Capítulo 30

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Sábado 25 de junio de 2017, dieciséis días después.

Mientras su madre iba a buscar el coche y pagar el recibo del parking, Isa y su padre -guiados por Nimah- se dirigieron a la farmacia del hospital. No era una farmacia convencional. Servía para guardar y distribuir todos los medicamentos que se administraban en el hospital, siendo además un punto de venda tanto de medicamentos "normales" como de esos más extraños que no solían venderse en las farmacias más comunes salvo por encargo y con el consecuente tiempo de espera. E Isabella necesitaba diversas de esas pastillas, necesitaba pastillas para intentar mantener las defensas en niveles estables, para las náuseas y el dolor (sí lo tenía) e incluso para ayudar a disminuir los efectos de la radiación que emitían aparatos tan normales como un móvil o televisor en cuerpos que acababan de recibir quimioterapia. Por no hablar de aquellas para prevenir ciertos efectos secundarios o la media docena de las que desconocía el significado.

Tras hacer un par de minutos de cola fueron atendidos con rapidez. Los farmacéuticos ya tenían los medicamentos preparados por lo que tan solo entregando la receta médica y haciendo comprobaciones de seguridad les entregaron las diversas pastillas -la mayoría de ellas contadas-. Les proporcionaron también el material necesario para las tres inyecciones que necesitaría Isa. Tras pagar, Nimah los guio hasta la salida.

Fue maravilloso. Traspasar la puerta de entrada del hospital nunca antes había tenido más significado. Cuando había entrado por primera vez no le había prestado atención alguna. Esperaba salir a las pocas horas habiéndole confirmado a sus padres que había sido en vano acudir a urgencias. No había sido así.

Quien le habría dicho que acabaría ingresada por más de tres semanas. Que le diagnosticarían cáncer. Que recibiría su primer ciclo de quimioterapia. Que entraría a quirófano dos veces. Que la confinarían a una silla de ruedas. Que le implantarían un Port-a-cath. Antes de eso no sabía ni que era. Si le hubiesen dicho "Sarcoma de Ewing" se habría quedado completamente indiferente. Era surrealista todo lo que podía cambiar en apenas unos días. Era sorprendente las sorpresas que podía darte la vida. Era increíble que esa fuera a ser su nueva vida. Tan solo tres semanas atrás había sido una chica corriente. Sana. Definitivamente uno nunca se esperaba que le tocase.

Los rayos del sol cayeron sobre su rostro al salir del edificio. Ya lo había hecho un puñado de veces en los días anteriores para pasear por el recinto, pero ahora esos rayos parecían millones de veces más radiantes. Más cálidos. Más mágicos. Esa brisa que le acariciaba la piel parecía más amable, más esperanzadora. Respiró con tranquilidad cerrando los ojos y elevando el rostro. Guardando ese pequeño momento en su memoria para siempre.

—¿Ves a mamá? —preguntó su padre a su lado. Isa examinó su alrededor. No tardó en localizarla en una de las plazas de recogida. Nimah la guio hasta allí, y mientras su madre guardaba la bolsa de medicamentos en el maletero, su padre y ella a ayudaron a Isa a entrar en el asiento trasero. Isabella se despidió de Nimah (y de la silla que la había acompañado hacía ya tantos días), entonces el vehículo arrancó. Dejaron atrás la entrada del hospital, el parking, la cuesta por la que se accedía al recinto hospitalario, la vista del hospital. Dejaron atrás esos veintiún días de ingreso y el primer ciclo de quimioterapia. Ojalá también pudieran dejar allí todo lo que habían vivido. Ojalá ese ya fuera el final. Ojalá pudieran olvidarlo todo. Ojalá todo hubiese quedado en nada. Ojalá.

Se internaron en la ciudad de Barcelona, y por primera vez en mucho tiempo, Isabella no se conectó al mundo digital al instante. Observó los edificios, las tiendas, los coches, autobuses, tranvías. Observó a la gente, esa gente sana que desconocía el mundo hospitalario, pero ¿Cuántos de ellos estaban enfermos y simplemente no se veía por su aspecto? ¿Cuántos de ellos habían tenido algún familiar o amigo en una situación similar? ¿Cuántos estarían enfermos sin sablero? ¿Cuántos lo harían en los próximos días, semanas, meses o años?

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