Empate

39 5 1
                                    

CAPÍTULO 46🧿

—Buena fiesta que os montasteis anoche, ¿eh? —Ivi alzó las cejas.

Abrí los ojos en dirección a Max, que estaba hablando tranquilamente con Miki mientras conducía. Menos mal que Ivi lo susurró.

—¿Y la de vosotros? —contraataqué con una risa—. ¿Rompisteis el cabecero o fue cosa mía?

Ivi empezó a reírse con fuerza.

—Creía que no era tan fuerte.

Abrí los ojos.

—Mide tu fuerza, fiera.

—En esas es imposible, ¿sabes?

—Claro que lo sé —sonreí.

Max nos miró por el retrovisor y compartió una rápida mirada conmigo. Me encantaba la forma en la que su mirada se ablandaba al ponerla sobre mi.

Miki iba en el asiento copiloto porque Ivi y yo quisimos estar juntas atrás, chismorreando.

—Se te escuchó mucho —la susurré en el oído.

—A vosotros también. Que voz tan potente tienes, ¿no?

Me puse roja enseguida.

—Anda que tú —rodé los ojos—. Seguro que te escucharon hasta los vecinos.

—Bueno, ha sido un empate —declaró.

—¿Cuanto queda? —pregunté por encima de la música.

—Una hora —dijo Miki—. Luego de comer podéis venir a casa y pasar con nosotros los últimos días de vuestras vacaciones, ¿que os parece?

Compartí una mirada con Max y dije: ¿por qué no? Total, él podía tener las vacaciones que quisiese. Era famoso. Y yo... bueno, no tenia nada que hacer en la universidad.

Así que, después de comunicarnos con la mirada, dijimos:

—Vale.

Quisiera decir que me acuerdo de los siguientes minutos del trayecto. Pero mentiría. Solo recuerdo que Ivi empezó a parlotear de cómo fue su operación de pechos, y lo bien que le habían quedado. Yo me reía con ella y compartía a veces miradas fugaces con Max a través del retrovisor.

Y yo cometí un grave error.

—¡Pásame las gafas de sol! —le dije a Miki.

—¿Que gafas?

—Las que metí en la guantera —me abalancé sobre él pero él cinturón me dio un fuerte tirón.

Me desabroche él cinturón.

—No pasa nada, las cojo yo —puse una mano en su hombro para sostenerme.

—Almu, el cinturón —Max dijo enseguida.

—Es solo un momento, cariño —rebusqué en la guantera.

—No, cariño. Póntelo ya. Miki te las puede dar.

No íbamos a gran velocidad. Tal vez a treinta por hora.

—Las tengo —señalé.

—Amor, el cinturón —dijo Max.

—Sí, voy, am...

Todo pasó muy rápido.

El sonido de un claxon estalló sobre nuestros sonidos. Era el de un coche. Un coche que se cruzó en nuestro camino.

Sentí como nuestro coche daba un fuerte frenazo y mi cuerpo como si fuese una pluma. ¿Estaba volando? Tal vez.

Otro golpe.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now