Un soplo de aire fresco

36 2 0
                                    

CAPÍTULO 50🌬️

Dos semanas.

Sí, habían pasado dos semanas y yo seguía sin acordarme de nada. Bueno, tenia recuerdos borrosos que se me iban enseguida de la cabeza. Era bastante molesto, pero bueno, así funcionaba. Max, por otra parte, se volvía loco cada vez que se lo decía. Trataba de contarme todos nuestros momentos juntos. Yo me lo imaginaba como una película todo. La verdad era bastante gracioso.

También encontré en mi ordenador, —que por cierto, menos mal que no cambié la contraseña, porque sino no me acordaría—, un archivo con el nombre de: "La chica del vestido rojo 2" y me agradecí a mi misma plasmar algunos de mis recuerdos ahí. También tenía una especie de borrador de la historia. Pero claro, no sé qué planes tenía respecto a la historia.

Así que seguí escribiendo. Las palabras salían con bastante facilidad, no me costaba mucho redactar.

También tuve el momento de hablar con mi madre y contarle todo lo que había pasado. En persona, claro.

—¿Qué? —nos miró a ambos, sin saber que decir.

—Es delicado —Max susurró juntando sus manos.

—Señora Rodríguez —la doctora carraspeó, inclinándose en su silla—. Mi compañera me puso al corriente de todo, ya que su hija no quiso quedarse en Barcelona.

Mi madre enseguida me miró con reproche.

—Sabes que no hubiese sido problema ir hasta Barcelona.

—No ha sido por ti —sentencié colocándome en mi sitio—. Quise ir a casa.

—¿A casa? ¿Qué casa, Almudena? ¿A una que ni recuerdas?

Oh, no, allá vamos...

—Sí, a mi casa.

—No es tu casa.

—Sí, lo es. No hace falta que la recuerde para saberlo.

—Pero-

—Pero nada, mamá. Allí me siento cómoda. No sigas, ¿sí?

—Es increíble que prefieras vivir dónde sea antes que con tu madre.

Suspiré y compartí una rápida mirada con la doctora. Ella estaba incómoda, y yo el doble, además de cansada. Siempre era la misma historia con ella. Cuando por fin pensé que alejándome de mi familia estaría tranquila, ella me quitaba todas las esperanzas. Me hacía sentir como una niña que había hecho algo malo, y eso me hacía sentir una mezcla entre tristeza y rabia. ¿Por qué tenía que ser así?

—Señora Rodríguez, su hija no...

—Porque Max es mi pareja, ¿puedes entenderlo? No voy a irme a vivir con él cuando me case. Si tengo la oportunidad de hacerlo antes, lo hago.

Mi madre abrió la boca, sorprendida. Pero le duro poco, porque volvió a poner su cara de «No estoy de acuerdo y punto».

—Eres muy joven aún. Cuando vuelvas llorando a casa...

—¡Ya basta! —me volteé hacia ella—. Desde que empecé a salir con Max dices ese tipo de cosas. ¿Tan mal quieres que me vaya?

—No, pero nunca sale bien irte a vivir con alguien que no conoces bien aún.

—¿Por qué? ¿Por qué te pasó eso con mi padre? ¡Deja de proyectar tus experiencias en mi! Max no es como él.

—Sí, lo es. ¡Me recuerda mucho a él!

Me quedé congelada. ¿Qué? ¿Cómo era capaz de decir?

—Cuando te des cuenta...

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now