Culpabilidad

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CAPÍTULO 47...

Max

Fue difícil.

Estaba siendo difícil.

Fue mi culpa por no ver al conductor cruzarse. ¡Maldito despiste! Lo podría haber esquivado. Lo sabía. Tenía la capacidad de hacerlo y no lo hice por estar despistado.

Si lo hubiese esquivado nada de esto hubiese pasado. Almu estaría bien. Mi hermana estaría bien. Pero nada de eso había pasado. Las dos mujeres de mi vida estaban gravemente heridas. ¿Miki pensaría que fue mi culpa? Dios, claro que lo pensaría. Había sido un error mío.

—Deja de martillarte la cabeza —Miki me dijo con una bolsa de hielo sobre su cabeza.

Levanté mi cabeza de entre mis manos. Estaba derrotado. Llevaba seis horas sin noticias de ella.

—Esto ha sido mi culpa.

Él se tocó la herida en su brazo causada por los cristales y suspiró.

—Fue culpa del que se cruzó. Iba borracho. Tú no.

—Exacto. ¡Tenía todos mis sentidos activados! Pude haberlo esquivado.

—Podría haber sucedido algo peor.

—¿Sí? ¿Cómo que?

—Como que nos hubiese sucedido en una autopista a cien por hora, y no a treinta. Almu y Ivi podrían haber muerto en el momento. Pero están vivas, van a salir de esta.

Traté de no llorar. Pero ahora mismo me estaba siendo imposible. Estaban debatiendo entre la vida y la muerte. No podía perderlas.

No podía perderla otra vez.

—Son fuertes —Miki aseguró, como si lo hubiese dicho más para él mismo que para mi.

Gruñí quitando un cristal de mi brazo y apreté el puño pensando en cómo estaría Almu.

—Deberías dejar a las enfermeras que te curen esas heridas —me señaló—. No tienen buena pinta.

—A la mierda eso. Necesito saber cómo están.

Y lo supe.

La doctora nos dio la noticia. Almudena había tenido un peor golpe en la cabeza que mi hermana. Ivi estaría bien, iba a recuperarse en las próximas horas. Sin embargo, Almudena no.

Y eso me puso enfermo.

Loco de rabia.

¿Cómo que Almudena no? ¿¡A que puto juego estaban jugando!? Me enfadé tanto que recuerdo estampar algo contra el suelo de la rabia y correr hacia la habitación donde estaba ella. No me dejaron entrar, y eso me enfadó más. Solo pude verla a través del cristal. Ver su cara rasguñada y el tubo que tenía en su boca me rebajó el enfadó y se sustituyó por miedo y tristeza. Mi chica realmente se estaba debatiendo entre la vida y la muerte. Y eso solo me asustó más. No quería perderla. No quería vivir sin ella. ¡Mierda! ¡La había recuperado! Se me estaba yendo de las manos como mantequilla. Y no podía permitir volver a perderla.

Lloré y lloré. Y fue la primera vez que lloré tanto después de tanto tiempo. Estaba lleno de nervios y miedo. Y mi corazón se rompió aún más al pensar en la reacción de Almudena al verme llorar.

Ella seguro que se sorprendería por verme así. Siempre le había dicho que yo no era de llorar, que no me gustaba. Seguro que se estaría burlando de mi por el resto de su vida. Y eso solo hizo que la echara más de menos. ¿Y si "por el resto de su vida" no sucediera?

Un nudo en mi garganta me impidió respirar bien y me tuve que sujetar al cristal.

La mano de Miki apretó mi hombro y eso solo hizo que me derrumbara aún más.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Onde histórias criam vida. Descubra agora