¿Cuál será tu plan, Jo?

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CAPÍTULO 33🍹

—Es aquí —sonrió saltándose la fila de gente esperando.

—¿Qué haces?

La paré cuando vi que todos nos estaban mirando mal.

—Saltarme la cola —se encogió de hombros.

—¿Y eso por qué? —Max preguntó.

—Porque tú eres famoso, ¿no? A los famosos no se les hace esperar —ella contestó con tranquilidad y me dio una mirada furtiva—. Y menos a sus dos acompañantes, que normalmente suelen ser líos de una noche.

La broma que hizo me dejó en blanco. ¿Adónde pretendía llegar con eso? Al ver que ninguno de los dos nos reíamos, ella carraspeó.

—Era una broma —aclaró—. Algunos famosos es lo que hacen.

—Pero es que yo no soy esos famosos —Max arrugó las cejas agarrándome de la cintura y acercándome a él—. Yo tengo pareja.

—Tranquila, yo si te he entendido —me hice la inocente—. Que graciosa eres, jiji.

El guardia de seguridad nos dejó pasar los primeros y el sonido de la música se hizo más fuerte cuando nos abrió la puerta. Yo claramente disimulé mi borrachera, porque si se daba cuenta de que estaba borracha, no me dejarían pasar. Aunque bueno, nunca se le puede negar nada a un famoso, y menos a su acompañante, ¿no?

Dejamos los abrigos en el ropero y fuimos directos a donde estaba todo el mundo bailando, y donde la barra.

Me senté en el taburete y pedí otro cóctel. Aunque hubiese bebido mi límite, ya sentía que no estaba ni borracha del tiempo que había pasado y por la presencia de Jorie. Me permití volver a pasarlo bien; y despistar a Jorie.

Ella creía que estaba muy borracha, y que seguiría estándolo si me tomaba más copas. Sinceramente no sé a dónde quería llegar con todo esto, pero estaba segura de que lo descubriría.

—¡El sitio es precioso! —chillé por encima de la música.

Max se acercó a mi, abrazándome por detrás y mirando todo a su alrededor.

Jorie, en cambio, se quedó de pie mirándonos sin mucha alegría.

Hasta que Max posó los ojos en ella, ahí su actitud cambió drásticamente; pasando de indiferencia a alegría en un abrir y cerrar de ojos.

Yo intenté no reírme, pero me fue muy difícil porque en el fondo si que estaba un poquito borracha. Se me escapó una carcajada que hizo que ella arrugase las cejas.

—¡Es que me encanta tanto esto! —fingí—. ¡Estoy hasta por darme una vuelta!

—¿Quieres que te acompañé? —Max me preguntó.

—¡No, no! Ya iré después —le sonreí.

Ella me regaló una sonrisa tan falsa que casi me entraron ganas de tirarle la copa a la cabeza. Esa falsedad, incomodidad y ganas de que la dejase a solas con mi novio me estaba poniendo de mal humor.

Bebí un sorbo del cóctel mirando a toda la gente bailar en la pista de baile. Entonces, se me ocurrió una idea.

—¡Amor, vamos a bailar! —le dije en el oido.

Él sonrió y me tendió su mano, que acepté con mucho gusto.

—Ahora volvemos —le dije a Jorie, que nos miraba con los labios apretados.

Me reí cuando la dejé atrás y caminé detrás de Max a la pista, él me conducía y apartaba a la gente de su camino para que nadie nos chocase. Cuando llegamos a un lugar que vimos que tendríamos espacio, alzó su mano entrelazada con la mía y me hizo dar una vuelta completa para después tirar de mi y agarrarme de la cintura.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now