Sinceridad ♡

106 7 1
                                    

CAPÍTULO 19

—¿Qué haces tú aquí? —pregunté cerrando la puerta del portal detrás de mi. Él me esperaba con las manos metidas en los bolsillos, mirándome con admiración.

Max me sonrió y un cosquilleo dominó mi estomago, poniéndome nerviosa. Él se veía igual que siempre, perfecto.

Y me hubiese gustado que la persona frente a mi fuese él.

Pero no lo era.

Asier carraspeó y me esforcé por no parecer desilusionada. Me crucé de brazos dando pasos lentos hacia él.

—Quiero hablar contigo.

—Habla pues —demandé cortante.

—Necesito pedirte perdón —susurró—. Lo que hice estuvo mal.

—Te superé —me sinceré—. Porque realmente no estaba enamorada de ti.

—Ojalá lo hubieses hecho.

—Hubiese acabado más herida.

—Pensé que estabas jugando conmigo —hizo una pausa—. Y pensé que si lo hacía yo no quedaría mal, pero fue peor.

—Estaba jugando contigo, y conmigo —me encogí de hombros—. Te use para olvidarme de mi ex. Estaba tan confusa y dolida que creí que lo que sentía por ti era algo más que atracción sexual. Pensé que podría enamorarme de ti, pero en el fondo no me llenabas.

—Antes de enamorarte de él... —me miró, sabiendo que mi respuesta le iba a doler—. ¿Estabas enamorada de mi?

Quise hablar, pero algo me dijo que lo pensase bien. ¿Realmente estaba enamorada de él o solo era una obsesión porque sabía que jamás podría tenerle?

—No lo sé —confesé pensativa—. Creo que era una obsesión o un amor tonto. Pero también creo que si me lo hubieses correspondido podría haber tenido sentimientos más fuertes, pero...

—Pero jamás como con él.

Asentí. No quería mentirle. Nadie jamas ocuparía el lugar de Max, porque él fue y sería mi primer y único amor verdadero. Pero no podía quedarme estancada en él, tenía una vida por delante, como él, y lo terminé comprendiendo aunque siguiese doliendo. Tenía que sanar y sabía que, encontraría a alguien que me amase y yo le correspondiese de la misma forma, acepté que Max no volvería, que no sería ese alguien.

—Déjame demostrarte que puedo sanarte las heridas —suplicó acercándose a mi.

—No, Asier —negué—. Nosotros dos no funcionaríamos —sonreí—. Ni siquiera lo habríamos hecho si me hubieses correspondido hace cinco años.

—¿Cómo lo sabes?

—Solo lo sé.

—Yo no pienso lo mismo —sujetó mis manos, apretándolas. Suplicándome sin palabras que le escuchase y le hiciese caso—. Sé que estuvo mal lo que hice.

—Me alegra que sepas que cometiste un error
—sonreí—. Pero eso no cambiará nada.

—Almu...

—No, Asier —negué.

—Si, jugué contigo. Lo hice antes de que le conocieses y después, porque pensé que seguirías sintiendo cosas por mi. Yo solo...

—Tú planeaste acostarte conmigo, prometerme una relación para que me enamorase perdidamente de ti y después romperme el corazón —terminé la frase—. La idea no fue tuya, fue de tu novia.

—Yo...

—Lo supe siempre —me encogí de hombros, alejándome de él. Sus manos, que me estaban agarrando, cayeron a los lados de su cuerpo, sin saber que hacer.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now