El chico misterioso ♡

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CAPÍTULO 4

Emma se dirigió hacia la salida del baño y salí corriendo detrás de ella, Lucía siguiéndonos.

—¡Emma! —chillé y ella siguió corriendo, apartando a la gente de su camino con empujones, sin importarle las protestas de estas personas.

Después de contarla todo lo que pasó, del baile con Gonzalo, del balcón y del chico en la sala vip; ella salió corriendo, y ni siquiera sabía qué iba a hacer.

Emma subió las escaleras que yo bajé con Gonzalo y se paró frente al guardia, justo en la entrada de la zona vip.

El guardia miró con seriedad a Emma y ella sonrió—. Mi amigo esta ahí adentro.

—No puede pasar — el guardia nos ignoró, sin poner los ojos en nosotras. Era bastante alto. Al lado de él, éramos pequeñas.

—He dicho que mi amigo está ahí adentro —gruñó.

—Órdenes del jefe —él se encogió de hombros.

Bajamos las escaleras gruñendo—. ¿Ahora que?
—cuestionó Emma y negué, sin saber que hacer.

—No podemos hacer nada.

Nos encaminamos a la pista y movi mis hombros al escuchar una canción que solían poner en la radio cuando era pequeña.

Gonzalo volvió a aparecer con sus amigos y me dio un pequeño empujón sonriéndome. Sus amigos nos saludaron y el chico que estaba con Emma bailando volvió a acercarse a ella.

—¿Sigues triste?

—Un poco —me encogí de hombros.

—Alegra esa cara anda, así estás más fea —bromeó agarrándome de la mano y dándome una vuelta.

—No siempre soy así en las fiestas —me defendí.

—¡Se nota!

Miré a Emma que estaba bailando pegada al chico de nuevo. Me dedicó una sonrisa y se volteó poniendo las manos en los hombros del chico. Empezó a bajar moviendo sus caderas y mirándole a los ojos.

Aparté la mirada sabiendo como era ella y miré a Lucía, que estaba hablando animadamente con otro chico del grupo.

—Parece que ellas lo pasan bien —dije por encima de la música y Gonzalo rió.

—¡No como tú! —me agarró de las manos e intentó animarme haciéndome bailar.

Se lo agradecía, cualquier otro chico me hubiese ignorado y se hubiese ido a buscar a otra chica que si estuviese dispuesta a pasar la noche con él.

—¿Sabes? No suelo hacer esto —sonrió dándome otra vuelta.

—¿Consolar a una desconocida?

—Exactamente.

—No tienes porque hacerlo... —sentí lástima por él.

—No digas tonterías, quiero hacerlo —negó—. Además, ¿que pasó cuando bajábamos las escaleras? Parecía que habías visto un fantasma.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon