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El olor era muy fuerte y demasiado dulce. Había velas encendidas en lugares estratégicos de la casa, mientras buscaba al culpable de este evento, me adentre en la sala rodeando el sillón, dejé caer mi bolso y la rosa en los cojines para tener las manos libres. Caminé lentamente viendo hacia todas partes, buscando. Alcancé a notar una pequeña nota colgando en la chimenea que decía "He de compararte con la primavera, cuando llegas todo parece florecer, incluso dentro de mí. A". Algo estaba mal, Alastor siempre firmaba sus notas con su nombre, ¿porque habrá cambiado a sólo su inicial? ¿Sería para mantener anonimato?. Revisé todo el departamento y estaba vacío, no había nadie, solo rosas, velas y una nota. Salí a la calle para buscar al señor Matías, seguramente él lo dejó entrar para prepararme la sorpresa por eso el nerviosismo en el saludo, pero ya no estaba barriendo y la tienda estaba cerrada.

Regresé adentro, encendí las luces y sople todas las velas para apagarlas, recogí todas las rosas y trate de acomodarlas en floreros, aunque eran demasiadas y algunas se quedaron fuera. Me preparé la cena y me senté a la mesa, estaba un poco enjaquecada por el olor tan fuerte de las rosas y velas aromáticas, terminé de cenar rápido abri las ventanas, por suerte mi cuarto no tenía tan impregnado el olor.

Ya lista para dormir me acurruque entre las sábanas, cerré mis ojos y di un profundo suspiro antes de quedarme dormida.

Sentía frío, en todo mi cuerpo, tenía las manos y pies helados, y no me podía mover en absoluto más que mi mirada hasta donde alcanzaba a ver. Pequeños copos de nieve caían despacio por el aire.

-¿Porqué estás aquí?.- escuché a una voz preguntar pero no se veía nada cerca.

-No es tiempo aún.- volvio a decir.

Una ventisca me rodeó en un torbellino bloqueando mi visión y tornando todo a un color blanco.

Desperté descubierta por la sábana y encogida a posicion fetal con mis brazos abrazando mi cabeza. Eso explicaba el frío del sueño, pero no la voz.

Al fin era viernes, y con el periodo terminado podría descansar todo el fin de semana ya que Alastor no me había llamado para vernos, tenía muchas labores domésticas atrasadas y debía aprovechar mi tiempo libre. Además de mi muy notoria evasión hacia Alastor por todo lo que había pasado, si hablaría con él de todo pero no pronto, necesitaba tiempo para mi.

El dia transcurrio de lo más normal, solo con las intercepciones de Kaly para mantenerla al tanto de información exclusiva de mi vida personal, todo fue muy tranquilo, encendí la radio pero elegí otra estación, en la que exclusivamente ponían música de fondo. Además de tener pocas entregas, me relaje tomando un jugo y saboreando un sándwich a la hora del almuerzo en un parque, mientras comía sentada en una banca viendo a los niños jugar, a las personas pasar caminando, cada uno con sus propios mundos, caí en la cuenta de cuanto tiempo pasaba con Alastor. Por un momento me sentí un poco sola, ya que no había hecho muchos amigos desde que había llegado a la ciudad, aunque desde el principio me habia plantado el fin de encontrarlo a él, ahora que había cumplido mi meta principal, no sabía que rumbo tomar, tal vez se debía a que todavía no tenía una respuesta de su parte, el que estuviera confundida hacia donde avanzar. Recordaba el tiempo en el que ya me veía casada con Alastor, viviendo juntos, compartiendo un hogar y formando una familia, "tal vez me adelanté mucho a los eventos" pensé desilusionada.

-Disculpa, jovencita, ¿puedo sentarme?.- me preguntó una señora mayor sacándome de mis pensamientos, tenía el cabello blanco corto, piel oscura y muchas arrugas en la cara, llevaba un vestido blanco desgastado y un chal amarillo en sus hombros.

-Por supuesto.- me hice a un lado para dejarle el otro lado de la banca libre.

-Dime, linda, ¿qué ocupa tanto tu pensamiento?.- me preguntó apenas tomo asiento.

La ÚltimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora