Capítulo 38

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Sábado 15 de julio de 2017, cuarenta y tres días después.

Por más que las enfermeras, sus padres y Hannah lo habían intentado, Isa apenas decía palabra. Monosílabos, asentimientos de cabeza y poco más, por lo que la chica de las sonrisas maliciosas estuvo hablando con diversos médicos hasta conseguir su visto bueno. Y no había sido fácil precisamente, había tenido que hablar con un montón de los distintos médicos especialistas que las trataban, con las enfermeras, y tanto con su madre como con los padres de Isa. Alegando su salud mental, y el hecho de que se negó a hablar con un psicólogo, y menos aún a contestar los mensajes y llamadas que seguían aumentando hora a hora, finalmente había conseguido organizarlo.

Eran las cinco y doce minutos de la tarde, Hannah e Isabella se encontraban tumbadas en la cama de esta mirando una película poco interesante. Tan poco atrayente que la chica de las sonrisas maliciosas había acabado con el móvil.

A pesar de que sabía que no tenía que hacerlo, Isa se masajeaba ligeramente la cabeza sin ser consciente mientras observaba el televisor sin prestarle realmente atención, embobada. Hacía algunos días que le dolía el cuero capilar. Tanto rato tendida en la cama y las coletas que empezaba a hacerse para soportar el calor no habían sido buena idea.

Tras un par de golpes, la puerta se abrió. Linda entró junto uno de los residentes a los que la chica de las sonrisas maliciosas había aterrorizado hacía unos días, Isa no reparó en ello, Hannah sí. Le regaló una sonrisa malévola cuando el estudiante puso mala cara al verla allí. La sonrisa se ensanchó demostrando su triunfo cuando el residente puso los ojos en blanco.

Los diversos presentes los saludaron sin apenas inmutarse, a fin de cuentas, enfermeros y enfermeras entraban a todas horas a apagar pitidos del gotero, cambiar bolsas de fluidos, revisar que todo estuviese bien, etcétera, un largo etcétera.

Isa no reparó en nada extraño hasta que Linda apagó el gotero. Se giró hacia ella, confusa, pero no dijo nada. Se revolvió el pelo inconscientemente con una mueca de dolor mientras la observaba atentamente manipular las distintas pantallas del aparato.

—Bájate los tirantes de la izquierda —le indicó. Isa hizo caso, dejando al descubierto la zona del Port-a-cath. La enfermera empezó a desenganchar el adhesivo que lo protegía.

—¿Vas a desconectarme? —preguntó con confusión.

—Síp —respondió haciéndose la misteriosa. Isa contuvo los quejidos mientras desenganchaba el plástico y seguía el protocolo de desinfección. Una mueca seguida de un suspiro de alivio salieron de su boca cuando la aguja salió de su piel. Tras hacer de nuevo todas las pruebas de control -medición de la presión, la saturación en sangre, etcétera-, Linda se dirigió a ella de nuevo—. Nos vemos en unas horas —dijo mientras salía de la habitación impidiendo que Isa le preguntara nada.

—¿Nos vemos en unas horas? —preguntó a nadie en concreto. La chica de las sonrisas maliciosas sonrió.

—Prepárate para salir.

» ¡Nos vamos de compras!

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