¿para que quiero explicaciones?

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CAPÍTULO 40💨

Me senté en el sofá lo más lejos posible de él y esperé a que hablara. Max al principio dudó, sin saber si yo iba a pronunciar palabra, sin embargo, cuando vio que eso no pasaría, empezó a hablar.

—¿Qué es lo que te ha contado?

No le respondí, dando por sentado que empezase a soltar todo lo que había hecho y aún no me había contado. Sabía que eso le pondría en una situación peligrosa, porque no sabía hasta que punto Sara me había contado, y sería un punto a mi favor para descubrir si me ocultaba algo más.

Él suspiró cuando vio que ni me molesté en mirarle.

—Cuando te fuiste lo pasé muy mal y...

—Ya.

Él se calló, mirándome con dureza.

—Estaba de fiesta y mis amigos me presentaron a una chica. Hablé con ella y luego bailé —suspiró y mi corazón se empezó a encoger, poco a poco, doliendo cada vez más cuando me lo imaginé—. Cuando fui a besarla ella no quiso, así que salimos a tomar aire.

Jugué con mis manos en mi regazo, sin mirarle. Él se levantó del sofá y trató de sentarse a mi lado, pero fui más rápida, poniéndome de pie y alejándome de él al sentarme en el sofá pegado al enorme ventanal.

Al sofá donde se suponía que era mi sitio para leer.

Él se tocó la cabeza, sentándose en el sitio libre que había dejado.

—Supongo que Sara te enseñó la foto, ella me amenazó con mandarla a la prensa si no hacía lo que ella quería.

Me sorprendió escuchar eso, porque era algo que Sara se había ahorrado al contarme. Pero claro, ella me había contado lo que quiso, así que decidí creer a Max.

Mientras él seguía hablando de que no quería verme así, insegura, yo miraba los edificios por el enorme ventanal, algunas habitaciones estaban encendidas, dando una magnífica vista de la cuidad.

—¿Te enseñó alguna foto?

Asentí y él suspiró.

—Me obligó a acostarme con ella para tener su silencio.

Ella... ¿iba a abusar de él?

Se me revolvió el estómago en cuanto lo escuché. ¿En serio le dijo tal cosa? La sangre encendió mis mejillas y no pude resistir el haber desperdiciado meterla un puñetazo. ¿Cómo fue capaz de chantajearle?

Pero Max no era capaz de caer tan bajo. ¿No lo era?

—No lo hice —confirmó.

Seguí mirando por la ventana.

—Le conté la situación a mi manager, y me aconsejó que debía seguir viendo a esa chica —arrugué las cejas—. A mi también me pareció una idea disparatada al principio, pero me explicó que si hacía eso, ella tendría las de perder al momento en el que su padre se enterase que fue ella quien filtró todo. Me ofreció hacerle creer a Sara que me acosté más de dos veces con esa chica para ponerla entre la espada y la pared, para hacerle ver que yo no iba a caer en sus juegos.

Escuché con atención.

—Ofrecí una tregua a esa chica, porque ella no quería volver a verme después de confesarla que estaba aún enamorado de ti, porque sabía que no me enamoraría de nadie más que no fueses tú. Le conté el plan y ella aceptó. Pero en ningún momento me acosté con ella.

Me crucé de brazos sin mirarle aún.

—Lo hiciste.

Él se sorprendió cuando hablé.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now