Capítulo 30: Un verdadero alfa.

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Otro día más de clases aburridas, gracias a la posición escolar en la que se encontraba podía faltar de vez en cuando, pero ya lo había hecho demasiado, y para mantener ese perfil de estudiante ejemplar tenía que asistir a clases, y mientras el profesor de su clase Iruka, explicaba el problema geográfico de Japón en la pizarra: el Uchiha pensaba detenidamente, su mente estaba volando muy lejos, dando de vez en cuando algunos suspiros sordos, como el adolescente enamorado que era; aquel hermoso rubio siempre estaba presente en su mente y contaba cada segundo lejos de él con impaciencia, deseando volver a su lado, el menor no solo era su primer amor, sino su amor de la infancia también, cada día se esforzaba más, siempre dándole todo lo que quería, procurando su comodidad, intentando estar con él el mayor tiempo posible, aún con todo eso el kitsune parecía vivir en otro mundo, sin percatarse de nada a su alrededor, ya que los regalos o pequeños detalles no expresaban nada en realidad, hacía falta algo más.
Aquellos pensamientos fueron interrumpidos cuando el timbre empezó a sonar estridentemente, el descanso había comenzado, pero poco le importaba, pues no podría almorzar con el ojiazul como lo hacía todo los días, distraídamente observó su alrededor, habían pocas personas que se quedaban en el aula durante el almuerzo, y eso era suficiente para desquiciarlo, salió del salón con la intención de ir a la azotea, prefería estar solo que rodeado de incómodas miradas, siempre estaba buscando privacidad; abrió la puerta que daba al tejado, suspiró y se sentó en el suelo, bajo la sombra del cuarto de entrada, empezó a comer en silencio, parecía que a cada bocado un recuerdo aparecía en su mente, cada vez más vívido, cuando su mirada se encontró con la del rubio en su salón de clases, después de tantos años, cuando hablaron en el comité estudiantil, cuando lo observó a la distancia alejándose del campus de la escuela, cuando sin saberlo entró en celo y terminó inconciente en ese mismo lugar... Cuando lo tomó por primera vez.
Resopló bajando sus palillos al topper ya vacío puesto en el suelo, observó su reloj de muñeca. ¿Cuanto tiempo habían estado separados? ¿Dos.. Tres horas?... Con cansancio se recargó contra la pared, cerró sus ojos por un momento, sin duda era extraño, sentía algo como un mal presentimiento, algo que no le gustaba estaba pasando a su alrededor, se levantó mirando a su alrededor con cautela, estaba totalmente solo, se acercó a la baranda en la orilla de la azotea, era tranquilo y con una gran vista, lo único que hacía falta era que el infantil rubio estuviese a su lado con sus ocurrencias, sonrió al pensarlo, preguntándose: ¿qué hacía su kitsune? ¿Con quién estaba? ¿En dónde?...

Entonces su sonrisa decayó totalmente, su expresión cambió dejando atrás los buenos recuerdos, y su mirada se clavó en la pareja que se encontraba en el patio escolar, cuatro pisos debajo de él, aun con eso reconoció una cabellera dorada, lentamente se agachó, sosteniendo las barras de hierro de la baranda con sus puños cerrados, cuidadosamente observó abajo, en definitiva era el menor quien se encontraba sentado en aquella banca, almorzando con alguien más sentado a su lado, pero no podía saber quién era esa persona... Un chico, cabello negro, era lo único que lograba distinguir: se quedó un momento observándolos, ambos comían, ni siquiera se miraban, asta que unos minutos después terminaron, entonces parecía que empezaron a hablar de algo. Frunció el ceño con desagrado, pues cada segundo le costaba más esforzar la vista, ya era suficiente, se levantó y se dirigió nuevamente a la entrada de la azotea, bajó las escaleras apresuradamente, pretendía mirar desde más cerca, bajó dos pisos y buscó la ventana más cercana que daba hacia ese lugar en el patio, a esa distancia comprobó que realmente se trataba del menor, sin embargo la persona que lo acompañaba; era aquel al que el rubio no se tenía que acercar, aquel problemático y desagradable alfa, apretó sus puños empezando a molestarse, ¿qué demonios hacían ellos dos almorzando juntos?
¿Desde cuando empezaron a hablar?
¿Por qué el ojiazul no se alejaba como él se supone había dicho?
¿De que hablaban?... Volvió a las escaleras esta vez más rápido, al llegar al primer piso, recorrió el pasillos sin despegar su mirada de la ventana, mientras se dirigía a la salida del edificio, acercándose como si fuera una bestia acechando a una presa, la duda se había desvanecido por completo, ahora el único sentimiento presente en su ser era la ira; ira de verlos juntos, verlos hablando uno al lado del otro, ver al kitsune sonreír radiantemente frente a un chico que él tanto odiaba, ver que parecían estar muy... Felices.

Efímero (EN PAUSA) Where stories live. Discover now