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No lograba concebir cuánta energía estaba gastando ni cuánta estaba adquiriendo. Todo el día de ayer estuve comiendo, bebiendo, ingiriendo pero sin lograr saciar mi apetito y lo peor de todo era que después de hacerlo el brillo rojizo de mis ojos tardaba más en desaparecer. No podía presentarme ante la señorita ________ luciendo así, pero aún seguía luchando contra mis ansias de verla de nuevo.

Sabía qué debía estar preparado para todo tipo de escenarios, así que tomé el libro y busqué la receta de un polvo alucinógeno que me había sacado de varios contratiempos anteriores, de esta forma podría usarlo en ella si era necesario. Una vez terminado, lo vertí cuidadosamente en un pequeño frasco que podía guardar en el bolsillo de pantalón, con eso debería bastar. Una vez preparado, tomé mi partida hacia la estación de radio. Mientras subía al autobús comencé a trazar mi itinerario del día de hoy para mi visita a la señorita _____ y estar de vuelta en casa antes de que pudiera perder la compostura, además de probar si el hechizo en verdad funcionaba.

Al momento de llegar, fui recibido en el lobby por un compañero indicandome que alguien me buscaba por llamada teléfonica. Lo cuál me extrañó de sobremanera, ¿quién podría ser?.

-Aqui Alastor al habla, ¿con quién tengo el gusto?.- dije por la bocina con mi entusiasmo natural. Pero nadie contestó, al cabo de unos segundos se escuchó el corte de la comunicación por la otra parte. A lo que solo me encogí de hombros y colge el auricular en su lugar.

-Que comience el show.- dije mientras me dirigía a mi cabina después de tomar los papeles para el programa de hoy.

Una vez terminado mi trabajo, mandé a mi sombra a verificar que ella estuviera en casa a lo cuál desapareció en un chasquido. Me tomé mi tiempo en salir de la estación, demorandome un poco para esperar la respuesta de mi sombra. Inmediatamente puse un pie fuera del edificio, se manifestó mi sombra , dándome la señal de que si se encontraba en casa. Al saber la noticia mi sonrisa se ensanchó y mis ansias crecieron aún más.

-Vamos, amigo mío, tenemos una cita.- dije acomodandome el cuello de mi camisa y caminando al callejón más cercano que encontré.

Justo ahí, escondido en la penumbra que formaban las enormes paredes de los edificios, me transporte evocando las sombras, justo al callejón frente a la casa de la señorita ________. Salí caminando con normalidad del callejón silbando una canción que había transmitido a los radioescuchas esa tarde. Al acercarme más a la puerta, mi sombra señaló que ella estaba dormida, esa información me hizo dudar si llamar a la puerta ya que era la oportunidad perfecta para probar el hechizo de protección en realidad servía. Le ordené qué entrara y removiera el seguro, a lo que hizo en unos segundos.

Gire la perilla lentamente para evitar que cualquier ruido pudiera despertarla y entré a hurtadillas a la casa, una vez dentro cerré la puerta detrás de mi con el mismo cuidado con la que la abrí. Mi sombra flotaba por encima de ella, que dormía plácidamente en el sillón, acurrucada con una manta y su cabeza descansando sobre un cojín. Totalmente adorable e inquietantemente indefensa, exclusivamente a mi merced. Caminé rodeando el sillón sin quitarle la vista de encima y me detuve al esta frente a ella.

El simple hecho de mirarla ahí quieta sin hacer nada, lograba alborotar todos mis pensamientos con varios escenarios que la incluían a ella, mi corazón comenzó a latir más rápido y mi respiración se hizo más sonora.

Imaginarme probando su piel, su carne, su sangre, qué delicia... tragué saliva ante la idea. Pero esas imágenes se mezclaban con otras totalmente diferentes a las anteriores, con ella entre mis brazos, despertando cada mañana con ella a mi lado, reír y disfrutar todos los días que estuviéramos juntos hasta el final de nuestros días.

La ÚltimaWhere stories live. Discover now