Capítulo 5

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Lunes 5 de junio de 2017

Isabella abrió los ojos con lentitud.

Sentía el cuerpo pesado. Los parpados se le cerraban solos. Se pasó con torpeza la mano por los ojos cuando un tirón le hizo bajar la mirada. El cable de la vía intravenosa que llevaba en la parte interna del codo se había enganchado a la barandilla de la cama. Bajó el brazo sin intentar siquiera desencharcarlo.

—Isa. Hola pequeña... —murmuró su padre, mientras le cogía la mano. Isa no lo veía.

Fue a responder, pero su garganta estaba demasiado seca para poder decir algo. Hizo un sonido extraño, una especie de quejido ahogado que su padre comprendió al instante ya que le acercó un vaso de plástico a los labios.

Entonces reparó en él.

Llevaba un gorro, bata y calcetines quirúrgicos. También mascarilla y guantes.

Su madre no estaba.

Bebió con avidez haciendo que su estómago gruñese, insatisfecho con solo un simple vaso de agua.

—¿Y mamá? —preguntó mientras luchaba para que sus parpados no se cerraran de nuevo. Con la ayuda de su padre se medio incorporó en la cama. Estaba en una pequeña habitación que no reconoció, con una de las paredes hacha de cristal que dejaba ver más salas y un puesto de enfermeras. No era un dormitorio. Supuso que era una de esas salas donde se despierta de la anestesia, aunque todas las que había visto en series y películas eran compartidas.

—Ahora vuelve. Ha ido a por un café.

Isabella asintió, mientras que con la mano del brazo sin vía se destapaba para verse la pierna. La tenía vendada con unos delgados apósitos colocados a unos cinco centímetros por encima del tobillo derecho. Su padre se removió con incomodidad, pero no dijo nada al ver que su hija no lo había visto.

—¿Me puedes pasar el móvil un momento? Quiero avisar a mis amigas... —murmuró arrastrando las palabras.

Su padre lo hizo sin decir nada e Isa se hizo una foto que envió al grupo de WhatsApp acompañado de un: "Estoy fuera, todo bien". En ese momento apareció su madre y una mujer, las dos vestidas como su padre, con mascarilla, guantes, bata y calcetines quirúrgicos por encima de los zapatos. «No tiene sentido» pensó Isa, pero el pensamiento se esfumó al instante. Tenía la cabeza espesa y caótica a la vez. Era una sensación extraña.

Su madre se sentó en la cama, después de darle un "beso" en la frente o lo más similar posible teniendo en cuenta la mascarilla. Apoyó la mano en su hombro cuando la mujer empezó a hablar tras hacer diversas comprobaciones. Isa creyó entrever a la doctora, pero estando tan tapada no lo sabía a ciencia cierta. Solo la había visto un par de veces.

—Isabella, ya hemos hablado con tus padres, pero creemos que tú también debes saberlo.

Isa clavó sus ojos en los de la mujer, su doctora. Todo su cuerpo se tensó. ¿Qué quería decir? ¿Por qué estaba diciendo esto? No sonaba demasiado bien. «Aunque suena a chocolate... Quiero chocolate...» dijo la parte drogada de su cerebro. Apartó rápidamente el pensamiento, dejando que la parte despierta escuchase con la máxima atención posible.

—Cuando te hemos abierto la pierna para limpiarla —un estremecimiento la recorrió— nos hemos encontrado con algo que no esperábamos ver. Lo que creíamos que era una osteomielitis no lo es. Parece ser algún tipo de infección diferente -más agresiva- pero no lo sabemos con exactitud de manera que hemos cogido una muestra que hemos enviado al laboratorio. Los resultados tardaran más o menos una semana.

» Al no saber qué tipo de infección es, debemos tomar precauciones —explicó mientras se señalaba la ropa— y hasta que descubramos que es haremos un tratamiento preventivo con antibióticos vía intravenosa para evitar que se extienda.

Somos polvo de estrellas ✔Where stories live. Discover now