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14 de enero de 1932
Llegando tarde el primer día de trabajo, la oficina postal siempre tan activa y ocupada. Hoy iniciaría como mensajera en la ciudad entregando paquetes, no es como que la idea me emocionará mucho pero al menos no estaría encerrada en una oficina todo el día y podría ver toda la ciudad de Louisiana mientras trabajo.

Mi padre era investigador privado y mi madre lo ayudaba de ves en cuando para resolver los casos con mayor rapidez, mi abuela cuidaba de mi mientras ellos no estaban. Crecí en su casa a las afueras de la ciudad, mis abuelos criaron perros de caza durante muchos años y yo los ayudaba cuando terminaba las tareas que se me asignaban.

Cuando al fin cumplí la mayoría de edad y ahorré el dinero suficiente de pequeños trabajos qué hacía a medio tiempo, pude mudarme a la ciudad a un departamento acogedor en el segundo piso de una tienda de radios y televisores, tal vez no era mi hogar pero al fin podría independizarme y vivir mi vida como toda una adulta.

A veces al dueño le gustaba poner la estación de radio a todo volumen, el señor Matías no escuchaba bien de su oído derecho pero seguía siendo un señor encantador y muy amable, además admito que la voz y el carisma del locutor me parecían hipnotizantes, por lo que agradecí mucho la sordera del señor Matías, tanto que compre una radio para mi departamento y poder escucharlo cuando la tienda estaba cerrada.

Siempre se escuchaba lo adecuado en su estación, la música, las noticias, las bromas, todo. Me hacía preguntarme porque en casa no escuchábamos la radio con más frecuencia, pero daba igual, teniendo mi propio techo podía poner mis propias reglas.
"Me gustaría conocerlo algún día, debe ser todo un personaje, y tal vez por su voz sea atractivo también" divague mientras cocinaba.
Entonces se me ocurrió la gran idea de trabajar en la oficina postal, si los mensajeros tenían que recorrer toda la ciudad de puerta en puerta, tal vez algún día podría encontrarlo y lo reconocería por su voz. Mi emoción ante la idea de poder conocerlo me aceleró a preparar la papelería de solicitud de empleo para dar marcha a mi plan, si podía trabajar, ganar dinero, conocer la ciudad y tener alguna posibilidad de conocerlo, la tomaría.

Al día siguiente por la mañana al despertar y después de vestirme, me preparé un desayuno rápido y comí mientras escuchaba música en la radio, al tener toda mi documentación lista me dirigí a la oficina postal y todo fue como planeaba, si no es que mejor, les urgían mensajeros y la contratación fue casi inmediata, lo único qué llamó mi atención es que siempre tendría el horario diurno por ser una chica, le di poca importancia ya que estaba contratada. Me encaminaron a la oficina de capacitación durante la mañana, al terminar el curso me retiré a preparar todo para el primer día. Ya en casa preparé la comida y guardé un poco para el almuerzo del día siguiente, encendí la radio para escuchar esa melodiosa voz que tanto me encanta mientras realizaba varias tareas más.

Mientras él hablaba me ponía a imaginar como seria él en realidad, sus modales, como me dirigiría a él, si aceptaría qué saliéramos, si fuéramos novios, si nos casaramos, si viviéramos felices por siempre; mi mente voló a los confines de mi utopía personal con un desconocido. Soñando despierta me percaté que su programa había terminado y antes de apagar la radio comenzó la transmisión de un anuncio de precaución por varias desapariciones que estaban ocurriendo en la ciudad.

-Eso explica porque papá está tan ocupado- dije en voz baja.

Terminando los quehaceres me dispuse a dormir y soñar con mi caballero imaginario.

Al día siguiente, una vez en la oficina, me dirigí a mi estación de trabajo y Kaly, la administradora, me entregó las llaves del auto, paquetes/cartas y las bitácoras te entregas. Después de empacar todo y planear mi ruta de viaje, subí al auto, prendí la radio en mi estación favorita y comencé mi búsqueda.

Han pasado 3 semanas, he recorrido más de medio Nueva Orleans y nada. Hasta comenzaba a pensar que sería más fácil solo ir a la estación de radio e interceptarlo ahí pero no quería que me tomara como una loca más.
"Mañana pediré más rutas" pensé.
Eso aumentaría la probabilidad de encontrarlo.

Al día siguiente, ya estaba lista para mi pedir solicitud de más rutas pero Kaly me detuvo en seco.

-_______ Hoy solo debes entregar un paquete, hiciste un buen trabajo para ser nueva en esto, cuando termines puedes irte a tu casa- dijo ella con entusiasmo.

"¿Qué rayos haré todo un sábado?" Pensé.
Tomé el paquete y subí al auto. Al llegar a la dirección, me acerqué a la casa con la caja en manos y toqué a la puerta.
Alguien a lo lejos gritó "Un momento".

Mientras esperaba me retiré el gorro del uniforme de la cabeza para dejar ventilar mi cabello, el cuál cayó sobre mis hombros, ese día hacía mucho calor, usando el gorro como abanico seguí esperando. Se escucharon unos pasos dirigiéndose a la puerta frente a mi y en seguida un juego de cerraduras moviéndose para dar paso a la apertura de la puerta.

Un hombre alto y delgado sostenía la puerta con su mano, su tersa piel contrastaba con su conjunto color vino de traje y pantalon que hacían juego. Su ojos cafes cobrizo eran del mismo tono que su cabello y su cautivadora sonrisa quedaban perfectos en su cara.
Mi admiración inapropiada se interrumpió cuando el joven habló.

-Buen día bella dama, ¿en qué puedo servirle?- dijo encantadoramente.

En ese momento lo reconocí, era él, aunque la distorsión de la radio no le hacía justicia a su voz estando en persona, lo reconocería en cualquier parte. Sentí como la sangre subió a mi cara, desvíe la mirada al paquete para ver el nombre y me apresure a contestar.

-Buen día señor Alastor, he venido a entregarle un paquete- dije nerviosamente, eleve la vista hasta su barbilla para no ser descortés.

-Excelente, llevo esperando mucho tiempo- acerco sus manos hacia el paquete, deslizó sus dedos sobre el y sus manos se encontraron con las mías.

El contacto con sus manos me sobresaltó y solté el paquete, al cual el maniobró para atraparlo en el aire.

-Disculpeme señor, no fue mi intención- me disculpe.

-Oh querida, no te preocupes, lo tengo todo bajo control- dijo él aún sonriendo.

Le extendí una forma qué firmo de recibido y me apresure a iniciar mi plan.

-Muchas gracias,señor. Eso sería todo por parte de la oficina postal. Pero por mi parte me gustaría preguntarle algo.- empece a temblar.

-Claro que si, mi Lady, puede preguntar lo que deseé.- dijo acercándose un poco.

-¿Seria usted gustoso de salir conmigo a tomar un café y charlar?.- pasaron unos segundos y tuve que voltear a ver su cara para anticipar su respuesta, el río un poco y respondió.

-vaya, mi querida dama, por supuesto que iré, estaría encantado de pasar una tarde charlando con usted- extendió su mano y tomó la mía, acercandola a su boca, plantando en pequeño beso en el dorso de mi mano -un caballero debería estar loco para negarse.-

Levanto la mirada hasta alcanzar mis ojos y sonrió todavía con su rostro cerca de mi mano.

-¿puedo preguntarle su nombre,señorita?.- dijo aún sosteniendo mi mano.

- oh si, disculpe, mi nombre es ______, encantada de al fin conocerlo.- dije sonrojada y nerviosa por el contacto físico.

-El placer es y será mío, sweetheart.- me guiño el ojo y no pude aguantar sonreírle.

-oh!- exclamó. - Que bella sonrisa, querida, sigue sonriendo recuerda que nunca se esta bien vestido sin una sonrisa en el rostro.- soltó mi mano y apunto con su dedo índice su propia sonrisa.

Nos pusimos de acuerdo para encontrarnos mañana en el café frente a un bar de la calle principal y nos despedimos.
Estaba tan emocionada que al llegar a casa, revisé todo mi guardarropa y me probé todo, quería dar la mejor impresión posible y lograr que no apartara su vista de mi.

La ÚltimaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora