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No me agradaba la forma en la que él quería llevar todo a su manera y a su tiempo, sin considerar mis sentimientos en su actuar. Él sabía que me gustaba, y mucho, y tratar de tomar ventaja por los sentimientos que le tengo.... ¡vaya osadía!. Aunque debía admitir que mi corazón palpitaba alocado por tener su cuerpo en esa posición y permitirme apreciar que él tenía cierto deseo por mí, me erizo la piel.

-Alastor....- dije, estirando la mano para acariciar su mejilla lentamente hasta llegar a su oreja, mirándolo fijamente a los ojos.

-Mi querida ________.- dijo acunando mi mano en la suya, pude ver como desvió la mirada, pero volvió a verme y dedicarme una sonrisa mucho menos sedienta que la anterior. - Debo terminar mi tarea, si no he sido capaz de terminarla no soy merecedor de mi dulce, ¿no lo crees?.- dijo guiñandome un ojo y besando mis dedos.

Me quedé perpleja cuando se levantó de la cama y se dirigió a la puerta. Al incorporarme me planté frente a él y antes de que pudiera decirle algo, presionó sus labios en mi frente, un gesto que se le facilitaba por su altura. Me hizo seguirlo a la puerta y al deslizarse por el marco de la puerta me preguntó.

-Señorita _______ ,¿tiene planes para la festividad coloquial llamada Mardi Gras? .- me preguntó con mucha elegancia

-Caballero, mi respuesta a tal pregunta es negativa.- conteste riendo

-En ese caso, ahora los tiene.- dijo con una reverencia corta.- Manténgase en sintonía para más información.- hizo un ademán como si tuviera un micrófono en la mano.

Acto seguido, se despidió agitando la mano y desapareció en la noche. Al perderlo de vista, cerré mi puerta y me puse a saltar como niña pequeña llena de felicidad. Iba a ser mi primer Mardi Gras sin la compañía de mis padres, era un gran salto a la independencia que tanto busqué y qué mejor que estar acompañada del hombre del que estaba tan perdidamente enamorada.

Aunque faltarán pocos días para esto, quería verme espectacular para desfilar por la calle del brazo de Alastor. Así que al día siguiente después del trabajo, corrí hacia una tienda de vestidos a la que siempre volteaba a admirar el aparador. En esa ocasión había captado mi atención un hermoso vestido verde esmeralda con acabados color plata, era perfecto, cuando ya se encontraba en mi poder decidí dejarlo en la caja hasta que se llegara el día del evento para no arruinarlo.

Pasaron los días y solo podía imaginarme escenas que podrían pasar en la celebración, como los bailes a lado de mi pareja favorita, degustar la comida más tradicional de aquí, disfrutar de la música, el festival, la gente. Estaba ansiosa, ya quería que se llegara el día, Alastor me había dedicado una llamada telefónica para mencionarme que pasaría a mi casa a las 7 p.m. para irnos juntos.

Después de mi poca y ansiosa espera, se llegó el día. Me levanté ese día cantando, admito que no tenía ni una pizca del talento que desbordaba Alastor pero mi alegría me impedía detenerme. Armonizando y bailando por mi departamento, me preparé para mi jornada laboral de costumbre, con el uniforme puesto me miré al espejo y descubrí que no tenía nada de encanto en esa ropa, hasta podía jurar que parecía un niño jugando al cartero pero sabía que esa tarde después de ponerme el vestido iba a deslumbrar a todos.

Pase a la cocina para desayunar rápidamente y al terminar mi taza de café, sentí un escalofrío en la espalda. Me tense, abrí los ojos desconcertada por el estremecimiento repentino de mi cuerpo, ya que no hacía el frío necesario para lograr ese efecto en mí, me levanté de la mesa y mi pánico aumentó al sentir una sensación de calor y líquido entre mis piernas.

-No, no, no, no, no, no, no, no, no, no.- dije repetidamente mientras corría al baño.

Efectivamente, mi periodo había llegado. Todas mis expectativas se derrumbaron al ver que todos mis planes se arruinarían por ese molesto ciclo de ser mujer, pero estaba dispuesta a disfrutarlo lo más posible con las debidas precauciones para no pasar el ridículo frente al público del festival.

La ÚltimaWhere stories live. Discover now