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Después de formular cautelosamente mi pregunta, me mantuve sobre mi rodilla, sosteniendo en mis manos la sortija, esperando una reacción más jovial de su parte. Pero se mantuvo quieta, atónita... más bien perpleja. Pareciera qué le hubiera hecho la pregunta más difícil del concurso para ganar un millón de dólares y no supiera la respuesta. El largo rato que se quedó absorta se empezó a volver incómodo y mi paciencia comenzó a disminuir, así que decidí sacarla de su shock llamándola por su nombre.

-¿_______?.- pregunté buscando su mirada para atraparla en la mía.

Al escuchar su nombre la saqué de su trance pero veía dudas en sus ojos, por un segundo me miró a mí y después la sortija cuando su semblante cambio totalmente.

-Si, acepto.- dijo sonriendo y llorando al mismo tiempo.

Un alivio interno relajó mi respiración al oír su afirmativa. Tomé el anillo junto con su mano y lo deslicé en su delgado dedo, le quedaba de maravilla. Se acercó con impulso hacía a mí y caímos al suelo pero el impacto de sus suaves labios sobre los míos que demostraban la credibilidad de sus palabras me desconcentró de la caída. Me había decidido tenerla lo más cerca posible para evitar daños colaterales de la posible batalla que estaba apunto de desatar e intentar terminar lo más pronto capaz.

Ese día, después de merendar juntos, me ofrecí a ir a su departamento por ciertas cosas personales que yo no le podría proporcionar, como unos cambios de ropa, zapatos, etc. Le insistí fervientemente que se quedara en mi casa hasta recuperarse, aunque yo sabía que en pocos días estaría como nueva gracias a mis tratamientos, éste sería el único lugar donde Madame no podría encontrarla tan fácilmente, junto con el plan de casarnos además de darme completo acceso a su tiempo y encantos, me brindaría protegerla de cerca por si acaso. "Es mi presa, nuestra presa" dijo la voz en mi cabeza, lo cuál ignoré en esa ocasión.

La dejé recostada en la cama de invitados y me dirigí a su departamento. Mientras me alistaba para salir cargué conmigo ciertos instrumentos para mí cometido de esa tarde. Planeaba descargar mi furia contenida sobre madame y anunciaría un mensaje a los altos para recordarles el respeto a nuestro trato.

Mientras caminaba tranquilamente por la calle principal, mi sombra me tomó del codo metiendome a tropezones en un callejón.

-Presiento, compañero, qué tienes una buena explicación para éste trato tan inapropiado.- dije molestó por su actuar y reacomodandome la ropa.

Comenzó a hacer gestos de disgusto y preocupación,y tenía razones para todo esto. Llevaba días sin comer lo que mi cuerpo demandaba solo para mantener las apariencias con la dama que ahora reside en mi hogar. La magia robada en cada uno de los ataques de mi sombra para detenerme también me había dejado agotado. Ciertamente ambos estábamos de acuerdo en que no estaba en la mejor forma pero tampoco lo estaba ella, por esa misma razón debía aprovechar su momento de recuperación.

La decisión estaba tomada y al mal paso darle prisa. Ya que aún tenía la tarea de encontrar esas almas qué hacían mi deuda más pesada.

Salí caminando plácidamente del callejón para seguir mi ruta. Una vez frente a la puerta del susodicho lugar, sé me erizo el vello de la nuca, ella estaba ahí. Abrí la puerta desde la perilla y una ráfaga de aire me envolvió impulsandome completo por la puerta y cerrarla después de mí entrada.

No logré ver nada por el aire, pero podía sentir como algo me sostenía de la cintura del pantalón para no caer. Cuando el aire se disipó en unos segundos miré a donde la gravedad me dirigía y gracias a mí sombra pude evitar la muerte en una estacas de madera verdaderamente letales qué había en el fango.

-Tu y tu endemoniada sombra.- dijo madame con sarna y cólera. - ¿creíste qué tendrías el factor sorpresa? Pues no fue así, soy más lista qué tú. - dijo burlándose.

La ÚltimaWhere stories live. Discover now