Meses a su lado

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CAPÍTULO 35❤️‍🔥

Los siguientes meses se me hicieron como una ráfaga de fotos; cortos, como si no fuese tiempo suficiente para recuperar el pasado. Me costó bastante tomar la decisión de irme a vivir con él. Al principio, me iba algunas noches a dormir con él en su nueva casa, también le ayudé con la mudanza y, sobretodo, con la decoración de la casa.

Cuando la vi por primera vez, me tiré a llorar a sus brazos. Era un ático con todo lo que siempre había querido: vistas a un atardecer perfecto. Ventanales enormes para poder disfrutar de las vistas y, sobretodo, que la luz natural entrase. Era una casa muy acogedora, con cuatro habitaciones y tres baños. Tenía una cocina enorme y preciosa, con una isla en medio con tres sillas altas. Casi era como una cocina americana, solo que lo separaba del salón con dos escaleras pequeñas y una pared de medio arco. Al momento de ver mi rincón con una mesa en forma de L redonda, al lado del ventanal del salón y un iMac en ella, mi corazón se encogió, recordando sus palabras hace años.

Te prepararé tu rincón donde podrás escribir mientras disfrutas de las vistas en primera fila.

Al momento de llegar a la habitación, mi corazón se apretó aún más al ver al lado del ventanal una silla enorme, como si fuese una cama redonda pero en tamaño diminuto. Supe que ese sería otro rinconcito mío para poder leer o escribir mirando las vistas. Me rompió el corazón que él se acordase de todo lo que tenía planeado para nuestra casa, y que cumpliese con su palabra. No me dejó discutir los detalles de la decoración de mis rincones para leer, ni siquiera de la estantería para los libros. Me dijo que lo haría él, que yo podía decorar la casa entera menos eso.

En fin, no fue difícil, terminamos de acuerdo con todo y la casa estaba llena de muebles a las dos semanas siguientes. Me sentí mal, y quise pagar parte de los muebles con mis ahorros, pero Max no me dejó, me dijo que yo podía pagar la cena.

Me centré en estudiar para los exámenes. Como en casa Lucía y Emma estaban igual o más estresadas que yo, me fui a su casa para poder estudiar sin escuchar a nadie llorar, solo a mi. Max me ayudó bastante y organizó un plan de estudios. Hizo unas tarjetas con las preguntas y así fue mi método de estudios.

Incluso se me había olvidado que era mi cumpleaños con tanto estrés de los exámenes. Pero claro, a Max no se le olvidó. Como sabía que necesitaba tiempo para estudiar, organizó una cena en casa con velas y puso una manta en el suelo, como si fuese un picnic. La verdad que traté de no llorar cuando me regaló un libro.

Y, como no, era primera edición.

—¿Cuánto te has gastado en esto? —arrugué mi nariz.

—¿Que más da lo que haya costado? Te gusta, ¿no? Eso es lo importante.

—Con que me regalases un libro simple me hubiese hecho feliz —meneé la cabeza—. Sabes que los pequeños detalles me gustan más.

Ahí fue cuando sacó el segundo regalo, que fue una camiseta suya, mi favorita. Tenía el número "99" escrito en el pecho. Era una camisa negra simple, pero el hecho de que me la pusiese la primera vez que estuvimos juntos en persona, tomó significado para mi.

Las siguientes semanas fue cuando tuve los exámenes. Esperé ansiosa por los resultados mirando mi ordenador y recargando la página cada segundo. Emma y Lucía estaban igual, a mis dos lados, con sus ordenadores.

Max y Denis detrás de nosotras, mirando fijamente la pantalla. Lucía no tenía a nadie, pero... nos contó que se había vuelto a encontrar con un chico de su adolescencia, así que tal vez lo tendría dentro de poco.

Nuestros novios pegaron un salto, asustados cuando las tres empezamos a chillar cuando se filtraron las notas de cada una. Yo no pude evitar saltar encima de Max y abrazarle gritando que había pasado todos los exámenes.

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now