Capítulo 27

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Sábado 24 de junio de 2017, quince días después.

—Yo... Nosotras... —A Isa no le salía la voz, y Lena ni siquiera lo estaba intentando. Isabella le dio un codazo.

El chico elevó las cejas, una de ellas con un tajo con diversos puntos, mientras sonreía con diversión. La verdad es que le recordó a Hannah. Tenía un moretón ya tenue en la barbilla.

—Yo... Nosotras... —la imitó instándola a continuar a la vez que la chinchaba.

Isabella se rascó la nuca sin ser capaz de mirarlo. Los ojos le revoloteaban por todos lados sin fijarse en nada por más de unos segundos. Las mejillas estaban subiéndole de tono. Su pierna buena empezó a moverse. Toda ella a sudar. ¿Qué demonios le decía? ¿Qué excusa se podía inventar? ¿O le decía la verdad y desvelaba lo que habían estado haciendo? Eso revelaría la autoría de todas las bromas que había maquinado la chica de las sonrisas maliciosas. ¿Y si los delataba?

Lena la sacó del apuro.

—Entra y lo verás.

El chico examinó a su amiga durante unos instantes antes de adentrarse en el baño cuando ambas se apartaron hacia sus respectivos lados para dejarle vía libre. Isabella fantaseó durante unos segundos en cerrar la puerta y salir volando de allí. Encerrarse en su habitación y no salir hasta el día siguiente a la hora de -finalmente- volver a casa. Se sacó la idea de la cabeza, aunque la verdad es que no tenía demasiados motivos para hacerlo. Parecía una buena opción. Una muy buena opción en realidad. Lentamente empezó a hacer retroceder la silla marcha atrás. Lena le lanzó una mirada inquisitiva. Isabella se mordió el labio dejando de moverse. Estiró el cuello a ver si veía al chico en el baño, supuso que se había metido en un cubículo porque no había rastro de él.

—¿Qué hacemos? —le susurró a su amiga.

Lena se encogió de hombros mirando de reojo el interior de los baños. El chico seguía sin ser visible. Entonces se escuchó la carcajada. Ambas se inclinaron hacía la puerta a la vez. No se dieron un cabezazo de milagro, un milagro con nombre: la silla de ruedas que mantenía a Isa sentada y por tanto un par o tres cabezas más baja.

El chico salió riendo del cubículo al que había entrado arrastrando el gotero que lo acompañaba. Se paró antes de llegar a la puerta y les regaló unos pulgares arriba con aprobación.

Helena soltó rápido un suspiro de alivio que no tardó en convertirse en una sonrisa ladeada. Isabella seguía paralizada, ambas aún inclinadas hacía la puerta. Siguieron unos segundos de incómodo silencio. Isa hubiera deseado que durase más si esto hubiese evitado ver a una Bruna y Hugo corriendo por el pasillo a toda prisa hacia ellos.

—¡Corred! ¡Corred!

Bruna volaba hacia ellos sujetando en un mano un rollo de cinta adhesiva y en la otra unas tijeras. Pasó por delante de ellos a toda prisa sin pararse.

La seguía Hugo a pocos metros sujetando con una mano la mochila que llevaba a la espalda y otra sosteniendo una pila de papeles. Corría más lento que la chica, con una mueca en la cara mezclada con una gran sonrisa de excitación.

—¡Corred! —les gritó al pasar por delante de ellos. No reparó en el chico que las acompañaba. Y entonces de la esquina surgió Hannah.

Con un pie encima del gotero y el otro impulsándola en el suelo soltó un fuerte aullido mientras reía como una posea. Estuvo a punto de comerse la pared por lo que saltó al otro lado e intercambió la tarea de los pies. Era sorprendente la agilidad con la que su pie descalzo se curvaba encima de las barras de metal que sujetaban las ruedas impidiendo que se diera el castañazo del siglo. La extrañeza de escuchar un aullido en un hospital fue lo único que les hizo reaccionar. Isa empezó a empujar la silla de ruedas con todas sus fuerzas sobrepasando a Lena. Esta empezó a correr detrás suyo sujetando con una mano su gotero y ayudando a Isa con la otra. Las tres pasaron por delante del chico que las observó con una expresión de confusión en el rostro lanzándole una mirada a Hannah de completa perplejidad.

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