XLIV

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Capítulo 44.

Mark llegó a su habitación, cerró la puerta con seguro y colocó una silla para evitar que alguien entrara, se sentó en el altillo de su ventana, contemplando la Luna que brillaba iluminando el oscuro cielo.

Se sentó mientras sólo podía pensar en lo mucho que extrañaba a Jackson, lo mucho que necesitaba su presencia. No sabía por qué, pero desde ya hace unos días cuando se sentía muy triste la marca de su cuello, que aunque ya era casi invisible, empezaba a dolerle como si hubiera sido recién hecha.

La Luna había sido testigo de todo su amor y ahora lo era de todo el dolor que lo embargaba.

Inconscientemente miraba más allá del bosque, buscando a aquella persona que jamás volvería a ver y eso le destrozaba el corazón. Pegó su cabeza al vidrio frío de la ventana, añorando los protectores brazos del pelinegro que lo cobijaban en las noches, sus dulces caricias, su sonrisa juguetona y sus profundos ojos negros.

¿Por qué la vida tenía que ser tan injusta?

Con la Luna en sus ojos, sus lágrimas empezaron a caer una tras otra hasta convertirse en un lamento incontrolable.

Lleno de rabia y frustración maldijo haber nacido siendo príncipe y maldijo a la luna por haberlo escogido a él como el niño de la leyenda. Solo quería a su amor de vuelta. Quería sus besos. Quería volver a ser suyo. Se abrazó a si mismo aferrándose a sus rodillas susurrando el nombre del chico que amaba, mientras deseaba que estuviera a su lado.

¿Acaso podía ser más miserable? A los pocos días descubrió que si podía serlo. Nuevamente su padre había traído otro tipo más, solo que está vez no era un candidato sino su supuesto futuro esposo.

Mark ya había perdido incluso las ganas de refutar. Guardaba silencio y sólo se dedicaba a mirar el suelo. Después de la presentación con los marqueces de algún lugar que a él no le interesaba. Lo enviaron a él y al chico al jardín a "conocerse"

— No creo que te agrade mucho que esté aquí, ¿No? — Le susurró el muchacho luego de haber mirado alrededor para fijarse que estuvieran solos.

Mark se mantuvo sentado en la banqueta de cemento, en silencio, con su vista en sus pies mientras odiaba su vida.

— Bueno déjame decirte que a mi tampoco me alegra, a mi me gustan las mujeres en realidad, pero eres una mercancía que todos desean, así que dije ¿Por qué no? — Se paseó alrededor del ojiazul mientras él jugaba con sus manos ignorandolo y columpiaba sus pies, nervioso — Además igual luego puedo follarme a alguna sirvienta — Mark alzó su vista mirandolo asqueado — Por fin me miras mariquita — Le dijo pasando su mano por su cara y luego tomando sus brazos para acercarlo — No me gusta la idea de tener que follarte a ti... Aunque no estás tan mal, tu cara es bonita, hasta pareces una chica,  podemos intentarlo — Dijo pegándolo a su cuerpo y queriendo besarlo.

Mark trató de alejarse y movió su cabeza tratando de evitarlo, lo empujó con todas sus fuerzas y el chico se cayó sentado, las lágrimas cayeron de los ojos de Mark mientras su corazón latía agitado, retrocedió varios pasos y corrió lejos de vuelta al palacio, hasta que las ganas de vomitar, las mismas que había estado sintiendo durante  todas las mañanas volvieron a él. Tuvo que detenerse, se inclinó en un arbusto y terminó regresando lo poco o casi nada que había desayunado.

Era demasiado, si esto seguía así iba a volverse loco. Se puso en cuclillas tratando de esconderse de todo, repitiéndose a sí mismo que tenía que respirar porque se estaba quedando sin aire.

— ¡¿Mark estas bien?! — Kath que lo había visto corrió hacia el abrazándolo y éste se aferró a ella llorando desconsoladamente, a Kath le partía el corazón verlo así. No entendía como su padre había convertido al sarcástico y sonriente chico en esto. No hablaba, no comía y se la pasaba llorando.

Guardian Of Your Heart [ Markson | Omegaverse ] Where stories live. Discover now