Memories

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¡Por fin podía salir de su habitación! despues de haber estado toda una semana afiebrado y en cama, el pequeño niño de cabello plateado y ojos azules podía por fin salir a jugar.

De los muchos regalos que había recibido en Navidad, había una preciosa pelota roja que le gustaba mucho, salió de su habitación y corrió hacia el gran jardín, el pequeño Mark había convencido uno de los guardias para que jugara con el, hasta que éste tuvo que volver a sus quehaceres oficiales mientras era regañado por un señor alto y moreno. Mark esperaba que no se hubiera metido en problemas por su culpa.

Nuevamente quedó solo y aburrido. Decidió que jugaría con la pared, no era tan divertido como jugar con otra persona pero sus padres le tenían prohibido acercarse a alguien que no fuera de la familia real y a esta hora todos estaban ocupados. Mientras la pelota golpeaba y rebotaba contra la pared, ésta choco con un espacio sobresaliente y fue desviada cayendo en unos arbustos.

El pequeño se acercó corriendo a recogerla, apartó los arbustos con sus manitos y dió un grito de sorpresa al ver a un pequeño perrito negro durmiendo muy agusto bajo la sombra. Sonrió, era muy bonito parecía un peluche. Se acercó despacio e intentó acariciar su cabecita, inmediatamente el cachorro se levantó retrocediendo mientras gruñía y le mostraba los dientes.

- Tranquilo... - Dijo Mark con preocupación debido a que por alguna razón sintió que el perrito le tenía miedo - No te voy a lastimar.

Extendió su mano tratando de alcanzarlo. El pequeño cachorro alzo su nariz aún un poco desconfiado y olfateó la manito del niño, pareció haberle gustado el aroma porque inmediatamente tomó confianza y se acercó a Mark lamiendole el rostro y haciéndolo reir mientras éste hundía sus dedos en el tupido pelaje del perrito negro.

- ¿Príncipe Mark? - Gritaron desde fuera, era su nana buscándolo. Mark se giró mirando los ojos del perrito.

- Es mi nana, esperame aquí, te traeré algo de comer.

El cachorro le tomó de la ropa, no quería que se fuera. Había estado solo por horas. Mark sonrió y lo apartó acariciando sus orejas.

- Si vienes conmigo y te descubren no creo que te dejen quedarte, papá nunca me deja conservar las cosas que me gustan, dice que algunas son peligrosas.

Eso era algo triste para un niño de seis años.

- ¡¿Príncipe Mark?! - La voz de la mujer sonaba mas impaciente.

- Volveré en seguida - El cachorro se sentó mirando como se alejaba el niño de cabello plateado y ojos azules.

Había entrado por accidente a ese palacio persiguiendo un aroma que le había llamado la atención y ahora no sabía como salir. Se recostó en silencio. Sabía por instinto que debía quedarse escondido y quieto hasta que su familia lograra rastrearlo.

El cachorro despertó al sentir de nuevo ese rico aroma a fresas y notó que provenía del niño quien ya había vuelto y había traído dulces y golosinas. Moría de hambre.

- No sé si puedas comer esto, pero es lo que pude conseguirte - Le mostró una enorme sonrisa. Ese niño le agradaba y además lo estaba alimentando.

Y así estuvieron por dos días, jugaban y se divertían, Mark ya no se sentía solo y de verdad quería quedarse con el animalito por lo que había ideado un plan, le diría a su hermana mayor que era muy buena con él y junto con ella convencerian a su madre de que le deje conservarlo. Salió al patio llevándole desayuno a su cachorro cuando vió a dos guardias parados frente al arbusto donde lo escondía. Uno de ellos, el de cabello castaño y canoso lo tenia agarrado de la piel de detras de su cabeza y lo miraba con curiosidad. Mark corrió hacia él mientras el cachorro lloraba asustado.

Guardian Of Your Heart [ Markson | Omegaverse ] Where stories live. Discover now