16_

2.3K 261 84
                                    

Mi madre no perdió ni un segundo en invitarlo a sentarse con nosotros. Justo a mi lado.

-Tome asiento, joven Alastor.- le dijo amablemente mientras giraba a hablarme a mi. - Querida nos hubieras preparado para esta sorpresa.- dijo avergonzada de nuestros atuendos. Aunque debía admitir qué Alastor se veía despampanante; no entendía bien la razón de porque auto presentarse a mis padres.

-¿Con qué usted es él que tiene la osadía de intentar quedarse con mi hija? - dijo mi padre intentando bromear cuando le extendió su mano para estrechar la de Alastor.

-Es un placer conocerlo, señor.- dijo Alastor al sentir el fuerte apretón de mi padre sobre su mano pero sin perder su cordial sonrisa.

-Tambien es un placer conocerla, señora.- dijo mientras tomaba la mano de mi madre y le propinaba un beso sobre el dorso.

Sus modales siempre fueron intachables, capaces de conquistar a cualquiera pero veía que mi padre no caería tan fácil en su juego de palabritas y gestos dulces. Giré la mirada después de un suspiro para ver por la ventana y vi a la sombra de Alastor al otro lado de la calle, observando o ... acechando.

Ahora entendía como nos había encontrado tan fácilmente sin previo aviso. Me giré a mirarlo fijamente, para visulmbrar sus intenciones de esa noche.

-¿Qué pasa, ______?.- preguntó girando y sosteniendome la mirada con esos bellos ojos cafés y una sonrisa coqueta.

Todo me ponía nerviosa, y que me viera tan fijamente me hizo sentir indefensa de nuevo. Opté por dejarlo hacer lo que quisiera y que controlará la situación con mis padres, ya qué no dudaba qué por ningun motivo metiera la pata. Él era la perfeccion andando, pero yo había tenido la dicha de poder ver una faceta suya donde no lograra ser perfecto al 100%, esa era una ventaja a mi favor. Tomé mi taza de té de su platito y al darle un pequeño sorbo mi madre me hizo escupir el líquido con sus palabras.

- Y bien, joven Alastor, cuéntanos ¿Cuantos hijos piensan tener y donde piensan criarlos?.- apenas terminó su oración, yo ya había bañado todo mi lugar y mi vestido de té.

Todos se giraron a verme desconcertados. - ¡MAMÁ!, no hagas esas preguntas.- dije regañandola por su sana curiosidad. Alastor soltó una risita ante la escena.

-Disculpeme por no poder darle una respuesta inmediatamente, madame.- dijo rápidamente para calmar el ambiente. - Pero aún no he recibido el consentimiento de mis futuros suegros para comenzar a planear mi vida con su maravillosa hija.- dijo mientras tomaba mi mano con la suya sobre la mesa.

-Es cierto, Miriam.- contestó acelerado mi padre. - Estos niños deben pasar por todo el procedimiento necesario para que YO dé mi aprobación.- dijo acentuando y realzando la voz.

-¡oh vamos querido!, ¿qué no ves que el amor se siente en el aire? Estos dos ya están más listos para casarse qué nosotros a su edad.- dijo mi madre soltando una risita.

-No me mal interpreten por mi respuesta anterior, yo estoy dispuesto a brindarle todas las comodidades qué necesite y se merece su hija, de eso tienen mi palabra.- apremio más serio de lo normal. -Ya qué no puedo vivir sin ella en mi vida.- dijo al mismo tiempo que tomaba mi mano y la besaba....FRENTE A MIS PADRES.

Pude sentir un calor abrumador por todo mi cuerpo, y sabía de sobra qué en mi rostro se notaba a simple vista. Escuché un suspiro sonoro salir de los pulmones de mi padre en resignación momentánea.

Después de la cena, Alastor nos acompañó hasta el auto, y se despidió cordialmente ayudándonos a mi y a mi madre a subir al auto y cerrar la puerta. Noté que mi padre no subió inmediatamente pero con las puertas del auto cerradas no podía escuchar de lo que hablaban, así que lo deje pasar.

La ÚltimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora