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Después de comenzar mi cacería de humanos, me aseguraba de no dejar ni una sola pista de sospecha, las almas las daba en sacrificios pero la carne me encargaba de prepararla cuidadosamente para que disimulara ser de algún animal y la refrigeraba para no tener que cazar tan seguido, además había logrado recetas exquisitas con ella, dándole más consistencia y sabor.

Había aprendido a controlar mi sombra, podía mover cosas, aparecerlas o transportarlas a otro lugar, todos eran trucos muy útiles a la larga. Al mantenerme en un lugar tan lejano y solitario tenía sus beneficios, casi nadie pasaba por aquí así que no me perturbaban para nada.

Desafortunadamente un día alguien me descubrió, y fue nadie menos que mi buen amigo Husk, me encontró en la escena mientras cometía el crimen. Después de varios gritos y reproches como todo buen amigo me ayudó a llevar el cuerpo a mi casa, después de contarle del infortunado gusto que había adquirido mi paladar me juro que no diría nada y solo si era necesario me ayudaría pero que debía prometer no lastimar inocentes por ninguna causa; a lo cual accedí sin problemas. Después de eso, siempre le informaba de los siguientes "proyectos" que tendría para que estuviera alerta si necesitaba su apoyo.

Un Sábado por la tarde, me encontraba en casa organizando mis actividades para la siguiente de cacería, cuando el sonoro golpeteo de nudillos provenía de mi puerta. "¿Visitas?" Pensé.

-Un momento.- dije en voz alta mientras salía de mi habitación y cerraba la puerta con llave detrás de mí.

Me apresure a la puerta y la abrí de par a par, mostrándome una aparición. Una pequeña criatura, con extremidades delicadas, usando uniforme del correo, su cabello suelto sobre sus hombros, sus ojos brillantes fijos en mí, sus labios rosados al igual que sus mejillas, su piel tan suave a la vista y sus pequeñas manos sosteniendo un paquete. Me incorporé rápidamente después de examinarla inconscientemente.

-Buen día, bella dama, ¿en qué puedo servirle?- dije desde el umbral de mi puerta.

No podía dejar de verla, su presencia me transmitió un golpe de calidez muy extraño, sus ojos mirando mi rostro y sus manos nerviosas moviéndose sobre la caja, ella no parecía ser mayor que yo, ni siquiera parecía estar cerca de mi edad, "qué interesante jovencita" pensé.

-Buen día señor ....Alastor, he venido a entregarle un paquete- me dijo rápidamente, pude notar que las pupilas de sus ojos se dilataban poco a poco, que lindura, daba la impresión de un pequeño gatito indefenso.

-Excelente, llevo esperando mucho tiempo- acercó el paquete hacia mi y me aventure a hacerle una travesura, roce con mis dedos la caja pero mi meta eran sus manos.

La impresión que me mostró en su rostro por el roce de piel con piel de nuestros dedos fue muy divertido para mí y más porque casi dejo caer el paquete de tan nerviosa que la ponía, esto era muy entretenido.

-Disculpeme señor, no fue mi intención- se disculpó totalmente sonrojada.

-Oh querida, no te preocupes, lo tengo todo bajo control- acentúe con la caja ya en mis manos.

Firmé la forma de recepción y se la entregué.

-Muchas gracias,señor. Eso sería todo por parte de la oficina postal. Pero por mi parte me gustaría preguntarle algo.- ella continuó captando rápidamente interés.

-Claro que si, mi Lady, puede preguntar lo que deseé.- di un paso adelante para acercarme a ella.

-¿Seria usted gustoso de salir conmigo a tomar un café y charlar?.- debo admitir que me tomó con total sorpresa, no esperaba una invitación tan directa de alguien visiblemente más joven, reí un poco y respondí.

La ÚltimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora