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Ya había entregado la noticia de su error. Sólo era cuestión de qué el averiguara la causa y fuéramos llamados por Papá Legba. Estaba exhausta, de ésta posesión me tomaría tiempo para recuperarme, así qué decidí descansar en mi pequeña cabaña del bayou donde había vivido por tantos años en mi juventud con .....

Mientras dormitaba en la pequeña cama, una de mis sombras entró dando un portazo qué me levantó de un brinco. Me informó que una niña había dejado algo frente a mí puerta. ¿Una posible clienta? ¿Un nuevo trato? Fuera lo que fuera debía ir a revisar. Me transporte con las sombras y al abrir la puerta encontré una pequeña bolsa en el suelo. La cual al levantarla y abrirla ahí mismo, la dejé caer al suelo de la sorpresa.

-Maldito monstruo, ¿cómo se atreve?.- dije temblando del coraje.

Tomé la bolsa y metí la mano a regaña dientes y saqué el contenido para aventarlo a la mesa.

-¿Cómo supo sobre Maggie, esa maldita rata trepadora?.- el odio hablaba por mí.

Él no tenía el derecho a saber de ella, nadie debía saber sobre mi pequeña hija Maggie. No había dejado registros, y esta muñeca llevaba tanto tiempo escondida de mi vista que ni siquiera recordaba que la tenía. Ése tonto debió buscar en todas partes. Con su sacrificio me aseguré qué nadie supiera de ella y los altos me dejaron conservar la muñeca como un recordatorio de mi atrocidad al obtener el conocimiento para mí poder.

A simple vista noté cómo esa alimaña se había quedado con el listón con su nombre, era más listo de lo que creía. Prendí la muñeca en llamas y dejé una nota, porqué sabía que volvería a revisar su escena del crimen y averiguar si el mensaje había sido entregado. Todos los criminales son iguales.

Regresé a mi cabaña con la cabeza baja, en shock por el atrevimiento de ése tipo. Me dejé caer sobre el sillón y una sombra de los altos había llegado desde el techo a convocarme para una reunión antes de desaparecer.

Debía referirse a la reunión para juzgar a Alastor. Se lo merecía, pero por si las dudas envié a mí sombra más pequeña extensión sólo para mantenerme al tanto de su castigo en lo qué ideaba mi venganza.

Al cabo de un rato, mi sombra regresó con la información de la reunión  y me entregó el mejor presente del momento. El listón.

-Pequeño pillo, mamá te lo agradecerá.- dije acariciandolo.

Tomé el listón entre mis dedos y juguetee con él. Una llamarada de ideas revoloteo por mi cabeza y varias iban aterrizando en el lugar preciso.

Debía distraer a Alastor para atacar a esa niña con la guardia baja. Así que decidí disfrazarme de él, parecía que estaban muy enamorados así que ella caería con cualquier cosa romántica qué él haga. Pero debía tener cuidado con su sombra qué estaría al acecho de mí e iría veloz a informarle a Alastor.

Tomé el listo y lancé un encantamiento en él para que solo personas físicas pudieran levantarlo, así podría atrapar a la sombra en lo que entraba en acción sin molestias y para ganar más tiempo.

Y que más podría pedir cuando esa misma tarde su sombra entró por mi ventana buscando algo. En un chasquido todas mis sombras se abalanzaron sobre ella para sostenerla en su lugar y poder colocar encima un peso qué no podría mover hasta que lo liberaran.

Una vez atrapada, tenía el tiempo encima y corriendo, así que preparé mi disfraz del encantador Al para ir a buscar a su amada. Llegué con la fachada del galante pretendiente a su lugar de trabajo pero ella no estaba ahí, así que dejé mi señuelo con su compañera, una rosa con una nota de amor. Todas las chicas amaban las rosas, así que decidí usar ese mismo método en su hogar.

Me transporte a las escaleras en plena luz de día pero un hombre viejo de una tienda de radios me capturó con su vista haciendo esa actividad. Así que decidí "charlar" con él dentro de su tienda. Con un poco de polvo somnífero lo puse a dormir en su repisa como si hubiera tenido un sueño mientras trabajaba arduamente.

Me adentre al departamento y verifique qué todo estuviera como la última vez qué estuve ahí. En un movimiento llené el departamento de rosas rojas y velas, dejé entrar a todas mis sombras para qué ocuparán un lugar de escondite y esperarán a la víctima para atacar.

Salí de la puerta principal aún con mi disfraz de Alastor y a lo lejos veía como la chica se acercaba perezosamente mirando al suelo, cambié mi disfraz a la apariencia del vendedor de radios y continúe con lo que él estaba haciendo, barrer la banqueta.

Cuando la chica se acercó a la puerta la saludé con la mano casualmente pero posiblemente malinterprete su relación. Ella me devolvió el saludo cordial pero entrecerro los ojos al hacerlo y entró a su departamento. Inmediatamente cerró la puerta, me transporte a mí guarida y conecté con una de mis sombras para disfrutar del espectáculo.

Todo iba como lo planeado, ella estaba aterrorizada, Alastor corría alborotado en busca de su sombra y yo descansaba en mi silla tomando una infusión de hiervas.

-Pero que bien se siente que todo salga bien.- dije regocijada en mi triunfo, dando un sorbo a mí bebida.

A través de las sombras pude ver a Alastor abrir la puerta de un golpe apagando la luz para inmovilizar a mis sombras. Les di la orden de salir de ahí excepto a la más pequeña, para informarme del actuar de la pareja.

Al verlos salir derrotados por la puerta me reí para mis adentros pero verlo volver soló me intrigó.

-Hoc non est super.- dijo él en voz lúgubre.

-Uy qué miedo, das niño.- dije en mi lugar antes de cortar mi conexión.

Ambos habíamos entrado en territorio sagrado para ambos, y sin arrepentimiento de ninguna parte habíamos desatado la ira del otro.

Después de tanto ajetreo, decidí tomarme un momento de descanso para recuperar fuerzas ya que podía sentir el cómo se avecinaba una batalla de la qué alguno de los dos no saldría vivo.

La ÚltimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora