Capítulo 25

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Sábado 24 de junio de 2017, quince días después.

—Vaya mierda —soltó Bruna. Así se llamaba la chica.

La chica de las sonrisas maliciosas la miró con el rostro impasible. Daba un poco de miedo.

—¿Y qué propones hacer? —le preguntó.

Bruna se rascó la cabeza durante unos instantes, pensativa.

—No lo sé... Algo más... ¿Decente? ¿Emocionante? ¿Memorable? ¿Impactante?

—¿Emocionante, propones? ¿Y en que estás pensando? ¿En cambiar el azúcar por sal y que medio hospital se nos muera por una subida de tensión? ¿Cambiar las horas de los relojes y que se administren las medicaciones cando no toca? ¿Hacer sonar un bocinazo y tener un par de ataques de corazón? ¿O sería mejor, yo que sé... empapar el pasillo de jabón y ver como desmadramos el hospital?

» Camillas que resbalen, huesos rotos, enfermeros y médicos sin poder hacer su trabajo, niños con el corazón parado, sangrando, muriendo... —empezó a enumerar mientras contaba con los dedos con fingida inocencia. A Isa le vino a la mente la noche en que la había conocido.

Bruna la interrumpió con condescendencia.

—Lo he pillado.

Hannah le regaló una gran sonrisa teñida de ironía que duró unos largos segundos. Posteriormente clavó los ojos en cada uno de los presentes con un premeditado dramatismo. Isabella sabía perfectamente lo que estaba haciendo: crear drama, emoción, ponerlos nerviosos. Y vaya si lo consiguió...

—Nos vemos después de cenar, a las nueve en punto, en esta habitación.

Y esa fue su señal. Con rapidez el chico -Hugo-, e Isa salieron de la habitación, presas de los nervios. Bruna soltó un resoplido antes de abandonar el dormitorio sin mirar atrás y desaparecer por el pasillo. Lena y Hannah se quedaron dentro.

Isa compartió una mirada de incertidumbre, miedo y emoción con el chico antes de que cada uno tomara una dirección diferente hacia sus respectivas plantas.

Hizo rodar la silla hasta llegar al ascensor mientras les daba vueltas a los últimos minutos. La verdad era que Hannah había sido muy lógica, coherente, racional y precavida a la hora de diseñar todo lo que quería hacer, eso no se lo podía quitar. Pero todavía así quería hacer un par de cosas que Isa sabía que podían traerles problemas. Se debatió durante unos instantes. ¿Debía participar? ¿O mejor no? La repuesta llegó más rápido de lo que le habría gustado: sí. Tenía demasiadas ganas como para no hacerlo. Además, que tampoco era para tanto. Se había imaginado algo peor.

Hoy si que le apeteció cenar, al fi y al cabo ¡ya había terminado el primer ciclo de quimio!

Hoy si que le apeteció cenar, al fi y al cabo ¡ya había terminado el primer ciclo de quimio!

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Isa llegó a la habitación de Lena la primera. Ni siquiera Hannah o ella estaban allí. Comprobó la hora en el móvil, con razón no había nadie: había llegado casi un cuarto de hora más temprano de lo acordado. Sin ser consciente se llevó la mano a la pulsera hospitalaria que le abrazaba la muñeca. Empezó a darle vueltas mientras se debatía entre quedarse o volver a la octava planta a esperar. Con la excusa de que entre ir, volver y esperar el ascensor no valdría la pena acabó decidiendo esperar. O puede que fuesen los nervios lo que le impedían marcharse.

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