¿Quién es la del vestido rojo? ☽

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CAPÍTULO 21🌪

      e l r e e n c u e n t r o

Almudena

No podía creerme que hubiese aceptado.

«¿Que se me ha pasado por la cabeza para hacerlo?».

Miré por la ventanilla de la limusina, nerviosa y arrepentida de mi decisión —no sabia que se me había pasado por la cabeza al aceptar— lo que tenía claro es que no podía echarme hacia atrás, el boleto había caducado.

Un montón de paparazzis estaban a los lados de la alfombra roja, registrando todo lo que sucedía a sus alrededores; cualquier cosa, les servía con que un famoso se tropezase para que ya fuese noticia de última hora.

Mis amigas suspiraron observándome en silencio.

—Ya no hay marcha atrás —Danna susurró sabiendo de mis intenciones. Cuando fui a decir algo, ella me cortó—. No, no te dejaré irte.

Apreté los labios. Sabía que no podía decir nada sin que ella me leyese la mente. Era impresionante la forma en la que me conocía.

—Yo no salgo la primera —Lucia habló con voz entrecortada al ver a los paparazzis. Todas le apoyaron, dejando ver cuantas ganas tenían de ser las primeras en salir.

—Seré yo —susurré sin despegar mis ojos de ellos.

La limusina se estacionó frente a la alfombra y los paparazzis. Mis nervios comenzaron a aumentar porque sabía lo que iba a suceder.

El chofer al bajarse y dar la vuelta al coche, abrió la puerta y enseguida empecé a escuchar gritos y el sonido del flash de las cámaras.

—Gracias —murmuré cuando me tendió la mano y sonrió.

Empecé a caminar por la alfombra roja intentando no tropezarme. Miles de periodistas trataron de pararme, pero seguí mi camino. No quería que me empezasen a agobiar entre todos, sabía que podían pasarse de la raya con tal de conseguir la respuesta que ellos querían.

Empecé a subir las escaleras agarrando mi vestido, para evitar tropezarme y hacer el ridiculo, que es lo ultimo que quería en ese momento.

—¡Almudena! —una voz gritó y me giré, encontrándome con una paparazzi—. ¿Puedes posar? —vi la cámara en el aire y para no hacer el feo, posé, dejando que me sacase una foto.

«Ay Dios mío, ¿con que cara habré salido? Con lo poco que me gustan las fotos... Encima no soy nada fotogénica».

—¡Almudena, aqui!— otra voz chilló y giré la cabeza. Tuve la tentación de cerrar los ojos ante el flash, pero me controlé sin pestañear.

—¡Almudena!

Me volteé encontrándome con un chico rubio haciéndome señales. Me disculpé a los fotógrafos y caminé hacia el hombre.

Me percaté de que estaba grabando y abrí los ojos, sin saber que hacer. ¿No había sido este siempre mi sueño? ¿Ser reconocida? Entonces, ¿por qué sentía que me iba a morir de los nervios?

—Dime, ¿qué se siente ser el centro de atención? —preguntó poniéndome el micrófono en la cara.

—Ni siquiera sé cómo se saben mi nombre —dije nerviosa.

—¿Bromeas? —abrió los ojos—. ¡Has rechazado tantos eventos y entrevistas que has captado la atención de todo el mundo!

—¿Solo por eso saben como me llamo? —arrugué la cara.

—Claro que no —rió entre dientes y vi como hacía todo lo posible para que me relajase. Notó que estaba tensa.

—Todas las miradas están sobre ti... y sobre ese espectacular vestido. Te has lucido.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant