Rita x Lincoln (1/2)

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Eres mi orgullo

I

—¿Mamá me besó en la boca? —se preguntaba en su mente.

Después de dejar a su madre en su alcoba, se tocaba los labios con curiosidad, pero lo inquietante era que no dejaba de pensar en ello por casi treinta minutos.

Su madre había llegado ebria de esa reunión que tuvo por aniversario de La Gaceta de Royal Woods. Lincoln la había acompañado después de días de lidiar con las duras palabras de Lori y Luna, pensó que tal vez eso lo podría despejar de ello. No obtuvo el resultado esperado.

Todas llevaban a sus familias, iban acompañadas en especial con sus parejas, Rita solo tenía a su hijo disponible en ese momento. Sin embargo, ella deseaba tenerlo aún más cerca. Justamente eso no podía aclarárselo.

II

Fue una amena reunión que empezó en La Gaceta y que siguió en un retiro donde habría un tenedor libre para los invitados y barra libre para los de mayor edad, en especial los que deseaban olvidar un mal momento y cambiarlo por un buen rato que, si se alargaba, podría terminar en revelaciones poco agradables.

Recordaba que mientras Lincoln conducía de ida, notaba que su madre lo miraba de manera casi cauta, como si necesitara decirle algo. No quiso indagar en sus miradas porque podría ser que ella solo este comparándolo con el hijo de hace muchos años, aquel hijo que nunca tuvo una meta concisa, el chico que olvidó su camino por ayudar a trazar el de otras personas.

Al regreso, todo fue más obvio. La mujer denotaba cierta inclinación hacia el rostro de su hijo y, quizás, a su cuerpo y actitud mesurada y educada, sin atisbo de tristeza o depresión.

Rita no dejaba de preguntarle a su hijo sobre las chicas de la reunión, pero Lincoln solo se limitaba a responder que todas eran agraciadas y atractivas. Rita le dijo que eso le halagaba, Lincoln preguntó la razón y recibió de respuesta que ella también es una chica.

—Me alegro que me veas agradable y atractiva, cariño —lo dijo dándole un beso en su mejilla, no obstante, lo que lo dejó algo descolocado fue con la lentitud que decía su madre eso. Casi con un tono provocador. Sin contar el cómo le tomó el rostro de manera delicada.

El conducir y mirar a todos lados con tal de no mirar a su madre ayudó a que ese extraño momento se lo llevaran los segundos y minutos. Llegaron al hogar, se aparcó, ayudó a su madre a salir de Vanzilla y entraron.

Antes de entrar a su habitación, Rita tomó a su hijo del rostro para agradecerle no solo con palabras el que la haya acompañado a ese evento importante. Lincoln tenía la intención de dar su mejilla, pero Rita uso un poco de fuerza y logró que besar los labios de su hijo. Ella dormiría sonriente y, quizás, sin recuerdo alguno. Él dormiría solo con dudas, placer y culpa

III

Tenía treinta y seis cuando Lynn inauguró La Mesa de Lynn. Cuando cumplió los treinta y nueve años... Lynn se había ido de la ciudad hace un año por seguir ese sueño que lo mantenía vivo.

La debacle de la relación fue la comparación de las personas entre ella y su esposo. El entorno siempre criticaba el que ella tuviera un empleo serio como dentista y que él solo fuera un oficinista con inclinaciones gastronómicas. El error de ambos fue tomar a la ligera aquello y no hablar con el otro sobre eso.

Rita no decía nada cuando había burla hacia su esposo, hasta algunas veces ella hacia una pequeña mofa, pero nada de otro mundo porque se supone que quedaba entre las personas con las que hablaba. Todo se fue por la borda cuando ella se mofó de un comentario desubicado por parte de un colega del periódico justo cuando Lynn regresaba de traerle una bebida.

Colección de One-Shots: Loudcest y No Loudcest...Where stories live. Discover now