1M

2.3K 242 11
                                    

¿Cuantos años han pasado desde tu partida? Qué cansada me siento. Esto de mantenerme al margen no me sienta bien. Ya tenía mi advertencia pero un último trato me regresará lo que necesito, mi apetito.

-Muy bien, manos a la obra.- dije al moverme lentamente de mi silla y caminar a la puerta.

Escuché un gruñido en forma de lamento a mí espalda, para lo cuál giré a encarar con mucha calma.

-Tranquilos, queridos, mamá volverá pronto.- dije con una sonrisa y salí de mi guarida.

Caminé lentamente por el callejón, hasta surgir a la luz de la calle principal. Mi aspecto no era muy llamativo para atraer a mis presas como lo hacía antes. Teniendo tantos hombres jovenes y apuestos en la ciudad, tenia que pasar cuando mi cuerpo no lo era, vaya suerte.

Caminé a paso lento, contemplando a los hombres que pasaban a mí lado, salivando a cada caricia de su colonia por mi nariz. Era un deleite verlos y olerlos por la mañana, ya que estaban más frescos.

Seguí caminando y un tranvía se detuvo en la parada, un grupo de personas descendió de él caminando en mi dirección y pasándome de largo. En ese momento un olor muy peculiar se deslizó por mi costado y me hizo girar para ver de quién se trataba.

Era un jovencito, alto, delgado, apuesto. Justo como me agradaban, pero ese olor me impedía intentar saborearlo. Era un olor similar al mío, así moviéndome por la intriga mande llamar a una de mis sombras para mantenerlo vigilado.

Repose mi andar en la pared de un edificio dentro del callejón más cercano qué encontré y cerré mis ojos, para permitirme conectar con mi sombra y manipularla a voluntad.

Lo seguí hasta su trabajo, lo llamaron con el nombre de Alastor, el cuál era de un locutor de radio sin nada extraordinario, de regreso a su casa sin ningún secreto oculto detrás de su fachada alegre de día y en ese instante lo supe.

Su ambición por algo excitante en su aburrida vida sería la trampa perfecta para el nuevo plan qué me había ideado.

Al volver a tener control total de mi cuerpo volví a mí guarida tan rápido como pude y realicé los preparativos de todo para el día siguiente.

Desde muy temprano estaba lista, esperando, ansiosa. Cuando lo vi caminar hacia la parada, mis ojos discretamente lo buscaban. Esperé tranquilamente y solté mi tan ensayada pregunta.

-Joven, ¿no le gustaría que lea sus cartas?.- dije sin mirarlo.

-claro, madame.- dijo con su voz animada y se acerco hasta la pequeña mesita improvisada qué preparé y puso una moneda- cuenteme qué me deparará el destino.- Me incitó.

Asentí sonriendo por lo que le esperaba y extendí hacia él unas cartas con ciertas instrucciones.

-Esta primer carta muestra a tu yo más joven, la edad de un niño de 8 años.- comencé a recitar.

-Te ves como un niño muy feliz, sonriente y educado; el amor de tu madre te impulsó a seguir después de un accidente ¡y vaya accidente!.- no pude evitar reír por el pasado de este chico, entre más trágico mejor- oh, tranquilo. En realidad, él no le importaba a nadie.- agregué para no tensarlo tanto por todo lo que el sabía que yo sabía.

-Esta siguiente carta mostrará la adolescencia.- giré la carta y no logré sorprenderme - Tiene sentido, trabajaste duró después de perderla para llegar alto, aunque no fue fácil ¿o si?.- le dediqué una sonrisa.

-Por supuesto y no esperaba menos.- Me respondió con una sonrisa.

-Esta carta muestra tu presente.- me adelanté a girarla y justo como lo sospechaba, tenia razón- ¡vaya! Pero ¿qué tenemos aquí? Metas cumplidas pero con aburrimiento desbordante.- lancé una fuerte carcajada - oh, jovencito, el entretenimiento es infinito, cuando sabes aprovecharlo y verlo desde un ángulo más amplio.- le sonreí para captar más su atención.

La ÚltimaWhere stories live. Discover now