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Tenía qué escapar, un escondite, debía protegerme. Me estaba persiguiendo y no podía perderlo de vista, si giraba a la izquierda o a la derecha sabía exactamente hacia dónde iba, y no importaba que tan rápido corriera por el pantano, no lograba desaparecer de la penetrante mirada con esos ojos rojos brillantes y psicópatas. _________. Escuché que me llamaban a lo lejos. _________. Giré mi huida en dirección de la voz, miré hacia atrás mientras corría y la persecución continuaba, apreté el paso y pude vislumbrar una luz a lo lejos, un destello verde, de ahí provenía la voz. Pero de repente, todo se oscureció y desperté hiper ventilando de mi sueño. Me faltaba el aire y estaba sudando enredada en las cobijas de mi cama.

Me levanté y me metí a bañar, era el segundo día que tenía esta misma pesadilla, estaba cansada. Ayer casi me quedé dormida al volante, de no ser por el café, que compré después de ese incidente, no hubiera logrado entregar todo. Había detenido mi plan de buscar al señor Alastor, ya que en mi estado actual no podía articular una respuesta congruente si él usaba sus encantos en mí. Me dirigí al trabajo después de ingerir un café bien cargado, y me dispuse a trabajar lo más pronto posible para volver a casa a dormir un poco.

Después de una interminable jornada de trabajo a mi parecer regresé a la oficina derrotada, entregué todo y salí casi arrastrando los pies hacia la parada. Con todas mis fuerzas me mantuve despierta para bajar cerca de mi casa, ya en la puerta saqué las llaves y entré con mucha lentitud, me quité los zapatos y me dejé caer en el sofá, enrolle mi cuerpo en una manta que tenía cerca y me convertí en un pequeño bulto. Tras crear calor corporal con la manta y el pasar de los minutos continuaba me sumi en un sueño profundo.

Una sensación de mucho calor me invadía, hasta podía escuchar los latidos de mi corazón en mis oídos, intenté mover mis manos con los ojos cerrados para librarme de la cobija pero no pude. Estaba atrapada, abrí los ojos despacio pero me quedé helada cuando descubrí unos brazos rodeando mi cintura, mi cara frente a la parte superior de una camisa de botones blanca y mis piernas debajo de otra más grande. Mi respiración se agitó, levanté la vista y ahí estaba plácidamente dormido a mi lado, el señor Alastor.

Casi explote en una llamarada cuando vi su angelical rostro dormido, descansando en un cojín, con una pequeña sonrisa marcada en sus labios. "Incluso dormido parece sonreir" pensé al admirarlo. Me moví extremadamente lento para no despertarlo y poder salir de su trampa corporal. Con una mano libre, tomé su antebrazo para levantarlo de mi costado y dejar mi torso despejado. Después un titubeó se hizo presente al bajar la mirada a su pierna, no quería invadir su privacidad tocandola con tanta libertad, pero debía hacer algo para salir. Pose dos dedos en su rodilla, y me giré de inmediato a ver su rostro, pero seguía igual. Después coloque la palma de mi mano en ella y no despertó. Comencé a deslizar mi mano por su pierna para empujarla lentamente sobre mi cadera en su dirección, cuando quedé libre me dispuse a escapar de la comodidad de su abrazo girandome al lado contrario, dándole la espalda. Solté un grito de susto cuando mi cuerpo fue regresado a su localización anterior pero de espaldas a él.

-¿A dónde creés que vas, querida?.- dijo con su voz rasposa y gruesa en mi oído.

La sensación de su aliento en mi piel, me dio un escalofrío por la nuca, podía sentir el calor de su pecho sobre mi espalda mientras sus brazos me apretaban contra él. Sentía como la sangre llegaba a mi cara en segundos, agradecía estar de espaldas a él para escapar de su mirada. Me tomó un tiempo poder articular algo inteligente a esa pregunta.

-¿Qué hace usted aquí?.- dije temblorosa por los nervios.

Suspiró pesadamente. -Quería...verte.- dijo en voz baja, pude sentir como hundida su rostro en mi cabello. Su reacción me conmovió mucho, pero en ese instante un rayo de sabiduría me golpeó.

La ÚltimaWhere stories live. Discover now