, no habían rastros del chico que andaba haciendo reír y enojar a todos, sus ojitos estaban enrojecidos y tenía ojeras que en su piel, pálida como era, se hacían demasiado notorias, además de haberse bajado de peso.

El recibimiento de Mark en el palacio no fue un cuento de hadas. Él no podía mentir, su familia era una de las pocas cosas que él había extrañado, aunque sus hermanos lo habían abrazado cálidamente durante el reencuentro, su corazón se estrujó cuando su madre al verlo había reaccionado de manera extraña, sorprendida se alejó de él ni bien lo vió y hasta la fecha no se le acercaba.

Mientras la chica avanzaba por el pasillo se encontró con su hermano mayor. John y Kathleen al ser los mayores se sentían muy mal por la situación que estaba atravesando su familia.

— ¿Y?... — Le preguntó él en un susurro acercándose a ella mientras ambos se dirigían al comedor — ¿Qué dijo?

— No quiere hablar con nadie, me preocupa, está tan deprimido, tampoco quiere comer y me preocupa que eso a la larga le haga daño.