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No había notado que mi respiración se detuvo, mi corazón estaba más que acelerado y mi cuerpo estaba temblando. Esto era lo único que había deseado desde hace semanas que hiciera y ahora que lo tenía frente a mí, pidiéndo mi mano en matrimonio, estaba anonadada. ¿Qué lo había hecho cambiar de opinión? ¿Acaso había sido mi comentario de ayer?.

-¿_______?.- preguntó buscando mis ojos, con una sonrisa nerviosa.

¿Pero en qué pensaba al dudar mi respuesta? Yo lo amaba y me había demostrado ser un digno compañero de vida, en todos los sentidos. Así que mi respuesta era....

-Si, acepto.- dije sonriendo y llorando al mismo tiempo.

El sonrió hermosamente con alivio y deslizó el anillo en mi dedo izquierdo anular. Me lancé a sus brazos y el impulso nos llevó a ambos al suelo pero poco importó ya que nos habíamos fundido en un beso romántico para sellar nuestro pacto de vida.

Ese día, después de comer juntos, él se ofreció a ir al departamento por unas cosas personales que me faltaban, como unos cambios de ropa, zapatos, etc. Además de que insistió en que me quedará con él unos días para tratar mis heridas hasta que sanara completamente. Era tan atento conmigo y yo estaba perdida por él. Mientras descansaba en la cama estuve admirando el anillo en mi dedo, aunque era sencillo con un hermoso diamante daba un toque de elegancia a mi mano, el aire de una futura esposa.

Me eché a reír y gritar de felicidad, estaba cerca de contraer matrimonio con el hombre que amaba, pero aunque había dado mi aprobación, faltaba el consentimiento de mis padres

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Me eché a reír y gritar de felicidad, estaba cerca de contraer matrimonio con el hombre que amaba, pero aunque había dado mi aprobación, faltaba el consentimiento de mis padres. No me preocupaba mucho eso, ya que Alastor era una persona increíble y sabía que mi padre estaría complacido de darnos su bendición. Aunque tendríamos que esperar el momento adecuado para eso, que sería justo después de que mis heridas se cerrarán.

Al estar analizando todos los preparativos necesarios para la boda fue difícil no caer dormida ante el cansancio y esta maraña de emociones en tan poco tiempo. Quería recibir a Alastor cuando volviera, para ir ensayando mi papel de esposa pero morfeo ya me esperaba en primera instancia.

A la mañana siguiente, desperté renovada casi por completo había dormido tan profundamente que nada me hubiera despertado, incluso el dolor en mis heridas no era tan punzante como antes. Salí de la cama con calma, encaminandome en búsqueda de mi amado por la casa, al no verlo en su habitación ni el baño me dirigí a la sala, pero la intriga se plasmó en mi rostro al ver unas cuantas gotas de algo regadas por el pasillo, guiando mi mirada hacia la estancia. Me acerqué y al agacharme para tocar con la punta del dedo una de las gotas del suelo, casi de inmediato entre en pánico al descubrir lo que era.

Caminé rápidamente pidiendo al cielo que mi corazonada fuera errónea, pero lamentablemente no fue así. Ver a Alastor inconsciente en el suelo boca abajo, me alteró mucho, tanto que al abrir los labios no pude esbozar ni un solo sonido, pero no podía darme el lujo de ceder ante el miedo, debía ayudarlo. Estaba cubierto de sangre, su ropa mostraba los lugares donde estaban sus heridas pero prácticamente era por todo su cuerpo.

Intente llamarlo, que recobrará la conciencia pero no lo logré, me alivió un poco notar que seguía respirando y su pulso parecía normal. Como pude, arrastre su cuerpo al sillón para revisarlo, pareciera como si varios cuchillos hubieran cortado su ropa en un torbellino atacando por todas partes, desde sus tobillos abarcando todo su cuerpo hasta su cuello y muñecas.
Corrí hacia el baúl de donde había sacado sus ungüentos la última vez y tomé todo. Coloque lo que traía en las manos sobre la mesa frente al sillón, me arrodille frente a él y me dispuse a retirar su ropa para ver el daño. Desabroche los tirantes de su pantalón, removi el moño su cuello, y después de unos segundos de duda comencé a desabotonar lentamente los botones de su camisa.

Independientemente de la situación en la que estábamos y todo lo que habíamos pasado, sentía una enorme curiosidad de ver por debajo de su ropa. Podía sentir como mi rostro se calentaba a medida que avanzaba con aquellos botones, al liberar el último, dejó asomarse su torso desnudo con sangre recorriendolo, tragué saliva pesadamente, y me dediqué a admirar más que a curar. Se mostraban claramente sus músculos pectorales y abdominales delineados, no tan grandes como un hombre que se ejercita diario pero tampoco tan delgado como un adolescente.

-Querida...será mejor que yo continúe.- su melodiosa voz ronca me sacó de mis pensamientos profanos.

-¡Alastor!, dios mío.- dije sorprendida y aliviada de que recobrará la conciencia, sus ojos cobrizos estaban clavados en mi. -¿Qué sucedió?¿Porqué estás tan herido?.- le pregunté mientras el luchaba por incorporar su postura sobre el sillón.

-Un pequeño percance, nada de que preocuparse, linda.- dijo con sarcasmo y una pequeña risa baja. Cuando se sentó en su lugar recorrió su cuerpo con las manos, inspeccionado el daño. Yo estaba arrodillada frente a él sentada sobre mis tobillos, mirándolo. Esperando su permiso, quizá, para atenderlo. Al girar su mirada y descubrirme observarlo fijamente me dirigió la palabra.- Cariño, sé un encanto y pásame esa botella morada.- como un rayo acate su petición y le extendí el frasco y un pañuelo donde verter.

-Alastor, déjame ayudarte.- le ofrecí suplicante.

-Ya hiciste suficiente, querida, lo que resta no es nada, estaré bien.- Me agradeció y se levantó lentamente para dirigirse al baño, caminó como si nada, pero sabía que estaba soportando el dolor para no verse débil ante mí.

Cuando sentí su ausencia en el cuarto, me dispuse a limpiar lo que quedaba de evidencia. Me levanté despacio, y me acerqué a la cocina para buscar un trapo con el cual limpiar la sangre de mi prometido. Tomé el primero que encontré y regresé a donde yacía tendido Alastor hace unos minutos, y frote el suelo efusivamente para desaparecer las manchas del suelo.

-_________- escuche que llamaban mi nombre. Me mantuve en silencio unos segundos hasta que lo volví a escuchar.- Cariño, ¿podrías darme una mano?- dijo desde el baño.

Me apresure a su llamado y sin llamar antes me adentre al cuarto de baño, vislumbrando su magnífica figura de pie frente a mí. Me estaba dando la espalda, con una toalla rodeando su cintura cubriendo su torso bajo de la vista. Podía entender porque me había llamado, las heridas en su espalda no podría alcanzarlas aunque contorcionara su espalda completa.

-¿A..A..Alastor...am..e...en..que te ayudo?.- dije absolutamente nerviosa del panorama.

-¿Podrías ponerme un poco en la espalda?.- dijo sin girarse pero apuntando a la botella morada de antes.

-Claro.- dije en un suspiro con el corazón latiendo efusivamente. Coloque un poco en la palma de mi mano y con mis dedos comencé a frotar suavemente en sus heridas.

Senti como su cuerpo se tensó al instante en que lo toqué. Pobrecito, debía dolerle mucho más de lo que imaginé, así que lo hice con más delicadeza para no lastimarlo.

-Listo.- dije al terminar el área de la espalda.

-Te lo agradezco, Darling, pero..... ¿podrías seguir con este lado?.- dijo mientras se giraba para quedar con su pecho desnudo frente a mí.

La ÚltimaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant