Lucy x Lincoln (2/?)

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Te he buscado en un millón de auroras...

I

—Ya es tarde, papá —dijo con la misma decepción.

—Dale unos minutos más... —después de muchos años, aún tiene esperanzas.

Estaban sentados en la entrada de la casa que quedaba en la avenida Franklin. Casi toda la familia del padre de la chica estaba en otros Estados. Al final, la casa fue la herencia de él.

Pasaron más de veinte minutos, en total fueron unos cuarenta minutos. La hija era la que menos quería esperar o la que menos esperaba algo de esa persona.

—Vámonos, tendré que buscar cualquier excusa, eso me sale muy bien —lo dijo algo apenado.

—Lo que quieras —lo dijo enojada.

Ambos entraron a Vanzilla y tomaron ruta con dirección a una feria de literatura y arte.

—Pensé que si... si... la invitaba a esto... solo quizás, haría un esfuerzo inusual —ahora de lo enojada que se mostró, se tornó triste.

—No te culpes, Lupa —no despegaba su mirada del camino—. Tendré que hablar seriamente con ella... otra vez —no pudo evitar sentirse como su hija.

El camino era un poco largo, pero pasar tiempo con su hija era de las pocas cosas que le hacen tener un buen día.

II

Se podía apreciar que la sala estaba desordenada, el pasadizo hacia las habitaciones era un tumulto de muchas cosas que servían de adornos... se podría estar seguro de que eran antigüedades.

En una habitación en específico, se podía ver muchos papeles en un escritorio y muchos libros en el piso.

Pero en la cama de esa habitación, una persona que, con solo ver el desorden, uno pensaría que sería un estudiante universitario o un desempleado. No lo era.

Era una mujer la que estaba en la cama con unos papeles que le cubrían el rostro. También se podía escuchar algunos ronquidos.

Todo allí estaba cerrado, daba la sensación de que aún era de noche. La mujer al moverse hizo que unos papeles se cayeran al piso y se despertara lentamente por el ruido. Tomó con lentitud su celular para ver la hora.

Se resbaló con los papeles y libros del piso al querer ir al baño a tomar una ducha rápida.

—Oh, no... me va a odiar... más, suspiro —tenía un tono sombrío al hablar.

Mientras salía de su habitación respondía unos mensajes de unos tipos que querían comprar algunas de sus antigüedades. Y también los de su jefe del periódico.

Luego de eso, llamó a la persona, mejor dicho a la única persona, que le pasa todo y que, en cierta forma, la entiende.

—Lincoln, contesta... —decía en su mente.

No le atendía, sin pensarlo dos veces, fue a su habitación con rapidez y empezó a buscar el folleto que le dio su hija. No recordaba la dirección de esa feria.

III

—¡No!

—Lupa... es tu madre —no podía dejar el volante por la señal verde.

—Y por eso te lo quito, no le debes pasar todo —no tenía intenciones de darle su celular.

Lincoln se estacionó en la entrada de esa feria. Apagó el motor y miró a su hija.

Colección de One-Shots: Loudcest y No Loudcest...Where stories live. Discover now