Los cocteles son muy peligrosos, querido novio.

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CAPÍTULO 32🍸

Cada vez que aparecía me amargaba el momento.

Parecía una lapa pegada a Max todo el tiempo. Cada vez que nos encontrábamos en el hotel buscaba una excusa para venir con nosotros, incluso ni nos dejaba cenar solos y con tranquilidad, porque ella enseguida cogía una silla y se sentaba con nosotros.

Max y yo estábamos tomando algo mientras la música sonaba con fuerza. Estábamos en la azotea del hotel, donde todas las noches organizaban fiestas para los huéspedes del hotel, o también para cualquier persona. También podíamos hacer un karaoke libre, pero poca gente se animaba a cantar, menos la que quería hacer reír a los demás.

Agarré mi cóctel de piruleta y suspiré mirando los edificios con luces a nuestro alrededor, no iba a negar que eran unas vistas espectaculares.

Max tenía una copa de Jack Daniels (como no). A él nunca le habían gustado los cócteles que yo tomaba, y a mi nunca me había gustado el alcohol a palo seco.

Bueno, yo era muy especial con el alcohol. No podía beber alcohol sin mezcla porque sino me daban ganas de vomitar. Menos el tequila con sal y limón. Pero yo no podía beber como lo hacía Max, o sino me daban arcadas. A él en cambio, le gustaba más beber así, aunque si yo le decía que probase de mi copa, lo hacía.

Estaba sentada en un taburete cantando la letra de la canción mientras Max estaba de pie, frente a mi, con sus manos en mis muslos y su cara cerca de la mía. Se estaba riendo y yo también, estábamos a gusto cantando pegados él uno del otro.

—Estás muy guapa —sonrió agarrándome de la cintura.

Se pegó mucho a mi, tanto que abrí las piernas para que él pudiese estar cerca de mi.

—Ese acercamiento es muy peligroso —me reí viendo como su pelvis estabas casi pegada a la mía.

Max carraspeó haciendo círculos en mi cintura con sus dedos.

—Me gusta estar así de cerca tuyo.

Se veía muy guapo, su pelo no estaba lleno de gomina como otras veces, lo tenía suelto. Algunos mechones se le caían a los lados de su cara y se los volvía a colocar. Se veía relajado y divertido junto a mi. Y yo no pude evitar admirarle, siempre lo hacía cuando él no se daba cuenta.

Con mi mano libre acaricié su nuca rapada y los lados de su cara, también rapados. Tuve la tentación de acercarle mas a mi enrollando mis piernas en su cintura, pero me controlé y tracé un camino con mis dedos hasta llegar a su mejilla.

—Tengo... —susurré.

—¿Tienes?

Sí, también estaba un poco contenta. Creo que iba por mi primer coctel y ya me reía por todo. En fin, el caso era que ya estaba un poco borracha y sé me iba la lengua.

¿Se lo decía? ¿O mejor me quedaba callada?

—Tengo ganas de besarte.

Bueno, pues lo dije. Mi sinceridad estando borracha podía ser enorme.

Antes de arrepentirme y decir nada para salvar mi dignidad, él estampó su boca con la mía. Empezó a mover sus labios, succionando por ratos mi labio inferior o mi lengua. Eso me motivó a agarrarle de la nuca y seguirle el juego.

—Mmm —dije entre besos.

Él sonrió cuando mordí su labio inferior mirándole con los ojos abiertos, mostrándole claramente lo caliente que me estaba poniendo.

Terminé el beso dándole un pequeño pico y sonreí lamiendo mis labios.

—Que rico —dijo lamiendo sus labios también.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz