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El mantenía sus brazos a los costados pero sus ojos cobrizos destellaban mirándome fijamente. Sus mejillas mostraban sonrojo al igual que sus orejas. Mantuvo su sonrisa serena mientras ponía más tónico en mi mano y con solo dos dedos me acercaba a las heridas de su pecho, al primer rose de mi tacto él respiro hondo, haciendo subir y bajar sus músculos con el movimiento de su respiración.

No me había ni siquiera imaginado tener un plano de primera mano de su torso, agregando la bella sensación de su piel bajo las yemas de mis dedos. Pero mi intuición resonaba a gritos lo que ambos cuerpos gritaban por instinto, sabía que yo lo quería, sabía que él también quería, su respiración parecía agitarse lentamente, hacerse más pesada y sus ojos estaban clavados en los míos. Pero con un profundo pesar y respiración acalle a mis pensamientos profanos, cortar el contacto visual y me limité a decir.

-Todo listo, querido.- dije mientras enjuaga mis manos para quitar los residuos del ungüento, evitando a toda costa mirarlo de nuevo con la vista clavada en el suelo. Después de secarme las manos caminé tranquila para abandonar el baño y dejar a mi prometido adentro. Al cerrar la puerta me dirigí a la habitación con paso firme y me senté en la cama para llevar mi mano a mi pecho en el cual retumbaban los latidos de mi corazón despavorido.

Me aseguré a mi misma que esta situación no sería necesaria de nuevo cuando fuéramos marido y mujer pero debía aguantar hasta entonces, aún faltaba pedir la bendición de mis padres para la boda y con las nuevas heridas de Alastor tendríamos que esperar un poco más. Después de calmar mi ser, regresé a terminar de limpiar donde me había quedado.

Cuando todo estaba limpio, note que Alastor seguía en el baño y no lo culpaba, estaba cubierto de heridas, tomaría más que 30 minutos lavarlas, curarlas y vendarlas. Así que decidí ya no molestarlo y me dirigí a la cocina para prepararle un buen desayuno, iniciando por el café y me propuse a preparar pan para acompañarlo con una mermelada que había visto en la alacena.

Mientras el agua hervía y el horno llegaba a la temperatura idónea, yo estaba amasando la harina en la mesa cuando escuche los pasos de Alastor salir del baño.

-Cariño.- dijo en tono melodioso.

-Estoy en la cocina.- dije respondiendo en el mismo tono. Una pequeña risa salió de mi al recordar que así se llamaban mis padres en la casa. La dirección de sus pasos cambió al sonido de mi voz, caminó hasta que lo vi asomarse por la puerta haciendo su entrada como si nada hubiera pasado hacia unas horas. Llevaba puesto un pantalón beige, con una camisa Blanca holgada por la cual lograba ver los vendajes de sus brazos y pecho.

-ahí esta mi bella futura esposa.- caminó hacia mi, rodeando la mesa, para abrazarme por la espalda, deslizando sus manos por mi cintura hacia mi estómago, recargando su pecho contra mi espalda y descansando su barbilla en mi cabeza.

-¿está cómodo, señor?.- bromee, mientras continuaba amasando. Me llegaba el olor de jabón y ungüento proveniente de él.

-Si, querida, gracias por preguntar.- dijo suspirando desde su altura. Solo reí y seguí. "La falta de atención puede matar de aburrimiento a un hombre", fue lo que pensé cuando Alastor comenzó a interrumpirme metiendo sus manos en el camino o no dejandome mover de mi sitio.

-Al, no estas ayudando.- dije mientras trataba de mover sus manos fuera.

-Oh mi bella dama, nunca dije que lo haría.- se puso a juguetear con mis manos, hice lo que pude para poder terminar la masa lo antes posible y dejarla reposar antes de que se pusiera necio.

-Ya, terminé.- dije mientras levantaba las manos para darle a entender que ya podía responder al llamado de atención. Él tomó las puntas de mis dedos con una mano, la otra la posó en mi cintura y me hizo girar sobre mis pies como una vuelta de baile para encararlo.

-Maravilloso.- dijo mientras me veía fijamente a los ojos, sonriendo, mientras deslizaba sus dedos desde mis hombros hacia mi espalda hasta llegar a mi cintura, yo inconsciente coloque mis palmas en su pecho. Tomó mi mano izquierda de su lugar, la elevó hasta tocar el anillo con sus labios y mirarlo fijamente. -No puedo creer...que aceptases... ser mi esposa.- dijo mientras sonreía, pero no la sonrisa de siempre, esta sonrisa tenía una pizca de dolor pero mucha alegría en ella, mi corazón se rompió cuando sus ojos se cristalizaron, pero no salieron lagrimas. -Gracias.- dijo mientras se acercaba a mi rostro y besarme, se sintió como nuestro primer beso, dulce y tierno. No pude evitar pararme de puntitas para besarlo con más firmeza mientras tocaba sus mejillas con mis dedos.

-Te amo.- dije en medio del beso.

-Te amo.- respondió él a los pocos segundos, mientras seguía besándome.

Esa fue la primera vez yo había pronunciado esas palabras para alguien y sabía con certeza que también era su primera vez escuchándolas y diciendolas.

Transcurrida la mañana, desayunamos y nos recostamos sobre el sofá, con las piernas entrelazadas al igual que los dedos de una mano, la otra la colocó bajo mi cabeza para que sirviera de almohada, además le servía para jugar con mi cabello.

No estábamos haciendo nada, ni siquiera estábamos hablando, solo estábamos ahí existiendo uno al lado del otro, sincronizando nuestras respiraciones. Esta era la sensación más extraordinaria del mundo, no había nada mejor.

Él se puso a tararear una canción con los ojos cerrados mientras colocaba nuestras manos en su pecho, después de unos segundos descubrí de que canción se trataba. "I'll do my best to make you happy" esa era la canción que le dedicó mi padre a mi madre en su ultimo aniversario de bodas.

Estaba feliz, inmensamente feliz, si fuera posible explotar de felicidad tal vez yo lo haría. Pero mientras imaginaba mi vida con él, todo se vio opacado en cuestión de segundos cuando todas las dudas volvieron a mi. ¿Qué fue lo que me atacó? ¿Qué atacó a Alastor? ¿Quién era la mujer del parqué? ¿Porqué me había enviado flores y como hizo para meterlas a mi departamento?. Todo revoloteaba en mi mente y de golpe me levanté de la cómoda posición en la que estaba junto a él, alterandolo, dando unos pasos hacia la chimenea.

-¿Sucede algo, cariño?.- se levantó lentamente después de mi brusco movimiento para sentarse.

-Alastor, tengo que preguntarte unas cosas.- dije con un tono serio pero nervioso. La atmósfera se tensó alrededor de ambos.

-Pero por supuesto, mi Lady, ¿qué dudas te aquejan?.- dijo sonriendo pero notablemente nervioso.

-Hace unos días, mientras tomaba el almuerzo en el parque una mujer me pidió enviarte sus saludos, no conozco su nombre pero si su descripción física.- dije mientras describía a la mujer mayor con la que conversé, su sonrisa se tensó - ¿Ella es pariente tuyo? Nunca la había visto por la ciudad.- dije indagando, analizando cada una de sus respuestas y movimientos, detectar cuando alguien miente solo era posible en persona.

-Mmmm, pariente en sí no es, es más como una conocida de hace muchos años.- dijo certero, sin más explicación, pero no mentía.- No debes preocuparte, linda, me la encontré en la ciudad y ella misma me dio sus saludos.- dijo sonriendo tranquilo. Excelente una duda menos.-Siguiente duda.- dijo bromeando.

-Ok, está es más difícil y te quiero pedir que no me mientas.- al decir esta última palabra lo escuché pasar saliva, pero me miraba expectante .- ¿Tú sabes qué fue lo qué me atacó en mi departamento, no es así?.- me miró por unos segundos, analizandome y soltó un suspiro sonoro.

-________.- dijo mientras se ponía de pie y caminaba hacia mi, sus ojos y sonrisa se veían notablemente más fríos y calculadores qué los de hace unos minutos. - ¿Crees en la magia?.- me dijo abriendo sus párpados un poco más de lo normal.

La ÚltimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora